Cerca, muy cerca de la celebración del Día del Periodista, él celebraba su cumpleaños. Quizás, o no, esa cercanía, lo haya predispuesto a este oficio-profesión- pasión.
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Cerca, muy cerca de la celebración del Día del Periodista, él celebraba su cumpleaños. Quizás, o no, esa cercanía, lo haya predispuesto a este oficio-profesión- pasión.
Oscar d’Oliveria, uno de los próceres del periodismo jujeño, hoy cumpliría 93 años, y seguramente de haber estado entre nosotros seguiría trabajando con grabador y cámara en mano, porque esa era su esencia, así lo recordamos todos, los periodistas que compartimos con él las últimas décadas de su vida en nuestro diario El Tribuno de Jujuy, los que trabajaron con él antes de este tiempo, y los que no trabajaron con él, pero que sin dudas lo conocen, porque todo el que se precie de ejercer el periodismo local, es muy raro que no lo conozca.
Es que hasta su último día de vida anduvo en medio de los acontecimientos de actualidad, buscando la información, grabando, fotografiando, y sorprendiendo con su energía comunicacional a cuanto periodista en actividad hubiera en la calle, de la mitad de edad que él.
Oscar d’Oliveria, "El Purrete", como lo bautizaron en el ambiente, cerró sus ojos poco antes de cumplir los 90 años en abril del año 2015.
Hasta ese momento fue el editor, productor y escritor principal del suplemento literario- cultural, que sale todos los domingos con nuestro matutino, Literarte.
Y escribía en una computadora, usaba un procesador de textos y enviaba por mail sus trabajos, usaba celular, y como éstos detalles llamativos en un hombre que pisaba los 90 años, podríamos seguir enumerando muchos más. Es que la vitalidad de sus ganas de hacer periodismo, no le permitían rendirse a los obstáculos tecnológicos -porque para la gente de generaciones mayores, no resulta una facilidad, sino una complicación- y cada día sorprendía en nuestra redacción, con un avance más en sus conocimientos.
Han pasado tres años de su partida, y aún hoy, quienes lo conocimos, de cerca o no tanto, seguimos pensando, cuándo volverá a aparecer un periodista de 24 horas como lo era él. Tal actitud pueder ser buena o mala, en su caso no había nada contraindicaciones, porque era su mayor placer, su elixir de vida, el seguir preguntando y escribiendo.