La veneración a la Pachamama es la más antigua de las manifestaciones religiosas de la región andina de América del Sur.
Corresponde a una concepción en que la tierra es considerada un ser vivo sagrado, fundamento de la existencia.
En tiempos de los incas el centro divino cambió trasladándose al sol, y el culto a la Pachamama fue oscurecido y desplazado por Inti y Quilla, por Viracocha y los Hijos del Sol
Esa milenaria ceremonia se vivió en La Quiaca de manera muy especial, evento del cual participaron adultos, jóvenes y niños revalorizando las costumbres ancestrales norteñas.
Es sabido que con los primeros minutos del 1 de Agosto la gente comienza con la corpachada y a sahumar con coa e incienso los hogares e instituciones, algunas celebraciones duraron hasta los primeros rayos del Inti.
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Por las calles el aroma característico nos hace recordar que estamos en el octavo mes del año.
En ese lugar se congregaron pobladores, comunidades originarias, turistas y autoridades comunales, bajo un firmamento celeste, con intenso viento.
Pasado el mediodía dio inicio el ritual, la boca de la Pachamama se abrió para que los participantes con profunda devoción y de rodillas procedieran a dar de comer y beber a la Pacha.
Como condimento extra acompañaron copleros y conjuntos locales, durante la ceremonia hubo comidas típicas para la comunidad de esta localidad y los turistas que estaban presentes.
Cuando el humo y aroma que produce la coa cubría el lugar artistas locales y copleros brindaron un espectáculo folclórico, mientras los presentes se deleitaban con kalapurca.
Luego las autoridades y visitantes se trasladaron hasta el remozado mercado central que lleva el nombre de “La Lucía”, donde también hubo ceremonia a la Pachamama por parte de los puesteros y feriantes.
El pedido a la Madre Tierra fue unánime en ambos rituales salud y trabajo, lo último quizás por los tiempos difíciles que embarga a todo el país y la región puneña una de las más pobres y postergados de Jujuy.
En la Puna el culto es imperecedero, como lo es toda la simbología cosmogónica andina, que no es otra cosa más que la síntesis de las tradiciones ancestrales, y de la religiosidad andina que no ha desaparecido a través del culto y religiosidad que se practica en la zona puneña.