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Enemigo mío...!

Lunes, 09 de diciembre de 2019 01:02

Tener un enemigo que justifique actitudes drásticas no es ni nuevo ni original. Es histórico y ha permitido que en la búsqueda o la retención del poder, se realicen acciones que no cabrían en una sociedad madura. Un enemigo permite arbitrariedades tales como emplear la fuerza del estado para "resguardar el orden o escapar de la anarquía", y asegurar un modo de vida afín al dueño del poder. En Argentina, desde su origen, hay ejemplos que van desde aprietes a la prensa hasta el asesinato político, del escrache callejero al linchamiento virtual. Tanto es así, que tener un enemigo se ha naturalizado. Para no ser densos, sólo hay que retroceder cuatro años para entender. Diciembre 2015: Asume el gobierno de Cambiemos, liderado por Mauricio Macri. El PRO, expresión de la derecha, sin ser un verdadero partido político, sin historia ni líderes tutelares, fue centro de una alianza electoral con la UCR, la Coalición Cívica, sectores de ultraderecha y alguna izquierda moderada. Así de heterogéneo, el grupo recolectó votos en una sociedad cansada del autoritarismo de doce años de kirchnerismo, recalentado en los últimos ocho por un cristinismo rancio, cercado por acusaciones de alta corrupción, un progresismo súper subsidiado y desmadres populistas que anticipaban la bancarrota. Macri recibió el país sin beneficio de inventario, y cuando percibió el calibre de la herencia, equivocó el camino y al andar eligió un enemigo: Cristina Elisabet Fernández de Kirchner. Por propia convicción y por fichas que metían en su saco asesores como Marcos Peña -jefe de gabinete, su "yo mismo" decía el Presidente, y su asesor estrella Jaime Durán Barba, Cefk sería el demonio que le permitiría mostrarse en las antípodas de lo peor. Estaban seguros de que esa enemiga derrotada, no tendría posibilidades de volver al poder. Equivocación a la vista: la mantuvieron viva, le dieron el alta de terapia intensiva, restauraron su capacidad de pelea, pero la victimizaron al extremo y la Justicia -siempre al servicio del poder- la acosó impiadosamente. Finalmente, cuando la subieron al ring para el combate final, la señora los revolcó de una soberana trompada en la mandíbula. ¿En qué momento esa enemiga, había mutado en verdugo? Ella se corrió al costado, eligió un Presidente, volvió cargada de votos y de honores, hoy goza de buena musculatura y está lista para devolver los golpes.

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Tener un enemigo que justifique actitudes drásticas no es ni nuevo ni original. Es histórico y ha permitido que en la búsqueda o la retención del poder, se realicen acciones que no cabrían en una sociedad madura. Un enemigo permite arbitrariedades tales como emplear la fuerza del estado para "resguardar el orden o escapar de la anarquía", y asegurar un modo de vida afín al dueño del poder. En Argentina, desde su origen, hay ejemplos que van desde aprietes a la prensa hasta el asesinato político, del escrache callejero al linchamiento virtual. Tanto es así, que tener un enemigo se ha naturalizado. Para no ser densos, sólo hay que retroceder cuatro años para entender. Diciembre 2015: Asume el gobierno de Cambiemos, liderado por Mauricio Macri. El PRO, expresión de la derecha, sin ser un verdadero partido político, sin historia ni líderes tutelares, fue centro de una alianza electoral con la UCR, la Coalición Cívica, sectores de ultraderecha y alguna izquierda moderada. Así de heterogéneo, el grupo recolectó votos en una sociedad cansada del autoritarismo de doce años de kirchnerismo, recalentado en los últimos ocho por un cristinismo rancio, cercado por acusaciones de alta corrupción, un progresismo súper subsidiado y desmadres populistas que anticipaban la bancarrota. Macri recibió el país sin beneficio de inventario, y cuando percibió el calibre de la herencia, equivocó el camino y al andar eligió un enemigo: Cristina Elisabet Fernández de Kirchner. Por propia convicción y por fichas que metían en su saco asesores como Marcos Peña -jefe de gabinete, su "yo mismo" decía el Presidente, y su asesor estrella Jaime Durán Barba, Cefk sería el demonio que le permitiría mostrarse en las antípodas de lo peor. Estaban seguros de que esa enemiga derrotada, no tendría posibilidades de volver al poder. Equivocación a la vista: la mantuvieron viva, le dieron el alta de terapia intensiva, restauraron su capacidad de pelea, pero la victimizaron al extremo y la Justicia -siempre al servicio del poder- la acosó impiadosamente. Finalmente, cuando la subieron al ring para el combate final, la señora los revolcó de una soberana trompada en la mandíbula. ¿En qué momento esa enemiga, había mutado en verdugo? Ella se corrió al costado, eligió un Presidente, volvió cargada de votos y de honores, hoy goza de buena musculatura y está lista para devolver los golpes.

Y la historia se repetiría. Cefk pasó por enésima vez por la Justicia, y esta vez apostrofó y amenazó a jueces y periodistas, y perfeccionó aquella frase de Fidel Castro (en su defensa en el juicio por el ataque al Cuartel Moncada): "la historia ya me absolvió", bramó. En cuatro años, con la señora desfilaron por los estrados judiciales otros enemigos menores. Amado Boudou, Lázaro Báez, José López, Julio de Vido, Roberto Baratta, Cristóbal López, Ricardo Jaime, Luis D’Elía, Juan Pablo "Pata" Medina, Milagro Amalia Ángela Sala de Noro, Martín Báez, por citar a los más emblemáticos. Hoy, unos condenados y otros procesados, siguen desconociendo acusaciones, desprecian la autocrítica, y claman venganza y reivindicación como perseguidos políticos. Es otro resultado de la política del "enemigo mío". Todo hace presumir que el gobierno de F&F, repetirá el camino: el enemigo ya elegido es Macri, del que ya se ventilan las primeras causas penales y con él, figuras de reparto como Juan José Aranguren, Nicolás Caputo, Federico Sturzenegger, Laura Alonso, Marcos Peña, Patricia Bulrrich y Gustavo Lopetegui. Todos tendrían destino de banquillos en el "reciclado" Comodoro Py, y quizá hasta una temporada a la oprobiosa y fresca sombra de alguna prisión vip. Lo que es improbable es que F&F cometan el error de dejar al enemigo con fuerza y energía suficientes para que dentro de cuatro años les amenace la continuidad en el poder. En tanto, los argentinos, unos en el ringside y la mayoría en las tribunas populares, seguiremos pagando las entradas más caras del mundo para ver los combates entre esos enemigos con resultados que hasta hoy no mejoraron ni la jerarquía del espectáculo, ni la calidad de vida de los espectadores.

GERARDO MORALES / ENRIQUECER SU GESTIÓN.

En Jujuy todo es diferente, pero igual. No hay definida una figura potente que sacuda la estructura con que Gerardo y su Cambia Jujuy armó con peronistas y socialistas. Curiosamente sólo el "outsider" peronista Julio Ferreyra, excandidato a gobernador del PJ (un poco obra del GM), hoy diputado nacional del Frente de Todos, hizo flamear la estantería oficialista en la elección de junio. Allí se vio la endeblez de la alianza gobernante, que sólo pudo apoyarse en la espalda del GM, y en su empuje de locomotora que logró el triunfo a toda costa. Sin embargo, Gerardo, tiene que cuidarse de un enemigo temible: Gerardo Morales. Porque a partir de ahora, él puede ser su propio enemigo.

Su victoria del 2015, (como aquella de Macri) pivoteó sobre el cansancio de los jujeños con un PJ freezado, que despreció sus bases, a su propio Partido, y enviciado de poder no advirtió que la soberbia había esmerilado su fuerza. Hoy el PJ en recuperación aún no logra desprenderse de viejas mañas que el GM explota con inteligencia y oportunismo. Pero GM enemigo del GM, ya no podrá sostener el mismo relato. El lema de Unión, Paz y Trabajo, es revisable. La unión entre jujeños no se refleja en la calle. La paz, que sólo lleva la etiqueta de la Organización Tupac Amaru licuada o encarcelada, ya no podrá ser decisiva en otra campaña electoral. Y no porque no sea una verdad palpable, sino porque los jujeños se apropiaron de esa paz provinciana, que Gerardo ayudó a reconstruir desde el gobierno, pero que hoy ya es patrimonio de todos. Y el trabajo es aún una cuenta pendiente y no por culpa exclusiva del gobernador. Tampoco podrá GM seguir bancando a colaboradores que sin tregua le generaron duros choques con importantes sectores. Ejemplos: transporte, educación, producción, relaciones sindicales, todos cursos de colisión permanentes que el GM no puede seguir tolerando sin riesgo de autodinamitar su gestión. El prolongadísimo culebrón de la venta del Ingenio La Esperanza, fallida de origen con grotescos pretendientes colombianos; la cuesta abajo del tabaco; los conflictos de forma y de fondo con maestros y profesores; los encontronazos con los gremios estatales contenidos a fuerza de descuentos y conciliaciones obligatorias que nunca solucionaron nada. Son sapos que el gobernador tuvo que tragar, sin que ninguno de los fusibles -que están para eso- se haya hecho cargo de los amargos bocados. El GM además, no debe convertirse en su propio enemigo, porque para no desperdiciar lo mucho conseguido, los jujeños lo necesitan fuerte, alejado de la inmodestia y lúcido, para que sin forzar a la oposición o a la Justicia, su cintura política le permita esquivar, enfrentar o acompañar según deba hacerlo, a un gobierno nacional complicado, en un tiempo más complicado todavía.

En un futuro de ficción, un humano y un extraterrestre se hallan en plena guerra interestelar. De repente, se dan cuenta que ambos con sus naves estrelladas están perdidos en un planeta extraño. Al encontrarse, ambos desean destruirse mutuamente, e incluso lo intentan; pero al darse cuenta que el clima, las constantes lluvias de meteoritos, y la extraña fauna de ese planeta los puede matar tarde o temprano, se ven en la necesidad de ayudarse mutuamente hasta convertirse en amigos, estableciendo un vínculo muy personal entre ambos, que les permitirá sobrevivir. La película, un éxito de Hollywood de 1985, se llamaba precisamente, "Enemigo mío". El ejemplo parece naif, y el sueño una utopía, pero... ¿no sería hermoso vivir un tiempo donde la Justicia no sea sólo un utensilio voluble, y en una comarca donde los líderes no tengan que depender de un enemigo para gobernar?