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El principal problema de la economía: la desocupación

Martes, 22 de octubre de 2019 09:28

 

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por Lic. Benito Carlos Aramayo, economista, profesor emérito de la Unju

 

 

En el año 2012 se reunió en Tokio la Asamblea Anual del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial  y se conoció un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que calculó que cada año entraban al mercado laboral mundial un mínimo de 40 millones de personas  y que era poco probable que la economía los ocupara, agregando que para ese año se estimaba que en el mundo existían  200 millones de personas que buscaban empleo sin encontrarlo, siendo la inmensa mayoría jóvenes que habitan en países dependientes o semicoloniales. Muy poco después la OIT calculó que el 40 % de la Población Económicamente Activa (PEA) estaba desocupada y dentro de ella una inmensa mayoría próxima al 34 % era informal. Luego en el año 2018 en su Informe “Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo” da cuenta que en promedio en el mundo el 5,5 % de la PEA estaba desocupada y sumaban 193,6 millones de personas, de las cuales el 83,5 % vivían en países “emergentes” o “en desarrollo”, dicho Informe no da cifras de informalidad.

El desafío político y científico que se nos presenta consiste en analizar el presente del sistema capitalista, las causas y las perspectivas sociales y políticas del fenómeno por el hecho que la desocupación y la informalidad inevitablemente seguirán creciendo y cada vez más se pauperiza la clase media, más allá de las fluctuaciones de los ciclos del capitalismo.    

Carlos Marx denominaba “ejército industrial de reserva” a una parte de la población que estaba desocupada como algo inherente al sistema capitalista en su momento de libre concurrencia. El concepto de “población sobrante” también era usado por él. En el siglo XX y en lo que va del XXI  el desarrollo de las fuerzas productivas ha sido gigantesco y hoy se asiste a lo que algunos denominan la cuarta revolución industrial y tecnológica que ha modificado la producción con la informática, internet o la robótica. Aquí reside precisamente la contradicción capitalista entre el avance técnico y la dificultad de generar trabajo. Al mismo tiempo han  aparecido nuevas modalidades y relaciones de trabajo y en las estructuras productivas predominan los servicios más diversos, entre ellos el comercio, mercados virtuales y el peso del gasto público ha fortalecido el rol de los Estados, que se apropian cada vez más de una parte mayor de la plusvalía generada en el proceso de la producción, lo que potencia la tendencia declinante de la tasa de ganancia del capital. Como parte de este fenómeno los organismos internacionales, a partir de la revisión del Consenso de Washington del año 1998, impulsaron “la reinversión del gasto público en programas sociales elaborados” como política ante el aumento de la desocupación y la marginalidad y apelan a “la responsabilidad social empresaria”, nueva versión de la “teoría del derrame”.

Otro aspecto de la realidad de hoy es que el capitalismo agranda a niveles extraordinarios  la brecha de distribución de los ingresos, el dato ilustrativo que se difunde es que un puñado de multimillonarios que caben en un avión de pasajeros concentran ingresos equivalentes al que tienen  3 mil quinientas millones de personas. Los millones de subsidios a la desocupación posteriores al Argentinazo de diciembre del año 2001 y las Asignaciones Universales por Hijo posteriores fueron parte de estas políticas y lo son con el gobierno de Macri.

En el caso de nuestro país hasta el advenimiento de Menem se consideraba que lo “normal” era que el porcentaje de desocupados de la PEA oscilara  entre el 2 y el 5 %; era lo mínimo que necesitaba el sistema  para tratar de que los ocupados no exigieran aumentos salariales por el fantasma de la cola de desocupados. En mayo del año 1995 se conoció que la desocupación había trepado al 18 % y desde ese momento el fenómeno se mantiene. En esta etapa de su evolución el capitalismo a nivel mundial, principalmente en los países dependientes y semi coloniales,  expulsa mucho más población de la esfera de la producción, fenómeno que va mas allá de las crisis cíclicas, por el hecho de que menos cantidad de fuerza de trabajo pone en movimiento mayores magnitudes de capital constante (maquinarias, instalaciones, materias primas, ciencias y técnica, etc). Por esta ley objetiva del desarrollo capitalista, que Lenin llamaba “refinada crueldad”, se está creando en el mundo una situación explosiva, cuya población  para el año 2030  se estima llegaría a 9 mil millones.

Otra cuestión ligada al tema del aumento de la desocupación es que en el mundo político y académico se debate acerca de la política tributaria y se propone  gravar con impuestos a las empresas que acumulan capital y no invierten en la producción para generar empleo. En el año 2013 el economista francés Thomas Piketty propuso impuestos al patrimonio y la herencia.

La humanidad se encuentra ante una encrucijada por el aumento chocante e inmoral de la pobreza y la indigencia, que no será resuelto mediante tibios cambios super estructurales y por ello sólo revoluciones democráticas, populares, agrarias y antiimperialistas en marcha al socialismo podrán resolver el gigantesco drama de la desocupación. Los errores cometidos en vigencia del socialismo y que llevaron a su derrota es tema obligatorio de estudio y para ello hay que recurrir al método científico de Marx y no a los dogmas justificatorios.     

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