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25 de Abril,  Jujuy, Argentina
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Insensibilidad o demagogia, autoridad o debilidad

Lunes, 23 de abril de 2018 00:00
RODOLFO TECCHI. Renovó su rectorado
GUSTAVO LORES. “Autonomía universitaria”
BEATRIZ BOERO. Con apoyo del gobierno
MARIO PIZARRO. Por Jujuy en el CFE

 Pocas veces como ahora, en Argentina y en Jujuy, queda en evidencia durante gobiernos democráticos, el feroz enfrentamiento entre dos posiciones políticas –casi filosóficas- acerca de cómo tratar y cómo interpretar el humor social y los sentimientos populares: la lucha entre la insensibilidad y la demagogia y la indecisión entre la autoridad y la debilidad. En medio del debate por los altísimos costos de las tarifas, y llena de asombro, la ciudadanía se enteró del proyecto presentado en el Senado, por la expresidente Cristina Elisabet Fernández de Kirchner. La hoy senadora creó un proyecto de ley para suspender por dos años los aumentos en las tarifas de los servicios públicos de electricidad, gas por redes y agua corriente para usuarios residenciales, pymes y cooperativas de trabajo. Además, propone que las tarifas se retrotraigan al precio del 1 de enero de 2017. Si alguien llegase al país y después de un rápido análisis del panorama económico y social de Argentina se encuentra con ese proyecto, no podría menos que elogiarlo y encolumnarse detrás de tan encomiable defensa de los asalariados, los desprotegidos, y las pequeñas y medianas empresas. Pero si ahondase un poco sobre las causales de la situación, tropezaría con -que sino todas-, al menos gran parte de ellas, se generaron precisamente durante la gestión de la autora del proyecto, cuando a lo largo de ochos años, fue jefa del Poder Ejecutivo Nacional. En ese tiempo, el gobierno contuvo artificialmente los aumentos de tarifas y servicios, ocultándolos detrás de una avalancha de subsidios que de paso, sirvieron como fuente de recursos de varias “cajas” que hoy están siendo investigadas en la Justicia por considerárselas gigantescos núcleos de fraudes y corrupción. En síntesis, la práctica de la demagogia, generó un daño que hasta hoy, se tiene como irreparable, especialmente si se lo enfrenta con la necedad o la insensibilidad.

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 Pocas veces como ahora, en Argentina y en Jujuy, queda en evidencia durante gobiernos democráticos, el feroz enfrentamiento entre dos posiciones políticas –casi filosóficas- acerca de cómo tratar y cómo interpretar el humor social y los sentimientos populares: la lucha entre la insensibilidad y la demagogia y la indecisión entre la autoridad y la debilidad. En medio del debate por los altísimos costos de las tarifas, y llena de asombro, la ciudadanía se enteró del proyecto presentado en el Senado, por la expresidente Cristina Elisabet Fernández de Kirchner. La hoy senadora creó un proyecto de ley para suspender por dos años los aumentos en las tarifas de los servicios públicos de electricidad, gas por redes y agua corriente para usuarios residenciales, pymes y cooperativas de trabajo. Además, propone que las tarifas se retrotraigan al precio del 1 de enero de 2017. Si alguien llegase al país y después de un rápido análisis del panorama económico y social de Argentina se encuentra con ese proyecto, no podría menos que elogiarlo y encolumnarse detrás de tan encomiable defensa de los asalariados, los desprotegidos, y las pequeñas y medianas empresas. Pero si ahondase un poco sobre las causales de la situación, tropezaría con -que sino todas-, al menos gran parte de ellas, se generaron precisamente durante la gestión de la autora del proyecto, cuando a lo largo de ochos años, fue jefa del Poder Ejecutivo Nacional. En ese tiempo, el gobierno contuvo artificialmente los aumentos de tarifas y servicios, ocultándolos detrás de una avalancha de subsidios que de paso, sirvieron como fuente de recursos de varias “cajas” que hoy están siendo investigadas en la Justicia por considerárselas gigantescos núcleos de fraudes y corrupción. En síntesis, la práctica de la demagogia, generó un daño que hasta hoy, se tiene como irreparable, especialmente si se lo enfrenta con la necedad o la insensibilidad.

 

¿Volvamos atrás?

         La demagogia, dicen los diccionarios, es la forma de acción política en la que existe un claro interés de manipular o agradar a las masas, incluyendo ideologías, concesiones, halagos y promesas que muy probablemente no se van a realizar, incluso con omisiones y con información incompleta, pretendiendo sólo conquistar  y mantener el poder político a través de conseguir el apoyo popular. Esta palabra en su origen no tenía ningún sentido peyorativo y los demagogos eran defensores de la democracia, como Solón y Demóstenes. Sin embargo, el término evolucionó y se desarrolló a nivel de semántica después de la muerte de Pericles, y un discurso demagógico hoy es un clásico de campaña electoral para dar al público lo que ellos quieren oír. Y en una gestión de gobierno, demagogo es una persona, que dice cosas sólo para agradar a las personas con promesas imposibles de cumplir, o acciones fallidas se disfrazan de éxitos. Más allá de numerosas acciones valiosas y conquistas sociales importantes, el cristinismo transformó el tema tarifas en una práctica demagógica una manipulación deliberada, mientras barría la realidad debajo de la alfombra, acumulando un polvorín que en algún momento,  tuvo que estallar. Paralelamente, mintió las cifras reales de la pobreza, la miseria y la indigencia y destruyó la credibilidad del INDEC para asegurarse la vigencia de su relato. Hoy resulta casi dramático, irónico o un gesto claramente recubierto de hipocresía que sea la señora Cristina Elisabet la autora de un proyecto que detrás de sonar como música celestial para los oídos de los castigados por la economía, pretenda volver a disimular la realidad detrás de la escenografía K. Quiere volver atrás, y aquí, no ha pasado nada. Pero que la señora se anime a esta movida, sólo es posible gracias a la insensibilidad del gobierno que la sucedió.

 El PRO no mintió

         Desde el momento en que asumió la conducción del país, incluso mucho antes, el gobierno del PRO no escondió su ideología liberal proempresaria, lo que no en esencia, no es malo. Pero confió que la sola presencia de Mauricio Macri traería una lluvia de inversiones que hasta hoy sólo es una garúa finita. La teoría del “derrame” que ya fracasó en otras oportunidades, vuelve a fracasar en Argentina, y las mejoras que disfrutan “arriba”, en algún lugar tropiezan con un muro de contención que impide que lleguen “abajo”. El combo se completa con un equipo de gobierno, donde la abrumadora mayoría de los cargos con poder de decisión, no están ocupados por políticos, sino por CEOS, que aplican un criterio economicista alejado –reñido- con la sensibilidad. Los funcionarios hasta aceptan discutir la legalidad de sus inversiones personales desparramadas en diferentes paraísos fiscales, pero jamás admitirán la discusión de los niveles salariales en paritarias abiertas, el deterioro de la situación social, el aumento los excluidos. Ya no alcanzan las promesas incumplidas de contener la inflación, que corroe al país, igual que en la época del cristinismo, mientras destruye el ánimo popular. La diferencia es que ahora se la conoce. Para colmo, las tarifas –y otros precios como los de alimentos, salud,  vestimenta, transporte, etc- se disparan a las nubes mientras los ingresos reptan por el suelo. Mauricio Macri y algún otro funcionario de primer nivel se animan a reconocer la pobreza y la indigencia, esta vez, con datos reales y creíbles. Por sólo reconocerlo, no resuelve el drama, porque la realidad continúa: un país con tarifas europeas, con sueldos africanos.

La “Procard”

       En el frente gobernante aparecen fisuras, los radicales (de rica ideología popular), convidados de piedra de la alianza gobernante, se quejan amargamente, pero siguen firmes en la alianza que les da vida. La Coalición Cívica, cofundadora de Cambiemos, aumenta su dureza a través de la incontinencia verbal de Lilita Carrió. El Congreso, entre su reconocidas movidas de buena y mala fe, quiso sesionar para morigerar la crisis y entre operaciones, jugarretas y avivadas, se le cayó el quórum. El cristinismo, mas algunas izquierdas, algunos con sindicatos y agrupaciones sociales se apropió de la “marcha de las velas” y aunque le bajó la calidad al reclamo, hizo un ruido que sonó muy fuerte. Como sea, todo contribuyó a torcerle el brazo al gobierno. Entonces el PRO llamó a sus socios y tras una breve reunión, les devolvió la llave de judo: todos los que entraron con los tapones de punta, salieron  rápida y sorpresivamente a justificar ante el país que el gobierno “no dará marcha atrás con las tarifas”. Se pagarán las tarifas que el gobierno quiere, y la concesión que no resolverá nada, será poder financiar parte de las mismas. Cambiemos se ha convertido en una especie de tarjeta de crédito: Procard o Cambiocard: un pague el mínimo y después aguante como pueda la bola de nieve que se viene, con sus intereses. Eso para los usuarios residenciales, porque las empresas e industrias de todo tamaño quedan a la intemperie. Como se ve, la insensibilidad –y cierta necedad – del gobierno siguen impertérritas. Y en su tenaz ceguera, no advierte que está despreciando su propio caudal de votantes y destruyendo la más importante masa crítica de la Argentina: la clase media.

La autoridad no peligra

        En la Provincia, todo se parece mucho. En lo económico, y dada la situación de marcada dependencia de Jujuy –como todas las provincias- de las decisiones de la Nación, su camino y su destino van prácticamente atados a la suerte del gobierno nacional. Pero especialmente Jujuy, por la cada día más fuerte adhesión política que el gobernador radical Gerardo Rubén Morales y el vicegobernador massista Carlos Guillermo Haquim, suscriben al PRO. Poco o nada pueden maniobrar con respecto a las tarifas, y a la inflación. Tal vez podrían ensayar como otros estados federales y municipios, una legislación de emergencia tarifaria. Sería de todos modos, de relativa eficacia y quizás hasta les acarrearía algún enojo presidencial. El gobierno nacional les volverá a pedir a las Provincias que compartan el esfuerzo económico financiero de dilatar los aumentos tarifarios y que compartan los costos de las tarifas sociales. Buenos Aires ya dijo si, Mendoza y Córdoba lo piensan. ¿Pero cómo haría Jujuy, que mes a mes tiene gravísimos problemas para pagar sueldos? Hoy Mario Pizarro Secretario de Energía estaría en la reunión del Consejo Federal de Energía, oponiéndose al conviteSe supone. Pero el GM está apretado. Se conoció ayer que en materia de obra pública, Jujuy forma parte de las diez provincias más favorecidas con proyectos nacionales. Completan la lista Buenos Aires, Mendoza, Santa Fe, Santiago del Estero, Neuquén, Salta, San Juan, Entre Ríos y Tucumán. Esos beneficios, como es obvio, no son gratis. El comportamiento de los legisladores nacionales por Jujuy, (martes y miércoles se ventilarán las tarifas en el Congreso), arrojará claridad sobre la dirección del gobierno y las condiciones del esfuerzo de la gente. Más allá de este hecho puntual y caliente, al estado Provincial también le cuesta mucho reparar errores. Los acepta, pero convive con ellos. No obstante los dichos del gobernador, los cambios realizados hasta hoy, salvo excepciones contadas, nunca fueron tales, sino movimiento de piezas, enroques, y hasta premió a los cuestionados, sacándolos del foco de las quejas hacia otros destinos más tranquilos. En lo estructural, los más importantes  sueños del gobernador son de largo plazo. En lo coyuntural, la realidad se repite y asfixia. Así, muchas actitudes terminan pareciendo una sordera crónica y casi una negación de esa realidad. Y el GM, se hace cargo de fallas, incompetencias manifiestas e impericias ajenas. Quizás porque prefiera eso, antes que el riesgo de “meter el bisturí hasta el hueso”, temiendo posiblemente  que ello se interprete erróneamente como caer en una crisis de autoridad. Quien conozca al GM, sabe eso es imposible, por eso es más incomprensible la actitud. La autoridad de GM no peligra. Pero todo sigue así: Siguen echando la culpa a la herencia, cuando, después de tanto tiempo, la herencia ya es la de sus propios actos. Los menos habilidosos siguen cayendo en el lugar común de decirse atacados por la política de medio pelo, y se equiparan con los K, cuando se pretenden víctimas de persecución política para evadir realidad. La suerte de los gobiernos nacional y provincial, es que hasta hoy, todavía pueden pensar con cierta tranquilidad un 2019 favorable. Ayuda a ello, el desorden consuetudinario y hoy agravado del peronismo, fogoneado de distintos modos desde Balcarce 50 y San Martín 450.

Los temas locales

        Pero hay otros temas. La Universidad Nacional ya eligió autoridades por cuatro años más. Rodolfo Tecchi revalidó su gestión y lo acompañará Ricardo Slavutsky como vicerrector. El doctor César Arrueta será el decano de humanidades y Ciencias Sociales. El Ingeniero Dante Hormigo será decano de Ciencias Agrarias, y Javier Martínez asumirá el decanato de Ciencias Económicas. Tal como se anticipaba, la elección reñida en Ingenierías, determinó que el ganador licenciado Gustavo Lores, actual decano y la segunda, Ingeniera Beatriz Boero, deberán concurrir a una segunda vuelta ya que ninguno alcanzo el 51% de los votos. Esta elección fue un pequeño dolor de cabeza para el gobierno radical de Jujuy, ya que el propio Gerardo Morales jugó todas sus fichas en apoyo explícito de la ingeniera Boero, y confiaban en una victoria tranquila que finalmente no se dio. Mañana y pasado se resolverá en una segunda vuelta. Pero es más que una elección de facultad: peleará el gobierno radical del GM, buscando el control del oficialismo en una importante casa universitaria, con el resto de la comunidad de ingeniería, a la que Lores promete mantener   independencia de los partidos políticos para sostener la preciada autonomía de su facultad. De todos modos, la UNJu, conducida por Tecchi, ya tiene su fuerte sesgo Justicialista, aunque el rector demostró tolerancia, ecuanimidad y cintura para conducirse frente a las diferencias.

           Las audiencias por la Mega causa siguen. La fallida indagatoria al exgobernador Eduardo Fellner dejó como consecuencias heridas en el ministerio público de la Acusación. Un jefe de fiscales disgustado in extremis, una fiscal (Liliana Fernández) desplazada de la función, y otro fiscal (Diego Cussel) y hasta el mismísimo juez de Control (Isidoro Cruz) en la mira de algunos enojados. La quedó en jaque, fue la propia Justicia. La declaró el intendente de la ciudad Raúl Jorge, con planteos previsibles y ya anticipados: “vivíamos un infierno”, sintetizó. Y ya amplió su declaración Lucio Abregú, extitular del IVUJ, quien aumentó significativamente el volumen de sus precisiones incluyendo detalles y nombres de protagonistas, con tal claridad y minuciosidad que sorprendió magistrados abogados. Hoy declara la señora Milagro Amalia Ángela Sala Leyton, que lleva más de dos en prisión esperando la oportunidad de decir lo suyo, y muchos esperan que de sus dichos también comiencen a salir definiciones que acerquen a la causa a un final ya muy dilatado. De todos modos, filtraciones de última momento indicaban habría que esperar posibles importantes novedades, modificaciones y hasta alguna unificación de criterios en la estrategia de las defensas que podría traer giros inesperados en la “megacausa”.

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