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Réquiem a La Esperanza

Lunes, 25 de noviembre de 2019 01:03

En la presente edición de esta columna quisiera rendir un homenaje y dar mi más sentido pésame a las víctimas del fuego que fueron consumidas en el incendio ocurrido en el ingenio La Esperanza.

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En la presente edición de esta columna quisiera rendir un homenaje y dar mi más sentido pésame a las víctimas del fuego que fueron consumidas en el incendio ocurrido en el ingenio La Esperanza.

Nadie ni nada puede llenar el vacío que nuestros seres queridos nos dejan. Pero en el recuerdo van a vivir y acompañándonos eternamente.

Aceptar que están en otro estadio de la vida, pues la vida y la muerte forman parte del mismo ciclo. Siguen viviendo en nuestra memoria y en las cosas buenas que han hecho, su obra es la prolongación de su ser.

En este momento de congoja podemos recordarlos elevando una oración en su nombre, pidiendo por su descanso eterno, en un lugar donde la paz los rodea, una paz sin fin y rodeados de la felicidad.

Precisamente en su memoria elevaremos una oración cantada, pues el que canta ora dos veces.

La composición para pedir por el eterno descanso en la tradición católica es el Réquiem. En la tradición católica, pues en otras religiones existen diferentes formas de pedir por nuestros seres queridos que se han ido y también otra forma de ver la muerte.

Recordemos que Todos Santos, en la forma en que se recuerda en el Norte argentino, vamos a ver a nuestros muertos en el cementerio y los esperamos con su comida favorita y las flores que los van a traer, las flores de los muertos. Pues esta es una forma prehispánica de recordar a nuestros muertos, quizás una forma más natural, pues ellos vuelven en los recuerdos, están presentes un día en nuestras casas.

En Europa esta tradición no se conoce ni existe. Todos santos dista de ser una celebración y es sólo un día de gran tristeza en noviembre donde la gente va a los cementerios a poner unas flores o una vela y los recuerda pero con congoja. Nada más diferente de nuestros Todos Santos, con comida, panes, ofrendas, flores y altares donde los nuestros viven y los vemos, así como compartimos con ellos este día.

Pero volviendo a la tradición católica musical, que tanta música sacra nos ha dado, el Réquiem es el recordatorio musical de los difuntos.

Hay muchos compositores que han escrito réquiems, desde el canto gregoriano hasta Andrew Lloyd Webber, el compositor inglés de los musicales.

El lector aficionado a la música y al cine recordará la película "Amadeus", sobre la vida de Wolfgang Amadeus Mozart, el genio austríaco. Su réquiem tiene una gran fuerza musical y emocional. Hay arias célebres y que nos tocan el corazón. El coro tiene un papel importante en esta obra.

En lo personal, el réquiem que más me gusta es el Réquiem del compositor francés Gabriel Fauré.

Esta obra escrita para coro, soprano y barítono es una bellísima obra que se escucha muy a menudo en iglesias y catedrales de Europa. Tiene una fineza musical y a la vez ligereza, que nos recuerda y nos hace pensar que la muerte es sólo un paso hacia una vida sin dolor.

El Réquiem de Fauré empieza con gran fuerza, con el coral "Descansen en paz". Pero quizás la parte más bonita sea la de los solos. Un barítono de gran fuerza que pide por los muertos, como un llamamiento a Dios para tenerlos en cuenta. El momento más emotivo es, sin lugar a duda, el "Pie Jesu", aria cantada por una soprano y basada en el canto gregoriano.

La música nos puede parecer un poco asiática, un color de las escalas pentatónicas asiáticas, pero era la moda en Francia en la época que el compositor escribió este Réquiem.

La voz de la soprano, que puede ser también la de un niño, en una oración que eleva a Jesús pide por la piedad, que del descanso eterno.

Si Dios escuchara esta aria, no podría más que cumplir con este dulce pedido, pues la voz y la melodía son de una pureza y una belleza sin igual, que conmueve hasta a las piedras.

Con estas composiciones uno se convence del poder de la música, de la buena música y como nos influencia, como nos ayuda y cambia nuestro humor.

En especial, elevemos un pensamiento de paz y de piedad hacia nuestros fieles difuntos, en este mes de noviembre, lleno de acontecimientos felices y los menos, pero con la esperanza de un mundo mejor y de saber que cuando dejemos este mundo, nuestras obras hablarán por nosotros y nos harán eternos.