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El libro de "Las Antepasadas" en Tilcara

Una muestra en la que dialogan el susurro de la poesía con la imagen, anclando en la memoria de nueve mujeres.
Martes, 22 de octubre de 2019 01:03

Hasta el 8 de noviembre estará expuesta en el museo Terry la muestra "Las Antepasadas", donde se suceden, como letra y música de canciones, nueve cuadros y poemas que se leen y se miran de a pares. Telma Palacios señala cómo cada una de sus obras parece ser de un autor distinto, pero es Elisa Moyano quien empieza por recordar que "la conozco desde los años ochenta en la feria del Tendedero, donde los pintores de Salta colgaban sus cuadros y nosotras decidimos ir a colgar poemas". "Ahí empezó una movida que se llamó La Hoja de Poesía, y desde entonces tengo un poema ilustrado por ella". Telma habla "de estos poemas de Elisa, seleccionados entre los veinte de un libro. Con esta muestra, este año, inauguramos el Abril Cultural Salteño".

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Hasta el 8 de noviembre estará expuesta en el museo Terry la muestra "Las Antepasadas", donde se suceden, como letra y música de canciones, nueve cuadros y poemas que se leen y se miran de a pares. Telma Palacios señala cómo cada una de sus obras parece ser de un autor distinto, pero es Elisa Moyano quien empieza por recordar que "la conozco desde los años ochenta en la feria del Tendedero, donde los pintores de Salta colgaban sus cuadros y nosotras decidimos ir a colgar poemas". "Ahí empezó una movida que se llamó La Hoja de Poesía, y desde entonces tengo un poema ilustrado por ella". Telma habla "de estos poemas de Elisa, seleccionados entre los veinte de un libro. Con esta muestra, este año, inauguramos el Abril Cultural Salteño".

 

La muestra estará disponible hasta el 8 de noviembre próximo en el Museo "José Antonio Terry" de la ciudad de Tilcara.

Elisa cuenta que "Telma empezó a pintar en base a unos originales, y yo los seguía corrigiendo tanto que algunos de los cuadros tienen versos que ya son distintos a los del libro. A fin del año pasado ya lo llevé a la imprenta". Entonces Palacios nos dice que "desde hace años quería trabajar una obra con la de un escritor, es muy bueno trabajar con otra persona. Soy pintora de series, agarro un tema y lo trabajo".

Agrega que "yo quedé enganchadísima y surgió lo que están viendo", y entonces Moya nos cuenta que "desde hace mucho tiempo surge en mi un interés por la mujer, y por ver que mujeres en la historia habían sido relegadas, dejadas de lado. Era algo que me impactaba. Tenía esa sensación, también, sobre las mujeres de mi generación. Después entro de lleno con estos poemas".

Nos dice que "hace veinte años, en Ecuador, escribí sobre Micaela Bastidas, fue uno de los primeros borradores. Después, cada vez que leía una novela, una biografía o veía películas sobre mujeres, como aquella de Bessie Smith cuando muere desangrada porque no la atienden en un hospital de blancos, de Juana La Loca que estaba en todos sus cabales pero la pena de la muerte de Felipe la hunde y la encierran, de Camile Claudel a quien su propio hermano mantiene en un hospicio cuando lo que ella amaba era su escultura". Nos cuenta que "escribía algunos poemas y los iba guardando, y esos poemas los despierta Telma con su pedido. Y se dio prácticamente sin buscarlo". Telma dice entonces que "la pintura y el poema se hacen una sola cosa. Le presento el boceto para que ella me diga si anda, y me deja trabajar tranquila".

Elisa Moyano recuerda que "cuando iba a visitar su taller, me interesaba ver cómo es la cuestión visual de los artistas plásticos. Telma se paraba en una estrofa, alguna imagen del poema que la arrebataba. En los poemas habla la propia mujer. El de Lola Mora, en cambio, me lo pide ella. Me dice que quiere pintar sobre Lola Mora y recorrí su obra en Tucumán".

Los poemas saben casi al susurro póstumo de la mujer recordada. Incluso, como en el Bastidas, la protagonista relata su propia muerte. Siempre, casi, nombran al hombre que amaron, y tienen un tono homogéneo, como si fuera una sola la voz que subyace a todas las mujeres. Las pinturas, en cambio, son disímiles: ya sea la iconografía azteca, lo abstracto del martirio, el díptico del encierro, la simetría, los rostros de Lola Mora sobre el blanco de su mármol.

Podría decir que los poemas murmuran lo que los cuadros gritan en un contrapunto en el que uno no es la mera ilustración del otro, cuando este no se resigna a informar lo que el cuadro explicita en un diálogo que busca, acaso naturalmente, enriquecer las debilidades, las fortalezas y el olvido que arremolinó la vida de Las Antepasadas.