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Falleció Elizabeth Lanata de Kusch

Se la podrá despedir hasta esta noche en la casa que compartiera con su marido, el filósofo Rodolfo Kusch.

Sabado, 14 de diciembre de 2019 01:00

Tras una caída que le quebró la cadera y una operación de la que había salido adelante, en la madrugada del viernes se detuvo el corazón de Elizabeth Lanata de Kusch. Hasta la noche de hoy sábado será velada en la casa maimareña que compartiera con Rodolfo Kusch, para ser cremada y esparcir sus cenizas, aún no se tiene noticia exacta de cuándo, en el cementerio de Maimará junto a la apacheta de la tumba de su marido.

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Tras una caída que le quebró la cadera y una operación de la que había salido adelante, en la madrugada del viernes se detuvo el corazón de Elizabeth Lanata de Kusch. Hasta la noche de hoy sábado será velada en la casa maimareña que compartiera con Rodolfo Kusch, para ser cremada y esparcir sus cenizas, aún no se tiene noticia exacta de cuándo, en el cementerio de Maimará junto a la apacheta de la tumba de su marido.

Comprometida con el pueblo quebradeño que adoptaran cuando se le cerraron las puertas en los claustros al filósofo, Elizabeth, de profesión abogada, participó activamente de distintas instituciones locales como la Comisión Local de Sitio, sin embargo, se la recordará más en su tesón por rescatar la memoria de la obra de Rodolfo, nombre que hasta hace algo más de una década era apenas sí recordado por unos pocos interesados.

Con sus cabellos tan blancos y el andar lento, con los segundos que se tomaba antes de responder en una conversación y el gesto con que buscaba una respuesta que sintiera correcta, comenzó hace años los primeros homenajes que se le realizaran en el museo Terry, con pocos exponentes y pocos asistentes, pero supo logrado su propósito cuando la academia volvió a reconocerlo tanto en universidades nacionales y latinoamericanas.

Con mucha emoción participó de la Pachamama en la que se inaugurara el Instituto de la Universidad Nacional de Jujuy que, en la localidad de Tilcara, llevara el nombre de Kusch.

Ya con 85 años recién cumplidos debía recordar aún aquellos años que, en la década del 70, llegaron a la tierra de Maimará para hacer malabares con los pocos ingresos que tenían y acompañar esa obra de diálogo entre la razón filosófica y el pensar americano que completa el trabajo del filósofo.

Hasta no hace muchas semanas se la podía cruzar uno por Maimará o por Tilcara.

Pedía perdón si no reconocía, posaba su mano sobre el brazo del interlocutor y buscaba con la mirada para sostenerla con afecto. Una imagen anterior, de acaso diez años atrás, me la trae entre gatos, trayendo tazas de té en el hall de la casa, junto a la puerta de la biblioteca que ha puesto en valor la Untref. Y esa imagen es alegre.