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América Latina sigue buscando su lugar

Martes, 05 de noviembre de 2019 01:00

De acuerdo a la Real Academia Española la palabra rebelión proviene del latín rebellio, dícese de la acción y efecto de rebelarse, y sigue explicando, delito contra el orden público, penado por la ley ordinaria y por la militar, consistente en el levantamiento público y en cierta hostilidad contra los poderes del Estado, con el fin de derrocarlos. ¿Qué pasa en Latinoamérica? Hay indicios por todos lados de rebelión! Las últimas semanas se encendieron alarmas por toda la región; revueltas en Ecuador, Perú, Chile, problemas en México con el narcotráfico, Bolivia en ebullición por la re rereelección de Evo Morales, ¿Y en Argentina? ¿Cuándo no estuvo movilizada? Reclamos por aumentos de transporte, de combustible, de transparencia en los comicios, situaciones de desigualdad económica, etc., etc., etc.

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De acuerdo a la Real Academia Española la palabra rebelión proviene del latín rebellio, dícese de la acción y efecto de rebelarse, y sigue explicando, delito contra el orden público, penado por la ley ordinaria y por la militar, consistente en el levantamiento público y en cierta hostilidad contra los poderes del Estado, con el fin de derrocarlos. ¿Qué pasa en Latinoamérica? Hay indicios por todos lados de rebelión! Las últimas semanas se encendieron alarmas por toda la región; revueltas en Ecuador, Perú, Chile, problemas en México con el narcotráfico, Bolivia en ebullición por la re rereelección de Evo Morales, ¿Y en Argentina? ¿Cuándo no estuvo movilizada? Reclamos por aumentos de transporte, de combustible, de transparencia en los comicios, situaciones de desigualdad económica, etc., etc., etc.

¿Cómo se explica todo esto? Intentemos desde el principio y esperemos que ojalá pueda ayudar a tomar conciencia acerca de lo que nos pasa.

Pero qué hay detrás de bambalinas, cómo se explica lo que pasa por ejemplo en Chile, que por sus excelentes indicadores macroeconómicos está entre los mejores de América Latina, además miembro como México de la prestigiosa Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde), grupo de países al que todos aspiran a integrar porque significa que llegaste a un nivel deseado de desarrollo, y se merecen integrar este espacio los estados nacionales que hacen bien los deberes indicados por el modo de desarrollo en el que finalmente vivimos: el capitalismo.

Pero para poder entender lo que ocurre en América Latina en la actualidad, es necesario que veamos hacia atrás, para poder encontrar herramientas que nos ayuden a descubrir la mejor salida de nuestros problemas -o la mejor respuesta para por lo menos entenderlos-, necesitamos ver la película, no alcanza con ver las fotos de lo que pasa hoy, a pesar de la urgencia, a pesar del dolor, a pesar de las ansiedades, de las necesidades y de las demandas de las capas más desfavorecidas de los países. Podemos empezar a explicarlo si analizamos someramente lo que fue el proceso de la independencia de América Latina, cuando la región comienza a quitarse el corsé del imperio español; luego las élites políticas y económicas tuvieron que afrontar el problema fundamental de construir sistemas políticos que ejercieran una autoridad efectiva y duradera, por cierto nada fácil en la complejidad social existente. Cuestión que se resolvió con derramamiento de sangre después de cruentas guerras civiles que sólo algunos países pudieron evitarlas o mitigarlas (el caso de Chile). Está claro que organizar los nuevos Estados con el sistema republicano no fue fácil porque a la par había que resolver no sólo el dictarse las constituciones (la mayoría inspiradas en el gran hermano del norte) sino nada más ni nada menos cómo ingresar a la división internacional del trabajo, cómo se insertaban en el mercado mundial y con qué productos.

De los avances del siglo XIX, surgieron nuevas potencias mundiales como Alemania y Estados Unidos y nació además la sociología como disciplina científica para abordar respuestas a lo que estaba pasando; se abrió camino el marxismo como una herramienta más, intentando explicar el porqué de las desigualdades en la historia de la humanidad. La industria, la economía y la sociedad se transforman a toda velocidad. En la primera década del siglo XX, la energía eléctrica convergió con el motor de combustión interna, propulsada por combustibles fósiles, principalmente derivados del petróleo. La emergencia del surgimiento como potencia de primera línea de Estados Unidos y sumado a ello, unos años antes la unificación de Alemania e Italia, entre otros fenómenos políticos, generaron la primera guerra mundial y las turbulencias necesarias para que en el sistema internacional y más tarde con la crisis de la Bolsa de Nueva York, produjeran un shock intrasistema de tal magnitud, que generó interrogantes y revueltas en todos los países (en el interín nacía la Unión Soviética como primera resistencia clara a la competencia y al club del exclusivo capitalismo), pateando el tablero de poder mundial y replanteando absolutamente todo.

En América Latina el modelo elegido para insertarse y competir en aquel planeta cambiante fue el modelo liberal, como en Estados Unidos, pero con la desventaja de ser productores y comercializadores de productos primarios, modelo agroexportador, o primario exportador que luego en el siglo XX demostró ser insuficiente para incluir en el "Estado de bienestar" a las grandes masas de población. El mundo sigue en crisis, casi siempre por la voraz competencia porque se estaba produciendo la mudanza a la segunda revolución industrial.

Nuestro norteño Raúl Prebisch (tucumano, hijo de una dama jujeña con un inmigrante alemán), pudo descifrar y poner luz al problema de desarrollo en América Latina y el Caribe, porque investigó sobre las condiciones de ese desarrollo económico, y expuso con claridad la desigualdad creciente de las relaciones comerciales entre las potencias del centro y las regiones periféricas, ejerciendo como Secretario General de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de Naciones Unidas (Cepal) la primera mitad de 1950. Por eso después de las crisis de las primeras décadas del siglo XX y los vaivenes de las economías por los bajos precios de los productos, desembarcaron en la región los modelos desarrollistas "autónomos" o la ilusión de poder implementarlos. Las dictaduras continuaron con el modelo liberal, y uno de los mejores alumnos fue el régimen de Pinochet en Chile (el desembarco de lo que muchos llaman neoliberalismo), pero no resolvieron la ecuación de desventaja ante el mundo desarrollado que seguía siendo productos primarios vs. productos industriales. Con la llegada de la democracia, el empleo público creció desproporcionadamente supliendo la actividad privada en muchos lugares. La política no solucionó las disparidades del comercio, creando un Estado elefantiásico y a sectores masivos de la población con mucha o total dependencia de lo público. Los 90 llegaron con aires de triunfo sobre el modelo soviético y el famoso fin de la Guerra Fría, reformas polémicas y problemáticas. Pero lo cierto es que la tracción de principios del siglo XXI, la Gran China consumista y el boom de los buenos precios de nuestros productos pueden explicar mucho de lo sucedido y también el hecho de que positivamente la desigualdad de ingresos también se haya reducido entre 2002 y 2016 (según la Cepal en ese período, la pobreza se redujo en 15,2%), aunque el ritmo de caída ha disminuido en los últimos años. Es así que en los momentos de bonanza, de aceptables o buenos precios de nuestras materias primas (como ocurrió la década pasada con la soja y el petróleo por nombrar sólo dos casos emblemáticos), los gobiernos no supieron o no pudieron o no quisieron, generar los cambios estructurales o de base que posibilitarían el crecimiento y desarrollo necesarios para aguantar en los tiempos de vacas flacas, y entonces el círculo vicioso continuó su espiral de caos que cada tanto afecta a toda la región, más allá de las particularidades de cada país. Lo dijo hace unos años Noam Chomski explicando el porqué del fracaso del modelo venezolano, y que claramente puede ser común a toda la región: "Hubo muchos fracasos en el camino después -agrega-, pero en este momento, de nuevo, la tremenda corrupción y la incompetencia del país nunca lograron liberarse de la dependencia casi total de una exportación única, el petróleo".

Afortunadamente no todo está perdido, algunos países entendieron la lógica de la competencia del sistema capitalista -que por cierto no realiza un plebiscito a escala planetaria para que la sociedad civil mundial opine al respecto-, y comenzaron a procurarse algunos cambios, que como en el caso puntual de nuestro vecino Chile (con el cobre como producto de exportación emblemático, y en estancamiento en los últimos años), son insuficientes para una sociedad civil movilizada con jóvenes ávidos, despiertos a través de las redes sociales, del fenomenal avance de Internet, y de una democracia aún limitada y todavía desigual. Muchos jóvenes tentados y atraídos por la famosa frase "hagan lío" del papa Francisco, se levantan hoy violentamente pidiendo más y más cambios, que un sistema político perplejo, ya sea por falta de ideas o de liderazgos positivos o de ambos, no pueden, no quieren o en su defecto claramente no saben generar; y ocurre cada tanto que el enfermo se vuelve a afiebrar porque los antibióticos no sirven para terminar con la bacteria. Vivimos en una sociedad con poder en las redes sociales, tal vez la democracia más completa que conocemos y al mismo tiempo la anarquía total; vivimos en un mundo donde la mujer por suerte y por luchas propias está desafiando, buscando y encontrando su lugar en el mundo. Los jóvenes desorientados por la vida posmoderna, irrumpen en las calles a tientas y a ciegas sin saberlo claramente, muchas veces solos, otras veces organizados y otras veces incitados por grupos de poder que se resisten a los cambios, que se oponen a la globalización y a la mundialización. Un mundo y un sistema que exige competir, en tránsito de la tercera a la cuarta revolución industrial y al mismo tiempo injusto con el reparto de los bienes y servicios que se producen anualmente; un mundo en permanente mutación, que viene incluyendo es cierto, a muchas personas, que ha mejorado, pero aún sigue siendo limitado e insuficiente y elitista, sólo para un poco más de un tercio de los mortales. Asignaturas pendientes, grandes reformas para mejorar la calidad de la democracia, y en ese sentido el papel clave de la Justicia para castigar la corrupción endémica que también es responsable e impide que los beneficios de la generación de riqueza llegue a los más desfavorecidos. Expertos como Rafael Di Tella y Robert Mac Culloch demostraron en un estudio del año 2009 que los países más pobres del mundo no se caracterizan por tener una confianza ingenua en el capitalismo, sino una completa desconfianza, lo que lleva a fuertes demandas de intervención gubernamental y regulación del comercio. Bajo esas condiciones, el capitalismo no prospera y las economías permanecen pobres.

El desafío de las sociedades latinoamericanas en tiempos de bajos ingresos, en que desde lo económico, durante los últimos cinco años, la demanda de nuestros productos primarios es escasa e insuficiente (China dejó de crecer a tasas altas, el dólar se sigue apreciando, etc.) y se sigue complejizando, es buscar el antibiótico que elimine la bacteria, y de ese modo poder crecer con sustentabilidad y desarrollar respuestas a esa sociedad que a través de Internet y las redes sociales, se rebelan en contra de gobiernos que no saben, no pueden o no quieren realizar las transformaciones/adaptaciones necesarias para competir en el marco del cambio climático, el Big Data y de las transiciones industriales que ya están entre nosotros sin pedir permiso. No asombra casi a nadie que los gobiernos surgidos en los últimos años y denominados neoliberales hayan aplicado la misma solución a la crisis que los gobiernos "progresistas" durante la década anterior, es decir, una drástica profundización de la explotación de los recursos naturales. Como decían nuestros abuelos y para colmo de males la situación de agrava porque el derecho internacional contemporáneo como lo conocemos hoy, es insuficiente para dar respuestas y soluciones a las crisis de los estados, gran parte de la estructura normativa internacional debería ser revisada.

Sería importante por todo esto, preguntarnos como lo hace desde un tiempo atrás el Foro Económico Mundial, si "¿debería una agenda para promover la justicia social estar basada en frenar el capitalismo o en eliminar las barreras que impiden su expansión?".

La respuesta que muchos esperamos y deseamos es más y más educación, más políticas de desarrollo, agregar valor a nuestros productos y avanzar con reformas en la política que sigue siendo todavía una asignatura pendiente, animarse, no tener miedo a la competencia. ¿Qué es más fácil? ¿Sacarle al que produce o limitar al que intenta emprender? ¿O buscar la mejor manera de ayudar, sumar y cooperar buscando más inclusión?

El dilema de la globalización.

Nos espera un largo y difícil camino, y depende de nosotros si queremos seguir esperando en la estación o animarnos a subir en el próximo tren.