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Las celebraciones en torno a la Cruz

La más llamativa es la devoción al Señor de Quillacas, que hace décadas cruzó las fronteras para quedarse.

Miércoles, 12 de septiembre de 2018 17:50

por el padre Rubén Cruz

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por el padre Rubén Cruz

En septiembre hay varias celebraciones en torno a la Cruz, en nuestra provincia la más llamativa es la devoción al Señor de Quillacas, que hace décadas cruzó las fronteras de Bolivia para quedarse de a poco en los distintos rincones de la Quebrada, Puna y zona de las Yungas, más allá del historial de la aparición de la imagen del Cristo Doliente que vale tenerlo en cuenta para no quedarse sólo con la mirada de historiador o antropólogo cazador de ritualismos culturosos de tinte religioso.

Lo cierto el lugar es de una geografía altiplánica cercana relativamente a las ciudades de Potosí y Oruro, Quillacas sigue siendo una población pequeña que pareciera alcanzar unos de los mayores movimientos en esta festividad. En las vísperas comienzan a llegar los peregrinos de las comunidades cercanas al santuario. Las luminarias comienzan a encenderse después de la misa en distintos lugares del pueblo. Pero la más esplendente se da a los pies de la Cruz del Señor, miradas , lágrimas, gestos suplicantes, más las velas orantes impregnadas de anhelos, milagros y agradecimientos, que para algunos puede ser nada más que una manifestación de religión mágica pero no! Es el silencio cabal de intuir que "alguien escucha" "porque alguien habla" casi suplicando y agradeciendo, momento propicio para tener en cuenta y rememorar al Nazareno, que murió de la forma más humillante de la época, clavado en un madero. Sus palabras de agonízate. "Eloí, Eloí lamá sabachtani", Dios mío! Dios mío! ¿Por qué mes has abonado?"Padre en tus manos entrego mi espíritu" (Lc. 23,46). Sus brazos inhiestos pareciesen abrazar al peregrino en su cruz real y cotidiana y en ella a los crucificados del mundo de ayer y hoy.

Abrazar a los condenados sin tierra, a los sin trabajo, a los sin vivienda dignas, a los que le falta el pan de cada día. A los jóvenes, niños y niñas arrinconados en las penumbras de la marginalidad. Luego será el recuentro de promesantes con sus sonoras presencias y sus coloridas vestimentas andinas, los peregrinos del norte argentino constituyen grupos que compartieron varias novenas, desde la "atada" de los coloridos arcos de la abundancia hasta la challada de buen caminar hacia el santuario del "Tata Quillacas" el devoto trata de ser fiel al mismo Jesús de Nazareth que no se quedó prolongando el Viernes Santo, sino que irrumpe en la vida plena de la Pascua por eso despliega su emoción más profunda de haber sido escuchado, lo demuestra en el compartir los cánticos de tonadillas dolientes, música, tragos que amojonan la certidumbre que el Dios que cree no se quedó en el madero sino que está Vivo.

El creyente regresa muchas veces empoderado en el amor y la gratuidad.

Decirse compañeros o compañeras es reafirmar el compartir el camino de la fe en esta historia concreta con sus formas simbólicas y evocativas propio de creyente andino donde no hay demasiados dogmas ni estentóreos aleluyaticos sino sólo su vivencia que hace vislumbras que hay algo más allá del sol.

 

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