¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

23°
28 de Marzo,  Jujuy, Argentina
PUBLICIDAD

Alberto, un presidente con poder pero sin cheque en blanco

Lunes, 28 de octubre de 2019 01:18

Por mucho menos diferencia de la que se esperaba, Alberto Fernández se transformó anoche en el nuevo presidente de la Nación, dando inicio a una compleja transición política que se extenderá por más de cuarenta días en la Argentina. Si bien el resultado arrojó una inobjetable victoria para el kirchnerismo, la sociedad se encargó ayer de dejar en claro que no firmó ningún cheque en blanco para los próximos cuatro años, y que la radicalizada polarización de la Argentina está lejos de ser una historia terminada. 
¿Qué se puede esperar desde hoy hasta el 10 de diciembre? En Argentina eso es muy difícil de prever, pero está claro que tanto a Mauricio Macri como a Fernández esta vez les conviene lo mismo: bregar por la estabilidad del dólar y evitar que todas las variables vuelvan a desmadrarse. Por lo pronto, el cepo al dólar será mucho más estricto -de hasta 200 dólares por mes- de lo que era durante la gestión de Cristina. La medida busca evitar una mayor presión sobre la divisa extranjera y preservar las reservas del Banco Central. 
Tras la difusión de los resultados, los empresarios reflexionaban anoche que el país podría encaminarse a un traspaso de mando menos traumático del que avizoraban las Paso, cuando todo hacía imaginar que los 17 puntos de ventaja dejarían al país sin una oposición con peso político real. El mayor equilibrio de fuerzas que arrojaron las urnas obligará indefectiblemente a que el nuevo Gobierno deba ser mucho más propenso al consenso que a la imposición. 
La foto conjunta que ambos se sacarán hoy será leída por los mercados financieros como un gesto de previsibilidad para lo que queda de este mandato, a diferencia de lo que ocurrió el 12 de agosto, cuando Macri culpó a Fernández por la devaluación y a la sociedad en su conjunto por su voto. 
El Frente de Todos alcanzó la presidencia sin balotaje básicamente por la diferencia obtenida en la provincia de Buenos Aires, donde los Fernández le sacaron más de un millón y medio de votos a Macri y donde Axel Kicillof se impuso con un contundente 52 por ciento en la gobernación. El exministro de Economía, un hombre del riñón de Cristina, se transformó anoche en uno de los principales cuadros electorales del kirchnerismo pensando en el lejano 2023. 
Sorpresivamente, Juntos por el Cambio logró revertir el resultado de las Paso en Santa Fe, Mendoza, San Luis y Entre Ríos, y ganó cómodamente en Córdoba y la Ciudad de Buenos Aires. De los cinco distritos más grandes del país, el Gobierno se quedó con cuatro y el peronismo unido sólo con uno. Ese mapa de la zona centro del país es una señal de alarma para el jefe de Estado electo, quien tendrá que trabajar para conseguir más respaldo político en las grandes urbes del país, que esta vez le fueron esquivas en las urnas. 
Evidentemente, la gran mayoría de los nuevos votantes se inclinó por Macri al igual que un porcentaje importante de los votos de Roberto Lavagna, Juan Gómez Centurión y José Luis Espert. En comparación con las Paso, y pese a la megadevaluación del 12 de agosto, Macri fue el único candidato que aumentó su porcentaje de sufragios. Paradojas de la política si las hay. 
Los ocho puntos que remontó el mandatario desde agosto volvieron a colocar a los encuestadores en una situación impresentable, ya que el promedio de los diecisiete sondeos que circularon auguraban una diferencia de entre quince y veinte puntos. Una vez más, los consultores deberán rendirle cuentas a una sociedad que descree cada vez más de sus mediciones.
El Congreso que se viene ocupará un lugar central en la gobernabilidad de Alberto Fernández, ya que muchas de las medidas más urgentes deben salir del Parlamento. Entre esas iniciativas se encuentra la política de desendeudamiento, los cambios en la fórmula previsional y la pesificación de las tarifas de los servicios públicos. 
El peronismo tendrá mayoría en ambas cámaras, aunque bastante más exigua de la que se pronosticaba hasta anoche. Esa relativa paridad legislativa coloca a la nueva oposición (el macrismo y los radicales) en una posición de mayor fuerza relativa. ¿Será Juntos por el Cambio una oposición dialoguista o intransigente? La respuesta a ese interrogante será crucial para conocer el real equilibrio de fuerzas en Diputados y Senadores.
Otro interrogante que aparece en el horizonte es cuán uniforme será el bloque del Frente de Todos, teniendo en cuenta la amplia gama de fuerzas políticas que lo componen. ¿Predominará la moderación de Alberto, la radicalización de Cristina o los intereses de los gobernadores? Todo indica que los primeros cien días ese bloque será un espacio bien unificado, pero está verse qué es lo que puede llegar a ocurrir después si la ortodoxia de Alberto y los mandatarios provinciales se impone a la heterodoxia de Cristina y los suyos.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Por mucho menos diferencia de la que se esperaba, Alberto Fernández se transformó anoche en el nuevo presidente de la Nación, dando inicio a una compleja transición política que se extenderá por más de cuarenta días en la Argentina. Si bien el resultado arrojó una inobjetable victoria para el kirchnerismo, la sociedad se encargó ayer de dejar en claro que no firmó ningún cheque en blanco para los próximos cuatro años, y que la radicalizada polarización de la Argentina está lejos de ser una historia terminada. 
¿Qué se puede esperar desde hoy hasta el 10 de diciembre? En Argentina eso es muy difícil de prever, pero está claro que tanto a Mauricio Macri como a Fernández esta vez les conviene lo mismo: bregar por la estabilidad del dólar y evitar que todas las variables vuelvan a desmadrarse. Por lo pronto, el cepo al dólar será mucho más estricto -de hasta 200 dólares por mes- de lo que era durante la gestión de Cristina. La medida busca evitar una mayor presión sobre la divisa extranjera y preservar las reservas del Banco Central. 
Tras la difusión de los resultados, los empresarios reflexionaban anoche que el país podría encaminarse a un traspaso de mando menos traumático del que avizoraban las Paso, cuando todo hacía imaginar que los 17 puntos de ventaja dejarían al país sin una oposición con peso político real. El mayor equilibrio de fuerzas que arrojaron las urnas obligará indefectiblemente a que el nuevo Gobierno deba ser mucho más propenso al consenso que a la imposición. 
La foto conjunta que ambos se sacarán hoy será leída por los mercados financieros como un gesto de previsibilidad para lo que queda de este mandato, a diferencia de lo que ocurrió el 12 de agosto, cuando Macri culpó a Fernández por la devaluación y a la sociedad en su conjunto por su voto. 
El Frente de Todos alcanzó la presidencia sin balotaje básicamente por la diferencia obtenida en la provincia de Buenos Aires, donde los Fernández le sacaron más de un millón y medio de votos a Macri y donde Axel Kicillof se impuso con un contundente 52 por ciento en la gobernación. El exministro de Economía, un hombre del riñón de Cristina, se transformó anoche en uno de los principales cuadros electorales del kirchnerismo pensando en el lejano 2023. 
Sorpresivamente, Juntos por el Cambio logró revertir el resultado de las Paso en Santa Fe, Mendoza, San Luis y Entre Ríos, y ganó cómodamente en Córdoba y la Ciudad de Buenos Aires. De los cinco distritos más grandes del país, el Gobierno se quedó con cuatro y el peronismo unido sólo con uno. Ese mapa de la zona centro del país es una señal de alarma para el jefe de Estado electo, quien tendrá que trabajar para conseguir más respaldo político en las grandes urbes del país, que esta vez le fueron esquivas en las urnas. 
Evidentemente, la gran mayoría de los nuevos votantes se inclinó por Macri al igual que un porcentaje importante de los votos de Roberto Lavagna, Juan Gómez Centurión y José Luis Espert. En comparación con las Paso, y pese a la megadevaluación del 12 de agosto, Macri fue el único candidato que aumentó su porcentaje de sufragios. Paradojas de la política si las hay. 
Los ocho puntos que remontó el mandatario desde agosto volvieron a colocar a los encuestadores en una situación impresentable, ya que el promedio de los diecisiete sondeos que circularon auguraban una diferencia de entre quince y veinte puntos. Una vez más, los consultores deberán rendirle cuentas a una sociedad que descree cada vez más de sus mediciones.
El Congreso que se viene ocupará un lugar central en la gobernabilidad de Alberto Fernández, ya que muchas de las medidas más urgentes deben salir del Parlamento. Entre esas iniciativas se encuentra la política de desendeudamiento, los cambios en la fórmula previsional y la pesificación de las tarifas de los servicios públicos. 
El peronismo tendrá mayoría en ambas cámaras, aunque bastante más exigua de la que se pronosticaba hasta anoche. Esa relativa paridad legislativa coloca a la nueva oposición (el macrismo y los radicales) en una posición de mayor fuerza relativa. ¿Será Juntos por el Cambio una oposición dialoguista o intransigente? La respuesta a ese interrogante será crucial para conocer el real equilibrio de fuerzas en Diputados y Senadores.
Otro interrogante que aparece en el horizonte es cuán uniforme será el bloque del Frente de Todos, teniendo en cuenta la amplia gama de fuerzas políticas que lo componen. ¿Predominará la moderación de Alberto, la radicalización de Cristina o los intereses de los gobernadores? Todo indica que los primeros cien días ese bloque será un espacio bien unificado, pero está verse qué es lo que puede llegar a ocurrir después si la ortodoxia de Alberto y los mandatarios provinciales se impone a la heterodoxia de Cristina y los suyos.

El Gabinete

Si bien muchos nombres fueron trascendiendo en los últimos meses, aún quedan varias dudas sobre el eventual Gabinete de Alberto Fernández, que se irán develando en el transcurso de la transición. La jefatura de Gabinete podría ser uno de esos cargos, ya que todo indicaba que quedaría en manos de Santiago Cafiero y ahora se habla de que podría ser para Florencio Randazzo. En caso de ser así, Cafiero sería el futuro secretario general de la Presidencia, un puesto de suma relevancia para el nuevo mandatario. 
En Economía suenan varios nombres, pero hoy por hoy Cecilia Todesca se estaría posicionando para ocupar ese lugar, en competencia con Matías Kulfas. En la Cancillería suenan Jorge Argüello y Felipe Solá, aunque éste último podría terminar siendo el ministro del Interior, llevando eventualmente a Wado de Pedro al ministerio de Trabajo.