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Entre el juego, la risa y la expresión de fe

En Tilcara, la parroquia la organizó en la plaza chica, donde los vecinos jugaban a ser quienes no eran.
Jueves, 26 de julio de 2018 18:13

Jugar, cambiar de roles, volver a la inocencia de la niñez como Jesús con su abuela Ana.

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Jugar, cambiar de roles, volver a la inocencia de la niñez como Jesús con su abuela Ana.

El banco de la República de Santa Anita no parece preocuparse por la cotización del dólar, y las armas de los asaltantes, que pronto serán detenidos, apenas si hieren con la risa.

El preso y el carcelero se ríen por igual, otro atiende los casamientos con más atuendo de rey mago que de sacerdote, y el padre Aldo oficia de locutor.

La celebración de Santa Anita, tras la de Santiago, tiene esas cosas. Tiene alegría, juegos y miniaturas.

La de la víspera suele ser más seria y ceremonial con sus cuartos, sus samilantes y su torito, con la presencia gaucha y sus caballos, pero la de la madre de la Virgen María, no por ser alegre olvida su esencia religiosa: las imágenes encabezando la jornada, la misa previa, y uno se queda pensando en a quién se le habrá ocurrido poner de sinónimos lo religioso y lo solemne.

El cartel de bienvenida dice palabras como "unión con nuestro prójimo", "paz con nuestros hermanos", "felicidad y bienestar", y detrás del cartel se ve a la gente compartiendo, buscando con la vista para reírse de quien fue detenido, quien se casa, quien se cubre el rostro para asaltar el banco, y yo mismo, preocupado por tomar las fotos, casi soy arrastrado a prisión por no haber comprado antes mi documento.

Por la calle, gente llevando sus pequeñas tortas, niñas que se alegran de que les hayan comprado los vestidos de muñecas, y no falta quien les pregunta por la República de Santa Anita. Allá, señala, en la Plaza Chica, dice con el nombre por el que todos conocen a la plaza de la iglesia de Tilcara. Así pasamos por esta celebración que nos recuerda que se puede sonreír a la hora de expresar la fe.

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