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El colesterol es un componente que el cuerpo necesita para su correcto funcionamiento, pero cuando este se encuentra en cantidades elevadas en sangre, sobre todo la fracción "mala", constituye un riesgo importante para la salud cardiovascular de las personas, pudiendo producir un accidente cardiovascular, infarto agudo de miocardio, insuficiencia cardiaca.
Actualmente cerca del 30% de los argentinos presenta valores elevados de colesterol LDL en sangre, aumentando los riesgos en la salud. Lo positivo es que esta condición es reversible y con pequeños cambios en la alimentación y los hábitos de vida se pueden obtener grandes beneficios, "el descenso de 1 mmol del nivel de colesterol LDL logra disminuir un 22% el riesgo de padecer un evento cardiovascular", afirman desde la Sociedad Argentina de Cardiología.
Habitualmente nos referimos a 2 fracciones de colesterol; el bueno que en los análisis figura como HDL y el "malo" que es el colesterol - LDL, el objetivo es tener valores dentro de los parámetros de normalidad, que pueden variar en distintos pacientes dependiendo de los antecedentes, genética y riesgos cardiovasculares, etc.
El "bueno"
El colesterol HDL es el bueno y por lo tanto se debe tener hábitos saludables que contribuyan a que se encuentre por encima de los 50-60 mg/dL. Es el colesterol encargado de actuar como una "escoba" barriendo el exceso de grasa en sangre. Este aumenta con la actividad física regular y una alimentación variada y equilibrada.
El colesterol LDL, colesterol "malo" debe ser menor a los 100 mg/dL, de lo contrario se puede adherir a las paredes de los vasos sanguíneos produciendo una enfermedad denominada ateroesclerosis, impidiendo el paso normal de la sangre.
¿Cómo se puede controlar el colesterol malo?
-Mantener un peso saludable evitando dietas estrictas.
-Realizar actividad física.
-Evitar las grasas de origen animal: piel del pollo, grasa vacuna, vísceras, fiambres, salchichas y lácteos enteros.
-Evitar grasas hidrogenadas: son grasas vegetales que por un procesamiento se han convertido en grasas malas, como, por ejemplo, el aceite vegetal sometido a fritura, rehogado o tostado, la margarina y productos elaborados con ella, productos de panadería, pastelería, etc.
-Aumentar el consumo de fibra proveniente de frutas frescas, vegetales, legumbres, cereales integrales y semillas.
-Incluir grasas insaturadas en la alimentación diaria, aceites vegetales crudos, frutos secos, palta y pescado de mar.
-Evitar el consumo de alcohol y tabaco.
El incremento en el consumo de alimentos procesados, comidas rápidas, la ingesta de aceites hidrogenados, grasas saturadas asociados al sedentarismo cada vez más presente en todas las edades, contribuyen, junto a la genética, a que cada día más personas sufran un ataque de este tipo.
Es importante aclarar que esta enfermedad rara vez produce síntomas, por lo que se conoce como un "asesino silencioso" que avanza perjudicando la salud de la población. Es por ello que es importante realizarse chequeos anuales visitando al médico de cabecera y al especialista en nutrición para corregir la alimentación.
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