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Berlín: cultura e historia

Recorriendo Berlín.
Miércoles, 27 de febrero de 2019 11:27

Nuestro querido lector sabe que nos compete en esta columna no sólo la cultura en general, sino también conocer culturas distintas, visitar ciudades y explorar la vida artística, social y sobretodo musical que cada ciudad nos ofrece.

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Nuestro querido lector sabe que nos compete en esta columna no sólo la cultura en general, sino también conocer culturas distintas, visitar ciudades y explorar la vida artística, social y sobretodo musical que cada ciudad nos ofrece.

 Así, hemos visitado la maravillosa París y hemos recorrido sus barrios, sus monumentos y hemos disfrutado de un recorrido artístico por las galerías al aire libre de Montmartre, donde los pintores pueden hacernos en cuestión de minutos un retrato o brindarnos una pintura de Paris, como hemos visto en varias tiendas, pero esta vez de primera mano y en el escenario correcto.

 Hemos visitado su ópera, la Opera Garnier, escenario por el que pasaron grandes cantantes.

 También es París la ciudad donde murió Maria Callas, la gran soprano de todos los tiempos, que seguramente el lector nostálgico recordará. Es que en la película  “Philadelphia”,  de los noventa, se escucha un aria (aria es una obra interpretada por una voz solista con orquesta dentro de una ópera) de la ópera “Andrea Chénier”. El aria se llama “La mamma morta” y es interpretada por la Callas magníficamente, pero dentro de la película es Tom Hanks, un abogado víctima del SIDA, que escucha esta aria y conmovedoramente nos narra lo que pasa, sintiendo él cada palabra y sentimiento, al punto de hacernos llorar de emoción.

 En la última entrega hemos visitado Berlín, una ciudad interesante y que se está poniendo de moda en Europa. Si bien no tiene el glamour de París ni la internacionalidad de Londres, está cambiando, pues es una capital relativamente nueva en Europa.

 Tuvo la fama de ser una ciudad muy liberal a principios del siglo XX, donde intelectuales, artistas y filósofos se refugiaban de la opresión de sus países. Allí podían dar rienda suelta a sus ideas, su arte y su sexualidad, pues era una sociedad que aceptaba la homosexualidad abiertamente, a diferencia de otras ciudades donde se la practicaba en lugares escondidos y codificados.

 Pero toda esta libertad terminó cuando el Nacionalsocialismo arrasó en Alemania e impuso una dictadura cruel y despiadada, basada en una locura que pretendía “limpiar” la sociedad de malos hábitos y de personas “incorrectas”, en su extremo, declarando la limpieza de razas, condenando a los judíos por el sólo hecho de serlo. Así, mandaron en trenes a los campos de exterminio y de trabajo forzado a judíos, homosexuales, gitanos, comunistas y gente con capacidades diferentes.

 Por eso, si visitamos Berlín debemos ver el Museo Judío, situado en el centro de la ciudad y el Museo de la Historia Homosexual, también situado en una parte céntrica de la capital alemana. Así podremos comprender y aprender, en vez de odiar e ignorar lo desconocido.

 El Museo Judío nos muestra la vida de esta comunidad  asentada desde la época de los romanos en Alemania. Sus tradiciones, familias notables y la historia de las familias que emigraron antes y durante la Segunda Guerra Mundial hacia diferentes partes del mundo, entre las cuales se encuentra la historia de Werner Guttentag, un joven judío que desde Breslavia en la actual Polonia y otrora Alemania, se puso a salvo de las fuerzas nazis huyendo hacia Cochabamba, Bolivia. Según su testimonio, los judíos ricos podían emigrar a Suiza o Estados Unidos, a los pobres les quedaba China o Bolivia. Tuvo la suerte de poder formar una familia en su nuevo hogar y así sobrevivir a la máquina del mal, que además de combatir judíos combatía todo lo que no era “ario”, lo homosexual, la gente con discapacidades y también a los políticos de ideas contrarias, como hemos mencionado arriba.

Este edificio forma parte de un complejo sobre la historia y cultura judía y es un edificio interesante desde el punto de vista arquitectónico. Fue realizado por el arquitecto Daniel Liebeskind. La parte moderna tiene mucho metal, cuyo color gris nos hace pensar inmediatamente en la ceniza.

 Los jardines se pueden recorrer en un día de sol y llama la atención un túnel hecho de magnolios en cuyo final se divisa una luz.

 Siguiendo con esta línea cabe mencionarse el Monumento al Holocausto, muy cerca del emblema de Berlín, que es la puerta de Brandenburgo.

 Es un monumento que recuerda a los judíos asesinados en Europa y que consta de 2.711 bloques de hormigón armado de diferentes alturas, que recuerda un laberinto y que permite entrar y salir por donde uno prefiera, dejando libre la interpretación del monumento al visitante. En este laberinto se ven pasillos irregulares, con desniveles, losas altas y bajas, ninguna es igual a otra. La consigna es que cada visitante debe vivir y contar su propia experiencia.

 Debajo del monumento se encuentra un centro de visitantes donde se leen la historia y los testimonios de algunas personas antes, durante y después de la persecución.

Una de las salas más impactantes, es la que muestra sus paredes cubiertas con los nombres y años de nacimiento y muerte de las víctimas del holocausto.

 Seguramente no podemos estar in situ en estos lugares pero gracias al internet podemos ver la historia de estas minorías y aprender. Aprender para no tener prejuicio y comprender.

 

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