TILCARA. El grupo Tierra Viva tiene expuesta, en el museo "Soto Avendaño" hasta el 25 de agosto, una muestra de arte colectiva de Salta y de Jujuy. Es difícil escribir cuando la propuesta es tan heterogénea. En las paredes están colgadas obras disímiles, tanto en estilo como en trabajo.
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TILCARA. El grupo Tierra Viva tiene expuesta, en el museo "Soto Avendaño" hasta el 25 de agosto, una muestra de arte colectiva de Salta y de Jujuy. Es difícil escribir cuando la propuesta es tan heterogénea. En las paredes están colgadas obras disímiles, tanto en estilo como en trabajo.
Así están los motivos festivos de Beatriz Varela, por ejemplo, donde aquello que parece haber quedado de un Año Nuevo flota en la ebriedad de tonos que recuerdan a Kandinsky; la copa de un árbol tratada por Daniel Costas casi con paleta japonesa, con hojas rosas y blancas como pétalos; el tratamiento cubista de la iconografía de Hilda Pantoja, donde los pájaros llevan zurcidos, como heridas, tramos de pictogramas ancestrales.
"El Hombre de Piedra" de José Luis Ortiz, casi mítico con algo de historieta de aventuras, que lleva la faja incaica en la mano; el paisaje de velero, lago y puesta de sol en la reminiscencia impresionista de Laura Inés Aquenes; el detalle de la mano regordeta del niño amasando barro sobre el parquet, en el cuadro firmado por Marcela Díaz; el niño coya, yendo a la escuela en una mañana fría, descompuesto por líneas como si se lo viera tras una ventana recortada con masa, de María Teresa Vargas. La casa en el cerro propuesta por Mónica Aguirre con colores y pincel müncheano casi agresivamente, y la descomposición de motivos iconográficos para rearmar una figura clara pero cercenada al sol, obra de Silvia Nora Wagner, son algunas de las piezas donde lo disímil parece hablarnos de un tiempo del arte en el que no reina un solo estilo, sino que florecen cien flores distintas.