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"Yo no me hallaría en otro lugar, que con ustedes"

"Agradezco por todo lo que esta Iglesia me ha dado y me ha hecho. Estoy feliz de dar mi vida por Cristo", dijo.

Jueves, 27 de septiembre de 2018 01:00

El martes la feligresía de la Prelatura de Humahuaca celebró los 25 años de la ordenación episcopal de monseñor Pedro Olmedo con una misa en la catedral Nuestra Señora de la Candelaria.

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El martes la feligresía de la Prelatura de Humahuaca celebró los 25 años de la ordenación episcopal de monseñor Pedro Olmedo con una misa en la catedral Nuestra Señora de la Candelaria.

Con el acompañamiento de los obispos de la Diócesis de Jujuy, Daniel Fernández; el arzobispo de Salta, Mario Cargnello; el obispo coadjutor de Humahuaca Félix Paredes Cruz, sacerdotes de la Prelatura y de la comunidad humahuaqueña que llenó la iglesia catedral se realizó una misa que dio inicio alrededor de las 19.

Durante la ceremonia religiosa, monseñor Olmedo habló sobre estos años como pastor de la Prelatura, mencionó que sintió el llamado de Dios desde muy pequeño y recordó a monseñor Marcelino Palentini. En otro momento, se dirigió especialmente a la gente de la Prelatura y dijo "yo no me hallaría en otro lugar que no sea con ustedes".

Asimismo, el obispo mostró su agradecimiento a todos aquellos prelados que le hicieron llegar sus saludos y principalmente mostró su gratitud a la Iglesia, "agradezco por todo lo que esta Iglesia me ha dado y me ha hecho. Estoy feliz de dar mi vida por Cristo", expresó.

Ya finalizando la ceremonia, el obispo coadjuntor de la Prelatura Félix Paredes Cruz leyó una emotiva carta escrita por el fallecido y querido obispo de la Diócesis de Jujuy, monseñor Palentini, cuando recién llegó a Jujuy y en la que describe a monseñor Olmedo como "un gran amigo, un hombre lleno de fe, de fervor apostólico y de entrega generosa a su pueblo".

En otro párrafo de la carta, Palentini se refiere a Olmedo como "un hombre de Dios que quiere vivir en la Puna como en el llano y su misión es llevar a todos a Cristo" y que vino aquí "a servir humildemente a quien lo necesitara, para decirle sí al Señor todos los días, en el lugar que sea, entre los mineros, los enfermos, los asistentes sanitarios en los parajes aislados de la Puna o en las ciudades".

Finalmente, el arzobispo de Salta Mario Cargnello leyó varios de los saludos que los obispos del Noroeste le hicieron llegar a monseñor Olmedo en tan importante fecha para la feligresía humahuaqueña.

Luego, los obispos, sacerdotes y la gente se dirigieron al patio lateral de la iglesia. Allí, los tres obispos descubrieron un cartel ubicado en un pino que había sido plantado hace 25 años, cuando monseñor Olmedo fue consagrado como obispo. El cartel tiene la siguiente leyenda: "Este pino fue plantado cuando P. Olmedo fue consagrado como obispo, hoy sus ramas dan sombra, nos recuerda que ya pasaron 25 años y que es tiempo de dar gracias a Dios porque es el pastor que acompaña a su pueblo: caminando delante, abriendo caminos y descifrando los signos de los tiempos para ver lo que el Señor quiere de su Iglesia. Caminando en el medio, compartiendo esperanzas, dolores, alegrías y sueños. Y va al final, ayudando a los débiles. Gracias Padre Obispo por ser padre y hermano de todos".

En esa celebración, monseñor Fernandez expresó que "estamos con mucha alegría en esta gozosa celebración por los 25 años de obispo de monseñor Olmedo pero también por sus más de cuarenta años de misionero en esta zona" y añadió que "agradecemos tanto estos testimonios en nuestra iglesia que nos reconfortan porque a veces vemos tantas otras cosas que no nos gustan y cómo no resaltar estos ejemplos que son los más, gracias a Dios, de fidelidad, de servicio, de gastar la vida por los demás", manifestó el obispo de la Diócesis de Jujuy.

En este día monseñor Olmedo expresó que "soy un obispo ambulante, que recorre los 35 mil kilómetros cuadrados de la Prelatura permanentemente" y agregó que en estos años "todo ha cambiado mucho incluso en los lugares más alejados y hemos trabajado mucho en el compromiso social, se ha luchado con las comunidades por sus tierras, con los mineros y lo que se ha promocionado los derechos de las mujeres de nuestra zona desde la iglesia es bastante".

Lo nombró Juan Pablo II y el 25 de septiembre de 1993 se consagró

Pedro María Olmedo Rivero nació el 21 de octubre de 1944 en San Juan de Aznalfarache, Sevilla (España). Este misionero Claretiano cursó sus estudios primarios en su lugar de nacimiento y los secundarios en el Colegio Claret (Heliopolis), Sevilla. Luego ingresó a la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María (Claretianos), profesando en la misma el 29 de septiembre de 1964. Cursó los estudios de Filosofía en los Seminarios Mayores de la Congregación de la provincia de Betica (España) y Teología en el Seminario Mayor interprovincial de la Congregación de Salamanca. Fue ordenado sacerdote el 6 de junio de 1972 en la Parroquia P. Claret de Heliopolis (Sevilla).

Llegó a la Prelatura de Humahuaca en septiembre de 1972 y desempeñó diversos cargos y servicios: fue párroco de Mina Pirquitas, Humahuaca e Iruya; delegado de Liturgia y coordinador de Pastoral; encargado del Seminario Menor de Humahuaca. Realizó un trabajo de promoción humana, integrando el equipo de Oclade (Obra Claretiana para el Desarrollo). Además fue coordinador y supervisor del programa de Atención Primaria de la Salud en Iruya y Mina Pirquitas.

El 24 de febrero de 1991, Olmedo fue designado como nuevo Administrador Apostólico de la Prelatura y luego de casi tres años fue nombrado como obispo por el papa Juan Pablo II el 7 de julio de 1993.

Su Consagración Episcopal se realizó el 25 de septiembre de 1993, a las tres de la tarde, en el Monumento a los Héroes de la Independencia ante casi tres mil personas.

Monseñor Olmedo ha sido un fiel seguidor de Cristo, ha recorrido cada rincón de la Prelatura llevando el mensaje evangélico a las comunidades más alejadas. La gente de cada lugarcito de la Prelatura lo conoce, lo respeta, lo quiere y confía en él. Siempre se ha mostrado cercano y presente en la realidad, es considerado como un “luchador social” aunque una mejor definición sería “defensor incansable y practicante del Evangelio”.

Su opción siempre fueron los pobres, los desprotegidos, los olvidados.

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