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Mestizaje musical: el elemento negro de la música antigua

Lunes, 16 de abril de 2018 10:23

 Como el lector de esta columna semanal sabe, nos ocupa en esta columna la música clásica y en especial la música antigua, que son el motivo de cada artículo. La música antigua es extensa, no tiene un inicio fijo ni tampoco un límite preciso al final.

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 Como el lector de esta columna semanal sabe, nos ocupa en esta columna la música clásica y en especial la música antigua, que son el motivo de cada artículo. La música antigua es extensa, no tiene un inicio fijo ni tampoco un límite preciso al final.

 El lector ilustrado sabe que la música clásica surgió en Europa, cuna de occidente. Pero el destino de América hizo que formáramos parte de Occidente, con quien compartimos una cultura y lenguaje comunes.

 En artículos anteriores hemos conocido a los autores italianos que llegaron a la América Virreinal: Domenico Zípoli y Enrique Ceruti. Si bien los territorios coloniales recibieron principalmente españoles y gente que habitaba en los territorios sujetos a la Casa de Habsburgo reinante en Madrid y que llevaron música de estos territorios, con la llegada de los Borbones al trono español se dio un giro drástico en lo musical y el gusto estético se orientó hacia Italia. Italia era la cuna de la ópera y este género también empezó a cultivarse en América Latina. Se escribió una ópera en el Virreinato del Perú “La púrpura de la rosa” (estrenada en 1701) cuyo autor es Tomás de Torrejón y Velasco y el libreto es de Calderón de la Barca.

 Estos elementos culturales europeos encontraron acogida en los habitantes de nuestro suelo americano, principalmente dentro de las grandes civilizaciones que ya existían, sobretodo en Bolivia, Perú y México. Lo más interesante es la fusión de elementos indígenas con elementos europeos en las artes: la arquitectura, la pintura, la música. El lector ilustrado y el que no lo es tanto, de Salta y Jujuy no está ajeno a esto, pues el portal de madera del convento de San Bernardo y los ángeles arcabuceros de la iglesia de Uquía son un testimonio del arte barroco sudamericano, con la impronta mestiza que nuestro suelo ha aportado a la historia del arte universal.

 Precisamente, este arte mestizo barroco latinoamericano, produjo obras maestras y dio artistas de gran envergadura. No olvidemos al primer escritor mestizo, el Inca Garcilaso de la Vega y sus crónicas tan famosas, testimonio literario de la colonia.

 En el mismo Perú y teniendo grandes maestros, nace el primer compositor de suelo americano: José de Orejón y Aparicio.

 Pero los elementos africanos son muy importantes. En una época en que la esclavitud era vista como normal, vinieron muchos esclavos de África para trabajar gratuitamente en nuestro continente. Su música clavó muy hondo en nuestra cultura americana, agregando al mestizaje entre español e indígena, un elemento musical único por su ritmo e instrumentos. Lo vemos en el jazz y en la música tropical sudamericana. Los textos antiguos de sus canciones hablan de la lejanía, la “saudade“, que es el echar de menos su tierra. Historias de desarraigo, abandono de sus afectos en África, viniendo a un mundo tan extraño y diferente de su tierra.

 Como mucha música clásica, la música barroca de nuestra América colonial nació como música clásica y se la sigue interpretando así en salas de concierto, principalmente de Europa. En esta ocasión hablaremos del Códice Martínez Compañón.

A finales del siglo XVIII, Baltasar Jaime Martínez Compañón, obispo de Trujillo en el Virreinato del Perú,  hizo un viaje de varios años para conocer la región que tenía a su cargo. Tiempo después, cuando tuvo que dejar Trujillo porque fue nombrado arzobispo de Bogotá en la actual Colombia e hizo una seria de ilustraciones. Estas imágenes, que están actualmente en la biblioteca del Palacio Real de Madrid, se conocen como el “Códice Trujillo del Perú” o “Codex Martínez Compañón”.  Dieciocho de las imágenes del códice Trujillo, contienen las partituras de 20 piezas musicales.  Aunque se trata de música escrita según la tradición europea, tiene elementos que provienen de distintas culturas, justificando el mestizaje de la cultura latinoamericana.

 Una de las obras africanas de este código es “A la mar me llevan sin razón“ y es cantada actualmente por cantantes negros del Perú. Sin embargo, esta canción tan antigua, es ya un documento de la música antigua sudamericana, al igual que las negrillas o guineos, obras navideñas a modo de villancico polifónico cantadas imitando el lenguaje y los ritmos africanos.

 El lector curioso podría escuchar en youtube o spotify las magníficas obras, legado de nuestros antepasados y quizás identificar las melodías o incluso hasta bailar con ellas.

Mi blog: www.musicodemundos.blogspot.com

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