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Federico Gamba habló sobre su camino junto a nuestro sonido

Un gran talento que de a poco se fue metiendo en la música jujeña, con músicos jujeños y hoy es un gran referente. Habló con El Tribuno de Jujuy de su relación con Tilcara y con una gran cantidad de nuestros creadores musicales.

Sabado, 16 de febrero de 2019 01:02

Federico Gamba, con su guitarra, sus arreglos y sus composiciones, se ha convertido en parte importante del sonido de la nueva música jujeña, en buena parte por acompañar a sus mejores exponentes. De su relación con Tilcara dice: “Vine por primera vez en el 2013, cuando empezaba a estudiar en Buenos Aires la carrera de música contemporánea. Aunque la carrera se dedicaba más al jazz, yo estaba empezando a hacer algo de folclore. Había grabado un disquito que le regalaba a cuanto músico me cruzaba, y en la Semana Santa del 2014 organizamos una gira con el dúo que tenía con Carolina Pivetta. Los primeros contactos que hice fueron con el Chato y Mariano Cruz, que vivían en Buenos Aires, y me convocaron a su banda”, relata.

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Federico Gamba, con su guitarra, sus arreglos y sus composiciones, se ha convertido en parte importante del sonido de la nueva música jujeña, en buena parte por acompañar a sus mejores exponentes. De su relación con Tilcara dice: “Vine por primera vez en el 2013, cuando empezaba a estudiar en Buenos Aires la carrera de música contemporánea. Aunque la carrera se dedicaba más al jazz, yo estaba empezando a hacer algo de folclore. Había grabado un disquito que le regalaba a cuanto músico me cruzaba, y en la Semana Santa del 2014 organizamos una gira con el dúo que tenía con Carolina Pivetta. Los primeros contactos que hice fueron con el Chato y Mariano Cruz, que vivían en Buenos Aires, y me convocaron a su banda”, relata.

Así nos cuenta que “conocí los tinkus, los caporales, los taquiraris, cuando venía de un folclore más de proyección. Fue para mí como una nueva escuela, y aquí descubrí que quería dedicarme al folclore de estos lugares. Me dediqué más a la guitarra criolla; dejé la eléctrica de lado, y aprendí cosas tocando con músicos de acá, curtiéndome en las peñas, en las guitarreadas. Es lo que a muchos músicos académicos les falta”.

Piensa que “ese pie en la tierra es lo más importante, y ya en el 2015 empecé a acompañar a varios, empezando por los músicos de la Quebrada. Toqué con Tomás Lipán, que para mi era como un sueño. Con él tocaba el guitarrón, y en la segunda parte de la primera canción, me pongo tocar. Me dice que no tenía que tocar ahí, y yo pensé que ya estaba, "no me llama más’, pero al terminar el show me llevó con él a muchas presentaciones”.

Con el tiempo, “cuando los músicos de Tilcara iban a Buenos Aires, como Sebastián Sardina, Los Chacras, les organizaba las giras y tocábamos en todos lados. Así me empecé a meter en la música jujeña. Al año empecé con Micaela Chauque, con quien recorrí Europa, y a tocar con músicos de Jujuy como Pucho González, Noelia Gareca, Fava Kingard, Carlitos Mamaní, y toda esa otra parte de cantautores que son impresionantes, como Franco Paredes”.

Cree que “aunque uno tiene su estilo marcado, al tocar con otros músicos es como que va cambiando. Es algo siempre distinto, y yo aprendo un montón. Cuando uno compone o arregla, todas esas cosas que va escuchando le quedan en el inconsciente”.

PRESENTANDO SU CD/ CON EL ENSAMBLE HUASAMAYO

Nos cuenta que “transcribí las composiciones nuevas de Eugenia Mur, y su búsqueda tiene que ver más con lo social, con la lucha de las mujeres, y está bueno tanto como cantarle al paisaje. De ahí que me vino la idea de trabajar en un libro de partituras de compositores de ahora, de este tiempo en Jujuy, con la idea de que se sepa y se estudie, para que no mire siempre una sola vertiente”.

Agrega que “en Buenos Aires al mismo Ricardo Vilca no se lo conoce como merece. Siento que en los artistas hay muchas ganas de hacer, aunque cada vez hay menos medios hay más ganas de crear, mucha autogestión, juntándose para tocar con muy buen nivel, sin hacerse los sordos a lo que pasa. Y hay mucho de querer rescatar obras de antes, agarrando composiciones de hace muchos años mezclándolas con las sonoridades de hoy”. Y dice que “hay mucho sonido, es buenísimo lo que está pasando. Lo que en la Quebrada está faltando, es que uno se queda mucho en hacerlo para el turismo, que es una de las formas en que se labura, pero se puede explotar mucho más, animarse a salir de lo que está impuesto en un trabajo cada vez más precarizado, en un lugar donde no se cobra derecho de espectáculo, justamente en pueblos donde hay tantos músicos”.

Opina que “hay poco respeto del músico como un trabajador más. En Buenos Aires, el mundo de las peñas creció mucho, a veces a puertas cerradas, y hay un público al que le gusta escucharlo. Y yo trato de devolver allá lo que me dieron acá, donde me recibieron con los brazos abiertos y marcó mi carrera. Antes tocaba tres veces menos de lo que toco ahora, y este año hice doscientos shows. Siempre voy a estar agradecido”.

Nos cuenta que “esta semana con Fidel Flores grabamos un disco, en el estudio Sonoart, de los hermanos Quilquiza de Maimará. Elías, con catorce años, que toca el bandoneón, y Adrián, de doce, con siku y quena, y son parte de la nueva generación. La familia me llamó para producir el disco, y siempre trato de respetar lo que quiere el músico aportando algo de lo que me parece a mí”.

Así llegamos a su propia producción. “En septiembre saqué mi primer disco, que se llama "Tantanakuy Ensamble’, que acá presenté con el Ensamble Huasamayo, y que en marzo presento en Santiago del Estero con el Septeto Socavón. La mayor parte es música dedicada a Jujuy, porque para mí la música es compartir”, dice.

“Ahí trato de hacer una música folclórica más orquestada, teniendo presente los ritmos jujeños”, continúa.

Se trata, dice, de “no tenerle miedo a experimentar con otras cosas, mezclando músicos que no vienen de tocar folclore, como el jazz, el tango, lo académico, el rock, como lo que hizo Vilca o el Chango Farías Gómez, a quienes tomo de ejemplo. El de Buenos Aires, con el que grabé, tiene siete instrumentos de viento, el de Jujuy tiene tres y acordeón, y el de Santiago tiene uno y guitarra eléctrica. Todos tienen cuerdas, y eso marca diferencias que me enriquece las composiciones pese a tener las mismas partituras”. Opina que “la generación de nuevos músicos tiene que ver mucho con las orquestas, como la de Maimará, de donde salen la mayor parte de los que tocan en mi ensamble. Hoy se forman en otras partes del país, y tienen herramientas que, si quieren, pueden usar. El programa de orquestas es algo que se tiene que cuidar. Hoy estoy tocando en dúo con Camila Vilte, que es una flautista impresionante con esa escuela”.