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El posmacrismo encendió una feroz interna en el Gobierno

Domingo, 13 de octubre de 2019 01:03

El posmacrismo ya se respira en todos los actores relevantes de la sociedad, pero particularmente en las filas de Juntos por el Cambio, donde el 12 de agosto se desató una feroz interna por el futuro liderazgo de ese espacio. 
Oposición dialoguista u oposición intransigente, ese será el trascendente debate que debe saldar el oficialismo tras las elecciones del 27 de octubre. La discusión, que ya se está produciendo, traerá consigo un fuerte pase de facturas hacia el Presidente y su entorno más estrecho, tanto por la debacle electoral en las primarias como por la pérdida casi absoluta de poder territorial. 
Entre tanta incertidumbre económica, en estos momentos las certezas las está dando la política, ya que los sectores financieros, sociales y jurídicos del país dan por hecho que no habrá marcha del “Sí se puede” ni debate presidencial que revierta la abultada victoria de Alberto Fernández. Y más aún: según las últimas encuestas, la diferencia entre el peronismo y el oficialismo no sólo no logró achicarse, sino que se habría estirado hasta los veinte puntos en todo el país. 
Los sondeos también marcan un crecimiento de Roberto Lavagna, quien estaría comenzando a captar a muchos desencantados con la Casa Rosada. ¿Qué perfil de votante es el que respaldaría ahora a Consenso Federal y no lo hizo en agosto? La respuesta la tienen José Gómez Centurión y José Luis Espert, quienes estarían realizando una peor performance que hace dos meses. Macri, por su parte, continúa estancado en torno a los 32 puntos. A esta altura del partido, la palabra milagro ya ni siquiera se menciona como una cuestión motivacional en las filas del Gobierno.
Parece una paradoja, pero pese a que los actos que está realizando Mauricio Macri en distintos puntos del país son más masivos de lo que se esperaba, el Presidente está cada vez más aislado en materia política. Ocurre que los hombres de negocios apoyan abiertamente a Fernández, los gremialistas unen fuerzas para fortalecer al Frente de Todos, los magistrados fallan en contra del Gobierno, los obispos endurecen su discurso contra la pobreza y los aliados toman distancia para no perder aún más capital político. 
Cuando el barco se hunde, sólo los incondicionales se quedan en él, aunque el gran problema de Macri es que este selecto grupo se reduce hoy a muy pocos dirigentes de peso, entre los que se desatacan Marcos Peña, Miguel Pichetto, Elisa Carrió y Gerardo Morales. Todos ellos, al menos por lo que se percibe hasta ahora, representarían el ala más dura en una eventual oposición macrista desde el próximo 10 de diciembre. 
Tan mala es la imagen de Macri entre la opinión pública que el jueves en Salta ni siquiera fue recibido por el intendente Gustavo Sáenz, quien en noviembre se transformaría en el próximo gobernador. El jefe comunal no quería bajo ningún concepto sacarse una foto con el jefe de Estado antes de las elecciones provinciales de noviembre. La ausencia de Sáenz fue llamativa, ya que fue uno de los intendentes más oficialistas durante los últimos cuatro años y la alianza provincial que encabeza está integrada, entre otros partidos, por el PRO. 
La soledad que el Presidente exhibe arriba de cada escenario que pisa en las provincias contrasta dramáticamente con el respaldo transversal que tenía el mandatario hace menos de dos años, cuando se impuso cómodamente en los comicios legislativos. Es evidente que la crisis económica (devaluación, recesión e inflación) pulverizó la atracción de cualquier discurso republicano y moralista a los que acudía -y acude- permanentemente Macri.
En la vereda opuesta al Presidente se agrupan María Eugenia Vidal, Horacio Rodríguez Larreta, Alfredo Cornejo, Rogelio Frigerio, Emilio Monzó, Enrique “Coty” Nosiglia, Martín Lousteau y varios intendentes oficialistas del conurbano. Todos esos dirigentes sienten que, tras la mala gestión económica de Macri, una confrontación demasiado directa con el kirchnerismo los podría ubicar en un lugar poco seductor ante la opinión pública. 
El radicalismo, de mantenerse la coalición de gobierno, tendrá mucho más peso que antes, ya que tres de los cuatro gobernadores que tiene el oficialismo pertenecen a la UCR.
¿Cuál será la postura de Macri en un eventual gobierno de Alberto Fernández? Eso aún es una incógnita. Incluso, hay rumores de que el Presidente estaría pensando en irse a vivir un tiempo a España cuando finalice su mandato. Las versiones, al menos hasta ahora, no fueron desmentidas de manera contundente por nadie. 

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El posmacrismo ya se respira en todos los actores relevantes de la sociedad, pero particularmente en las filas de Juntos por el Cambio, donde el 12 de agosto se desató una feroz interna por el futuro liderazgo de ese espacio. 
Oposición dialoguista u oposición intransigente, ese será el trascendente debate que debe saldar el oficialismo tras las elecciones del 27 de octubre. La discusión, que ya se está produciendo, traerá consigo un fuerte pase de facturas hacia el Presidente y su entorno más estrecho, tanto por la debacle electoral en las primarias como por la pérdida casi absoluta de poder territorial. 
Entre tanta incertidumbre económica, en estos momentos las certezas las está dando la política, ya que los sectores financieros, sociales y jurídicos del país dan por hecho que no habrá marcha del “Sí se puede” ni debate presidencial que revierta la abultada victoria de Alberto Fernández. Y más aún: según las últimas encuestas, la diferencia entre el peronismo y el oficialismo no sólo no logró achicarse, sino que se habría estirado hasta los veinte puntos en todo el país. 
Los sondeos también marcan un crecimiento de Roberto Lavagna, quien estaría comenzando a captar a muchos desencantados con la Casa Rosada. ¿Qué perfil de votante es el que respaldaría ahora a Consenso Federal y no lo hizo en agosto? La respuesta la tienen José Gómez Centurión y José Luis Espert, quienes estarían realizando una peor performance que hace dos meses. Macri, por su parte, continúa estancado en torno a los 32 puntos. A esta altura del partido, la palabra milagro ya ni siquiera se menciona como una cuestión motivacional en las filas del Gobierno.
Parece una paradoja, pero pese a que los actos que está realizando Mauricio Macri en distintos puntos del país son más masivos de lo que se esperaba, el Presidente está cada vez más aislado en materia política. Ocurre que los hombres de negocios apoyan abiertamente a Fernández, los gremialistas unen fuerzas para fortalecer al Frente de Todos, los magistrados fallan en contra del Gobierno, los obispos endurecen su discurso contra la pobreza y los aliados toman distancia para no perder aún más capital político. 
Cuando el barco se hunde, sólo los incondicionales se quedan en él, aunque el gran problema de Macri es que este selecto grupo se reduce hoy a muy pocos dirigentes de peso, entre los que se desatacan Marcos Peña, Miguel Pichetto, Elisa Carrió y Gerardo Morales. Todos ellos, al menos por lo que se percibe hasta ahora, representarían el ala más dura en una eventual oposición macrista desde el próximo 10 de diciembre. 
Tan mala es la imagen de Macri entre la opinión pública que el jueves en Salta ni siquiera fue recibido por el intendente Gustavo Sáenz, quien en noviembre se transformaría en el próximo gobernador. El jefe comunal no quería bajo ningún concepto sacarse una foto con el jefe de Estado antes de las elecciones provinciales de noviembre. La ausencia de Sáenz fue llamativa, ya que fue uno de los intendentes más oficialistas durante los últimos cuatro años y la alianza provincial que encabeza está integrada, entre otros partidos, por el PRO. 
La soledad que el Presidente exhibe arriba de cada escenario que pisa en las provincias contrasta dramáticamente con el respaldo transversal que tenía el mandatario hace menos de dos años, cuando se impuso cómodamente en los comicios legislativos. Es evidente que la crisis económica (devaluación, recesión e inflación) pulverizó la atracción de cualquier discurso republicano y moralista a los que acudía -y acude- permanentemente Macri.
En la vereda opuesta al Presidente se agrupan María Eugenia Vidal, Horacio Rodríguez Larreta, Alfredo Cornejo, Rogelio Frigerio, Emilio Monzó, Enrique “Coty” Nosiglia, Martín Lousteau y varios intendentes oficialistas del conurbano. Todos esos dirigentes sienten que, tras la mala gestión económica de Macri, una confrontación demasiado directa con el kirchnerismo los podría ubicar en un lugar poco seductor ante la opinión pública. 
El radicalismo, de mantenerse la coalición de gobierno, tendrá mucho más peso que antes, ya que tres de los cuatro gobernadores que tiene el oficialismo pertenecen a la UCR.
¿Cuál será la postura de Macri en un eventual gobierno de Alberto Fernández? Eso aún es una incógnita. Incluso, hay rumores de que el Presidente estaría pensando en irse a vivir un tiempo a España cuando finalice su mandato. Las versiones, al menos hasta ahora, no fueron desmentidas de manera contundente por nadie. 

El debate

Esta noche se realizará el primero de los dos debates previstos antes de las elecciones. Por la cantidad de trabas que puso la Justicia Electoral, se espera un debate previsible y sin demasiado contenido. No habrá preguntas de los moderadores, no habrá diálogo entre los candidatos ni habrá pantalla partida para observar las reacciones de los postulantes.
En este tipo de “debate” -en el que no habrá debate real- el más favorecido siempre es el que tiene más por perder, y ese no es otro que Fernández, quien ganó las Paso por más de 17 puntos y hoy continúa a la cabeza de todos las encuestas. Para el Frente de Todos, una victoria en este evento significaría mantener todo como está y no cometer ningún error que pueda magnificarse instantáneamente en la agenda política.
Macri, por su parte, se jugará hoy su última carta para descontar al menos parcialmente la distancia que hoy ya parece definitiva. ¿Cuál será la apuesta del Presidente? Según trascendió, nada nuevo: Alberto es Cristina, Alberto es la impunidad de los presos “K”, y nuevas disculpas al público por la catástrofe económica que padece el país.