Érase una vez un hombre unido a una lata de espinacas y gracias a estos vegetales, Popeye logró vencer cualquier desafio durante 90 años.
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Érase una vez un hombre unido a una lata de espinacas y gracias a estos vegetales, Popeye logró vencer cualquier desafio durante 90 años.
La figura apareció por primera vez en 1929, en la serie de comics Thimble Theatre. Desde entonces, su popularidad creció y el personaje sigue hoy ilusionando al público con el encanto y el físico inolvidable con tatuaje de ancla y pipa que le caracteriza.
Un éxito inesperado
El creador de Popeye, Elzie Crisler Segar, concibió al marinero como un “actor” secundario. En 1919, el dibujante publicó la serie cómica Thimble Theatre, en la que al principio apareció la que posteriormente sería su novia Olivia. El popular marinero, cuyo nombre significa “ojo saltón”, robo el protagonismo al resto de figuras a partir de 1929.
Los compañeros de Popeye
La historia de amor entre Olivia y Popeye comenzó con un beso accidental en la mejilla. Desde entonces, el marinero está locamente enamorado y trata de llamar su atención. Tras saltar a las pantallas de cine, el sucesor del dibujante Segar introdujo al personaje de Bruto, una figura que en las versiones anteriores solo había aparecido en un episodio.
Enemigos acérrimos
Bruto también está enamorado de Olivia. Y por eso, este musculoso adversario siempre termina enfrentándose a Popeye. Generalmente, Popeye consigue burlar a Bruto que, pese a su gran tamaño, no tiene suficiente inteligencia.Ni siquiera cuando se mete en otros personajes como el Simbad que representa la imagen.
Fracaso en el cine
En los años 40 se pudo ver por primera vez la figura de Popeye como dibujo en los cines. Posteriormente, pasó a televisión en 1957. En 1980, Robin Williams interpretó a Popeye en su primera versión “real” para cine. A su lado, Shelley Duvall como Olivia. Fue el debut de Williams en cine y la película no triunfó, pero eso no impidió que el actor hiciese posteriormente una gran carrera.
Un pueblo para Popeye
En la película, el protagonista naufraga hasta llegar al tranquilo pueblo costero de Sweethaven. Allí Popeye trata de buscar al padre que había perdido y tiene que superar algunas aventuras. Aunque la película no interesó a casi nadie, los escenarios de la película, situados en la isla de Malta, prosperaron convirtiéndose en Pueblo Popeye, un destino que hoy todavía atrae a muchos turistas.
Recuerdo para la eternidad
La figura de Popeye no solo se ha perpetuado en la pantalla y en los cómics. El personaje también se aseguró su puesto en la cultura pop. El artista estadounidense Jeff Koons erigió una estatua de casi dos metros en honor al marinero. Por supuesto, con su lata de espinacas. En 2014, el empresario Steve Wynndie compró la estatua por 28 millones de dólares en una subasta en Nueva York.
Fuente: dw.com