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19 de Abril,  Jujuy, Argentina
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"Extraño lo más simple y cotidiano de Jujuy"

Darío Arias vive hace 18 años en Estados Unidos, actualmente en Arizona, junto a su esposa Melissa y su pequeña hija Adrielle
Domingo, 24 de marzo de 2019 01:03

"Mis amigos me dicen que soy un melancólico porque siempre estoy pensando en Jujuy", expresó Darío Arias, un jujeño que hace 18 años vive en Estados Unidos donde encontró a su "mujer ideal" con quien tuvo a su pequeña hija.

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"Mis amigos me dicen que soy un melancólico porque siempre estoy pensando en Jujuy", expresó Darío Arias, un jujeño que hace 18 años vive en Estados Unidos donde encontró a su "mujer ideal" con quien tuvo a su pequeña hija.

 

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Darío llegó a Estados Unidos a los 21 años de edad junto a su amigo Nicolás Gallegos, escapando de la crisis económica por la que atravesaba la Argentina y con la invitación de un buen amigo que ya se encontraba en Norteamérica.

El contraste cultural fue radical, sin embargo, se acomodó y comenzó a trabajar en una empresa de Arizona dedicada a la metalúrgica donde aprendió el oficio y fue parte de la construcción del estadio Diamondbacks y el de Los Cardenales.

Mientras trabajaba, Darío logró empezar a estudiar en la universidad gracias a su gran destreza y verdadera pasión: el fútbol.

Es que ya a los 19 años el jujeño jugó en Mar del Plata durante 6 meses en Aldosivi, entre tantos otros equipos.

Siguiendo su pasión, en Arizona trabajó como entrenador físico de los atletas de la universidad, remuneración que le permitió costear sus estudios, los que suspendió por un tiempo.

En el medio de su nueva vida conoció y se casó con Melissa, quien lo incentivó a aplicar para la universidad de Hawái donde ella trabajaba.

Fue así que retomó los estudios que en dicha oportunidad también pudo costear con su trabajo de tutor de español y preparador físico de los universitarios, logrando graduarse como licenciado en Finanzas y licenciado en Composición y Armado de Compañías.

En Hawái su esposa quedó embarazada de la pequeña Adrielle Esther Lanikai y después de un año decidieron regresar a Arizona donde actualmente Darío trabaja en el mercado de las máquinas industriales, actividad que piensa dejar en el corto plazo para poder dedicarse de lleno al deporte y a las actividades que verdaderamente le apasionan.

En cuanto a un deseo para cuando sea más grande y si se lo permite la situación económica, Darío expresó que le gustaría "hacer una clínica para jóvenes con problemas de adicciones pero en Jujuy", la idea se disparó en su cabeza cuando en 2013 Darío hizo una pasantía en el Club Atlético Gorriti durante 5 meses preparando físicamente al equipo.

UNIDOS POR EL FÚTBOL / DARÍO JUNTO A UNO DE SUS MEJORES AMIGOS Y COMPATRIOTA MENDOCINO, JONATAN GUZMÁN.

"La universidad me dio la oportunidad de hacer una pasantía en cualquier parte del mundo, y yo elegí Jujuy para devolverle un poco lo que me dio a mí", comentó.

Un poco de Jujuy en Arizona

"Tengo mucho arraigo a Jujuy, extraño lo más cotidiano, lo más simple. Lo que uno deja pasar, como charlar en la parada del colectivo con un desconocido, cosa que acá no ocurre", expresó.

"Mis amigos me dicen que soy un melancólico porque siempre estoy pensando en Jujuy". Recordó aquellas épocas con amigos en que "tener $ 5 cada uno era mucho y suficiente para juntarnos y comer un sándwich de mortadela con fanta. Me encantaba", exclamó.

Esta añoranza por sus costumbres natales lo llevó a "argentinizar" casi sin darse cuenta a sus compañeros de trabajo y a su esposa que lo acompaña durante las rondas de mate por las tardes.

"En la oficina ya son por lo menos 7 compañeros que ahora toman mate cocido. Es que desde mi primer día de trabajo me vieron entrar con el mate en la mano y se interesaron", contó risueño.

Tal es su arraigo que en la casa de sus suegros Darío construyó el famoso quincho con un buen horno de barro en el que cocina para la familia y los amigos y hornea sus tan deseados bollos con chicharrón.

Afortunadamente y cosa extraña en Estados Unidos, Darío tiene en cinco kilómetros a la redonda de su casa a no menos de 6 familias argentinas, amigas. Situación que convirtió a su hogar en el punto de encuentro obligado. "Se armó un grupo de nuestra misma cultura donde la sobremesa no puede faltar, ese tiempo que aquí no existe pero a mi esposa le encanta", contó orgulloso.

Pensando en la posteridad, Darío expresó que le gustaría tener en Jujuy un lugar a donde poder volver durante las primaveras y otro parecido en Hawái para "ir rotando y poder disfrutar tanto de mi familia como la de Melissa".

"Si no fuera por el fútbol, no sé si hubiera salido de Jujuy", cerró.