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De cómo nos gusta la música clásica y no lo sabíamos

Lunes, 23 de julio de 2018 11:02

Nuestro querido lector sabe que elijo escribir sobre cultura musical en esta columna. Cultura, música y reflexión desde un ordenador portátil o incluso desde el teléfono móvil que viaja conmigo acompañándome hacia rincones distantes, desde los cuales me inspiro y trato de llevar al lector junto a mí, para que conozca, comparta, lea, disfrute y busque en internet, ampliando a través de la lectura su horizonte y que gracias a diario El Tribuno de Jujuy, es posible hacerlo: volar sin desplazarnos de casa, donde disfrutamos un café mientras nos vamos enterando.

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Nuestro querido lector sabe que elijo escribir sobre cultura musical en esta columna. Cultura, música y reflexión desde un ordenador portátil o incluso desde el teléfono móvil que viaja conmigo acompañándome hacia rincones distantes, desde los cuales me inspiro y trato de llevar al lector junto a mí, para que conozca, comparta, lea, disfrute y busque en internet, ampliando a través de la lectura su horizonte y que gracias a diario El Tribuno de Jujuy, es posible hacerlo: volar sin desplazarnos de casa, donde disfrutamos un café mientras nos vamos enterando.

 Pues bien, hemos visto en la edición anterior que las fronteras entre la música popular y la música clásica, en realidad no existen. No existen desde el punto de vista del receptor, del público que es en definitiva a quien va dirigida la composición. En verdad, la música clásica ha sido concebida para el público, sin público no hay música. Por supuesto, ésta determinada por los tiempos, las corrientes de pensamiento y claro, las modas.

 Así, muchas óperas, que son las obras favoritas musicales de quien escribe esta columna, se han convertido en populares gracias a las melodías que nos invaden por la publicidad y la televisión. Esto quiere decir que hay que perder el miedo a la música clásica. Para que deje de ser algo aburrido o incomprensible, pues los hechos nos demuestran que la conocemos y nos gusta.

 ¿Quién no conoce o mejor dicho, reconoce la “Habanera” o la “Marcha del Toreador” de “Carmen” de Georges Bizet, cantada por una gitana española la primera y la segunda por el barítono toreador  y que suena tan bien a nuestros oídos? Las óperas de Verdi, tan “italianas”, con sus valses, sicilianas, su chispa que nos transporta directamente a la península sin mover el pié de nuestras casas, como el “Brindis” de “La Traviata” o “La donna é mobile”, de la ópera “Rigoletto”. Mozart goza de gran popularidad con algunas de sus obras, como la “Marcha a la turca” que se puede escuchar en ritmos bailables y con los instrumentos más diversos pero que la escribió originalmente  para su piano. También hemos escuchado esta obra de Mozart  en series de dibujos animados de Warner Brothers, cuando las series animadas eran dibujadas artesanalmente y con amor.

 Muchos de los dibujos animados clásicos que vimos en nuestra infancia nos acercaban de manera divertida a la música clásica, como los el conejo Bugs Bunny tocando el piano o dirigiendo una orquesta. O cuando se convierte en peluquero de Elmer, emulando a Fígaro, de la ópera “El Barbero de Sevilla” de Gioacchino Rossini. Así, nos hemos reído y nos seguimos riendo cuando vemos estos dibujos animados en youtube, por ejemplo. O la rana cantante de Warner Bros que cantaba el aria de Figaro “Largo al Factotum della città”. Con la tecnología podemos acceder en cuestión de minutos a nuestros recuerdos o ir más allá. Quizás hasta nos animamos a descubrir, ver, escuchar y disfrutar de “Il Barbiere di Siviglia” en youtube o vimeo en su forma original, escrita como ópera cómica.

También hemos escuchado en los dibujitos las sonatas de Liszt, un compositor húngaro que compuso obras dificilísimas para el piano pero cuando vemos al gato Tom, de “Tom y Jerry”  de la Metro Goldwyn Mayer disfrutamos sin saberlo de una obra de concierto y formando parte nosotros desde nuestra niñez, de un público privilegiado. En ese momento, como niños, estábamos presentes en una sala de concierto de Europa con una orquesta sinfónica, sin imaginárnoslo.

 También los dibujos de Walt Disney con las películas del ratón Mickey como “Fantasía” o “Aprendriz de brujo”, que todos recordarán y reconocerán, pues es el emblema de muchos motivos de la firma Disney: el ratón Mickey con su sombrero de cono y la varita mágica. Lo que no sabíamos pero sí habíamos escuchado, era que la música era del compositor francés Paul Dukas.

 De Alemania, más bien se conocen obras sinfónicas, debido probablemente a lo endemoniadamente difícil de su lengua. Reconocemos y nos imaginamos qué puede querer decir “l´amour”, “mobile”, “bindisi”, “imposible” pero si leemos “Sehenswürdigkeiten”, quizás el sólo ver tantas letras juntas en una palabra nos hagan desistir de querer saber lo que significa. Entonces, en vez de cantar una obra alemana nos acordaremos de la Novena Sinfonía de Beethoven con la Oda a la Alegría, la Quinta sinfonía, asociada a las películas de suspenso y que se ha convertido en el mayor representante de música sinfónica popular, que hasta podemos escucharla en versión salsa cubana interpretada por una orquesta noruega para acercar a los mayores detractores por desconocimiento de la música clásica. Quizás hasta la hayamos bailado, como la cumbia “Para Elisa”  de los Destellos del Perú pero originalmente compuesta por Beethoven y que jamás se habría imaginado que en los carnavales de San Pedro de Jujuy y en sus legendarios bailes del suburbio la gente de la otra orilla del océano se descosería bailando al amanecer de Año Nuevo al ritmo frenético la sonata “Para Elisa”, compuesta con gran seriedad para el piano, que tanto amaba este serio compositor alemán. Pero como murió sordo, quizás nunca habría podido escuchar la versión cumbia, que le habría arrancado una risa, pues precisamente estos muchachos hicieron una vez más universal y popular su obra y su mensaje, esta vez, en los bailes populares de San Pedro de Jujuy y su alegre público carnavalero, que ahora conoce “Para Elisa” y a Beethoven, el compositor de música clásica sinfónica por excelencia, también en versión cumbia.

 

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