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Cincuenta años de los Casatchock

Al celebrarse su medio siglo de alegría, tres memoriosos maimareños hablaron de aquellos carnavales.
Martes, 31 de diciembre de 2019 01:04

Cuenta una leyenda que aquellos que carnavalearon en la juventud se aseguran una bella sonrisa para el correr de los años, y bástenos como prueba los rostros en la charla con algunos de los fundadores de la agrupación maimareña Casatchok, que cumple sus cincuenta años y comienza a celebrarlos este comienzo de año.

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Cuenta una leyenda que aquellos que carnavalearon en la juventud se aseguran una bella sonrisa para el correr de los años, y bástenos como prueba los rostros en la charla con algunos de los fundadores de la agrupación maimareña Casatchok, que cumple sus cincuenta años y comienza a celebrarlos este comienzo de año.

Pasamos primero por la casa de doña Celia Benencia para escuchar sus recuerdos. Se sienta en un sillón de la sala y empieza por hablarnos de "un grupo de jóvenes, entre las que era de las más grandes, que tomamos esta iniciativa de armar un grupito para divertirnos en carnaval, porque antes era distinto.

En las comparsas era gente ya grande, pero no pensábamos que iba a llegar hasta ahora, sólo buscábamos esa diversión".

Nos lleva a 1967, "cuando tenía veintisiete años", dice, "y en una tarde de carnaval nos dijimos que nos juntemos.

PRIMERA BANDERA / UNA RELIQUIA PARA LOS SEGUIDORES DE LA AGRUPACIÓN.

Estaban René y Eduardo, que en paz descanse, con la guitarra, Manuel Espinoza con su charango, las quenas, el bombo, y con esa música bailábamos.

Nos juntábamos en las casas de las familias, y ahí soltábamos el canto nuestro: zambas, bailecitos, carnavalitos, y cada año éramos más, inventábamos una canción, en el día nos juntábamos y bailábamos toda la tarde".

Así fue naciendo la agrupación. Recuerda que "nos divertíamos así, se iban sumando jóvenes, son recuerdos muy lindos. Después se pensó en el grupito de Calaveritas, porque fuimos casándonos, teniendo hijos, queríamos que también se divirtieran y se les hizo un mojoncito, que es algo que continúa. Solíamos juntarnos en el Monumento a la Madre y salíamos bailando por la tarde, que era nuestra".

Pasamos luego a visitar a Rubén Néstor Maurín, quien dice que "tuve la suerte de estar en los inicios de esta agrupación, allá por el año 70. Recuerdo que volvíamos de un baile de la comparsa Cerro Negro, y Elba Vilte nos dice que el jueves hagamos un asalto en su casa, que el lunes habían hecho cajeada y les había quedado chicha y clericó. Yo era el más chico, tenía diecisiete, y surge la idea de hacer una agrupación. El viernes nos juntamos acá en la calle Lavalle, y entre guitarreros y medio poetas compusieron el tema".

Canta que "acá está la barra maimareña, juventud alegre y diversión", y agrega que "salimos del esquema de que un adolescente en carnaval iba a la comparsa a disfrazarse. Yo no tenía ese espíritu, y eso diferencia una agrupación de una comparsa. Antes era bailar detrás de la anata con las tres comparsas de entonces: Cerro Negro, Unión Obrera y Avenida de Mayo. Ese sábado hicimos el primer baile y el Domingo de Tentación ya nos juntamos en la cancha".

MAURÍN Y MALDONADO / HABLARON DE LOS PRIMEROS TIEMPOS DE LA COMPARSA.

Nos cuenta que "como era gente joven, en tiempo de noviazgo iban a la escalinata, y ahí fue que elegimos poner el mojón. El primer presidente fue mi hermano, Francisco Toconás, y sacamos la agrupación bailando en la calle, después en las casas de las distintas familias. En esos primeros años bailábamos los nueve días. Éramos veinte, veinticinco parejas, pero hacíamos ruido con tres guitarras, un charango, una quena, dos bombos y todos cantaban".

Enumera las familias que los invitaban y entonces nos dice que "entonces estaba de moda la canción de Los Iracundos que tenía el nombre de Casatchok. Yo fui presidente en el 78, y como no teníamos recursos contratábamos un acordeón. Ya en el 80 es como que se privatizó el baile nocturno, con mi primo Orlando, quien tuvo la idea de hacer baile por la noche. Las comparsas muchas veces no hacían baile, y ahí se hizo grande y empezó a venir la gente de Jujuy".

Se acerca Hugo Víctor Maldonado, "para los amigos Cochala", dice y nos cuenta "que hice un pequeño folleto con la memoria de los Casatchok. Yo no era del grupo fundador, vivía cruzando la vía y era de la familia fundadora de Avenida de Mayo. Una noche nos invitan a un asalto en la casa de Elba Vilte, tendría dieciséis, y recuerdo que empezaron con el tema ese que estaba de moda, todos meta Casatchok, saltando, bailando. Ahí empezó y siguieron la bandera, el mojón. Las primeras banderas tienen el estilo de los hermanos Espinoza, porque son de René o de Eduardo".

SEGUNDA BANDERA / ATESORADA POR LOS SEGUIDORES DE CASATCHOCK.

Nos dice que "por esos años venían desapareciendo las comparsas porque en los tiempos de Onganía empezaron a aparecer los impuestos, y entonces iban decayendo. La comparsa era todo gratis, a lo sumo se hacía una vaquita. Nos habíamos criado en las comparsas y estaba el espíritu carnavalero, así nace esta comparsa sin disfraces. Tengo fotos de tres años seguidos en desentierros del carnaval: una con mi amiga, otra con mi novia y otra con mi señora, que es la misma persona".

Maurín recuerda que "en tiempo del Proceso, el referente de la agrupación fue mi hermano, Silverio Francisco Toconás, y lo citan en Jujuy. Lo tienen todo un día, no digo que detenido, para averiguar qué era la agrupación Kasatchok, si era troskista o qué por el nombre que sonaba ruso. Y durante esos años se tuvo que llamar Agrupación Juvenil Maimareña". Piensa que "hoy siento mucha nostalgia, primero por los amigos que ya no están, y otra porque, aunque nos reciben bien, la brecha generacional es grande y una va ya más de miranda nomás".

Antes de irnos, no resistimos la tentación de preguntarle por la chaya del 1 de enero: "A mí me contaron de esa época en que la comparsa Avenida de Mayo empezó a decaer", nos cuenta. "No salió varios años a comienzos de los setenta, y se fueron al mojón a pedirle perdón al Diablito porque no lo iban a sacar ese año. Al segundo año se acercaron otros participantes de la comparsa, y allá por el 73, 74, una tarde de Año Nuevo escucho la anata y los bombos. Venían unas veinte personas bailando por la calle, creo que ahí comenzó".