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Dolor por el fallecimiento de Marta Saracho

Junto a su esposo se consagraron a la Virgen y soñaron con construir el santuario en el lugar más alto de las Yungas.
Lunes, 04 de noviembre de 2019 01:04

Con gran dolor, la comunidad de Libertador General San Martín y de Valle Grande le dio el último adiós a Marta Saracho de Cruz, esclava de la Virgen de la Candelaria de Aguas Blancas de Valle Grande, quien falleció la mañana del sábado, a la edad de 86 años.

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Con gran dolor, la comunidad de Libertador General San Martín y de Valle Grande le dio el último adiós a Marta Saracho de Cruz, esclava de la Virgen de la Candelaria de Aguas Blancas de Valle Grande, quien falleció la mañana del sábado, a la edad de 86 años.

Durante la tarde, sus restos fueron velados en su casa de Libertador General San Martín y poco antes de la medianoche del ayer fueron trasladados hasta San Francisco de Valle Grande, donde la esperaban los pobladores, la familia gaucha y la imagen venerada de su "Mamita del Cerro", la Virgen de la Candelaria.

En horas de la tarde, en peregrinación con la sagrada imagen, llegaron hasta el cementerio del pueblo, donde fueron inhumados sus restos, donde descansan los de su esposo Luis Cruz.

Marta Saracho nació 19 de enero de 1933 y con su abuelo Mercedes Saracho, transitó su infancia en Campo Colorado. Luego conoció a Luis Cruz, con quien se casó y formó su hogar.

Fueron muchas e importantes páginas las que escribieron juntos estos pioneros de aquel esmeralda paisaje, ubicado en la selvática geografía jujeña. En sus relatos, dibujaban con singulares trazos, cómo fue la vida de los primeros que habitaron el lugar, las épocas de esplendor, cuando todo el parque Calilegua pertenecía a los pequeños productores, que en épocas de invierno, bajaban del cerro junto a sus animales, donde encontraban pasturas, permanecían hasta las primeras lluvias y regresaban a sus puestos. Lamentaron cuando les fue quitado todo el sector y sus animales comenzaron a morir de hambre o debían bajar hasta las playas del río San Lorenzo, donde les robaban, los cuatrereaban o la empresa azucarera se los secuestraba porque ingresaban a sus plantaciones. Todas las vicisitudes las afrontaron juntos.

ESCLAVA DE LA VIRGEN DE LA CANDELARIA / MARTITA Y LA VIRGEN SALEN AL CERRO.

Aguas Blancas, uno de los hermosos lugares que esconde el paradisiaco paisaje, fue el lugar elegido para levantar el rancho y formar su hogar, comentaban que ese nombre le fue dado, porque en épocas de lluvia, se formaban grandes lagunas y cuando la noche era clara, desde lejos, solía verse espejos de color blanco, que le imprimían una belleza especial, de allí la denominación del nombre Aguas Blancas.

En invierno, mientras don Luis Cruz bajaba con los animales, Martita permanecía con sus hijos y sus ovejas y dejaban por un tiempo su rancho, para refugiarse en las cuevas, una formación natural, que le permitía cobijarse del crudo invierno con intensas nevadas, donde permanecían meses enteros.

Una vida de sacrificado trabajo, de profundo silencio, de mucha fe, de una oración constante y de profunda devoción a la Virgen, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Candelaria, devoción que en la selva jujeña data de hace muchos años y si bien los devotos no tenían la imagen, las honras se llevaban a cabo de igual modo.

En el año 2002, oportunidad en que el equipo periodístico de la revista cultural Grito Verde y del programa televisivo "Descubriendo Huellas" llegó hasta la zona para producir un documental del padre Tarcisio Rubín, misionero scalabriniano que falleció en Alto Calilegua, tomó conocimiento de que los pobladores de la zona no conocían la imagen de la Virgen que veneraban desde hace mucho tiempo. En dicha ocasión, don Luis Cruz y su esposa Martita Saracho expresaron el profundo deseo de tener una imagen de Nuestra Señora de la Candelaria porque no la conocían. Las mujeres de Grito Verde comenzaron entonces a trabajar para cumplir ese anhelo y al año siguiente, llegaron con la imagen para que se quedara por siempre junto al pueblo de la zona, bajo la custodia de don Luis y Martita, quienes fueron consagrados como sus esclavos.

Desde entonces, en el mes de febrero, muchos devotos bajaban desde los distintos parajes y el rancho de Aguas Blancas, se transformó en el centro de esta gran manifestación mariana, que luego de la celebración religiosa, proseguía con pialadas, marcadas y otros ritos ancestrales. El ferviente deseo de Luis era construir un santuario en uno de los cerros más bellos del lugar, próximo a su rancho. El Morro, sería el santuario de la Virgen, desde donde derramaría su bendición a toda la vastedad pintada de esmeraldas alfombras y enmarcadas por la imponente serranía. Lamentablemente, mientras don Luis se aprestaba a comenzar con la construcción de la capilla que guardaría la sagrada imagen, la fatalidad golpeó a la familia Cruz Saracho y en un accidente en las playas del río San Lorenzo, don Luis Cruz perdió la vida y quedó truncado el sueño de construir el santuario para su Madrecita. La salud de Martita, ya no le permitió subir por ese camino de herradura hasta el rancho y permaneció en San Francisco. Desde entonces, enviaba a su hijo el gaucho Leandro "Lalo" Cruz, que encabezaba la peregrinación por el serpenteante camino de la nuboselva, llevando a la Virgen a los destinos parajes, como Campo Colorado, Aguas, Blancas, Los Tolditos y Alto Calilegua. La imagen, por expreso deseo de la esclava, permanece ahora en la capilla de San Francisco.

Un hermoso legado y un gran compromiso queda ahora para la familia Cruz, el de continuar con las honras a la Virgen de la Candelaria, para que cada 2 de febrero, al despertar del alba se anuncie en el señorial paisaje, que el sueño de Martita y Luis continúa vivo en el corazón de sus hijos, nietos y bisnietos.