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25 de Abril,  Jujuy, Argentina
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Flor Montoya

Martes, 10 de abril de 2018 10:19

Flor es una joven jujeña de mirada profunda, sonrisa amplia, delicada presencia y firmes convicciones. Montoya sabe lo que quiere, arriesga, sostiene sus decisiones con esa extraña pasión del artista destinado a respetarse a sí mismo y dignificarse. Pocas veces he visto esta pulsión de serena rebeldía que no busca el resultado exitoso, que se adueña del tiempo y se conecta con otra manera de vivir, al margen de los modelos socioculturales y económicos.

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Flor es una joven jujeña de mirada profunda, sonrisa amplia, delicada presencia y firmes convicciones. Montoya sabe lo que quiere, arriesga, sostiene sus decisiones con esa extraña pasión del artista destinado a respetarse a sí mismo y dignificarse. Pocas veces he visto esta pulsión de serena rebeldía que no busca el resultado exitoso, que se adueña del tiempo y se conecta con otra manera de vivir, al margen de los modelos socioculturales y económicos.

Flor hace teatro, se inició con el grupo jujeño ADN que dirige Sergio Díaz Fernández, con quien trabajó durante ocho años. Se marchó a estudiar la licenciatura en Teatro de la Universidad Nacional de Córdoba, como tantos otros jóvenes que migran a otras provincias porque Jujuy no cuenta todavía con oferta académica universitaria en disciplinas artísticas. Muchos artistas no están hechos para las estructuras académicas, viven su paso por la Educación Superior como un “sacrificio” necesario, porque todos saben que resulta casi un “milagro” sustentarse exclusivamente con el trabajo artístico, que un “título” les abrirá puertas como la docencia, con la que aseguran un salario. En estos casos, el salto al vacío que supone tomar la decisión de renunciar al “título” sólo es posible para quienes se saben destinados al arte, generalmente personas autodidactas, que aspiran a otro tipo de formación más centrada en la transferencia de saberes y experiencias que en los conocimientos teóricos. [my1] Después de un año de hazañas universitarias cordobesas, Flor Montoya regresó a Jujuy. Participó entre 2010 y 2016 en varios espectáculos y performance de grupos locales. Decidió que quería aprender con “grandes maestros”. Con tal motivo, cursó talleres con históricas compañías latinoamericanas que visitaron Jujuy en el marco del Festival Relevos: Teatro de los Andes y Malayerba. Había intentado ingresar a los talleres internacionales del Teatro de los Andes cuando estudiaba en Córdoba sin éxito y encontró en Jujuy, su tierra, esta nueva oportunidad. En 2018 cursó el taller internacional de la Compañía Malayerba, en Ecuador, experiencia que la transformó como ninguna otra hasta el momento. “Sólo estar en la Casa Malayerba es una experiencia increíble, dan ganas de no irte nunca más”, sostiene Montoya. “Nos levantábamos a las 7am, para llegar a la Casa en horario, compartir un lindo desayuno con los docentes y los veinticinco compañeros alumnos que venían de diferentes lugares de Latinoamérica. A las 9am en la Casa Malayerba se toca una campana que inaugura el horario de clases. La primera semana dividen en dos grupos a los alumnos, cada uno de los cuales queda a cargo de Gerson Guerra y Artístides Vargas. Trabajábamos toda la mañana y a las 14hs regresábamos a clase hasta las 18hs. Muchas noches también asistíamos a espectáculos de la Casa Malayerba o de otros teatros de Quito[my2] . Durante la segunda semana trabajábamos todos los grupos juntos y se incorporó a las clases Charo Francés.” Gerson Guerra aborda el entrenamiento físico de los alumnos, Arístides propone ejercicios creativos de dramaturgia y puesta en escena, mientras que Charo Francés “trabaja específicamente sobre el actor, la quietud, lo que nos conecta con lo humano”.  [my3] 

Flor sostiene que regresa a Jujuy porque ahora sabe que la creación está al alcance de todos, que todos tenemos mil historias para contar desde nuestra experiencia personal y que, justamente, las diferencias personales son el magma de la riqueza y la diversidad creativa. Todos podemos aprender y compartir técnicas, no hay excusas para no crear. Aprendí en Malayerba – sostiene Flor Montoya- que la creación es posible desde un lugar muy personal y, a la vez, grupal. Sostener la creación en grupo, generando horizontes compartidos es quizá lo más complejo en estos tiempos. Por este motivo, alienta conocer a grupos históricos como Malayerba y Teatro de los Andes, que suponen ejemplos vivos de sostenimiento de creación colectiva y búsqueda de lenguaje propio. 

Actualmente, Flor Montoya reside en Maimará, donde trabaja en la creación de un espectáculo y dicta talleres para niños de seis a once años, en la Campana Teatral, Tilcara, los días martes y jueves.