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Despidieron al joven seminarista Ortega

Dejó la parroquia San Andrés Apóstol para trabajar pastoralmente en la parroquia Santiago Apóstol de Yala.
Martes, 26 de marzo de 2019 01:04

Durante una misa que se realizó en la capilla Nuestra Señora de Fátima, la comunidad de la parroquia San Andrés Apóstol despidió al joven seminarista Emanuel Ortega, quien fue destinado por sus superiores para trabajar pastoralmente en la parroquia Santiago Apóstol de Yala.

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Durante una misa que se realizó en la capilla Nuestra Señora de Fátima, la comunidad de la parroquia San Andrés Apóstol despidió al joven seminarista Emanuel Ortega, quien fue destinado por sus superiores para trabajar pastoralmente en la parroquia Santiago Apóstol de Yala.

La misa fue presidida por el párroco Héctor Martínez, quien con sentidos conceptos, se dirigió al joven para agradecerle toda su entrega en bien de la comunidad. "La vocación parte de un llamado de Dios, son intuiciones interiores que el Espíritu Santo va generando y uno con gran alegría va tomando el camino que va marcando y se va dejando llevar por Dios por diferentes lugares. Dios es el que toma la iniciativa, nos invita a seguirlo y cuando uno dé el paso de estar en una comunidad para ir a otra, vienen a la memoria los recuerdos compartidos y vividos, pero el centro de nuestra vida es Dios, y en el evangelio nos llama a ser pescadores de hombres", dijo el sacerdote. Apuntó que si bien se siente un poco de tristeza por dejar nuestro lugar, en el corazón brota la alegría de saber que nos vamos a encontrar con alguien con quien compartir la vida, la fe y construir juntos el reino de los cielos. "Uno desde el seminario va teniendo esa experiencia y qué lindo es saber descubrirse en las manos de Dios, que nos va cuidando, alimentando, para que en nuestro caminar demos frutos. Le pido a la comunidad que ore mucho por las vocaciones sacerdotales y la vida consagrada. Nos queda la gran alegría de saber que Emanuel es de nuestra parroquia San Andrés, sentimos tristeza porque se va, pero tenemos la certeza en nuestro interior, de saber que es Dios quien lo llama y lo está llevando para que pueda continuar con su proceso de formación y discernimiento hacia su vida sacerdotal", finalizó el presbítero.

Por su parte, Emanuel indicó que fue asignado a la parroquia Santiago Apóstol ubicada en la localidad de Yala, que tiene una jurisdicción muy grande pero a diferencia de San Andrés, las comunidades están muy distanciadas, "en la ciudad hay comunidades por barrios, en Yala están en pueblos o parajes y al estar distanciadas vamos a tener un mayor movimiento los agentes pastorales junto con el párroco", subrayó. Acotó que a la gente le tomó por sorpresa la partida ya que todos pensaban que continuaría un año más, pero el obispo junto con los formadores, vieron oportuno este cambio y le asignaron un nuevo destino pastoral.

"Siempre le pido a Dios cuando rezo que yo me encargo de sus cosas y que Él se haga cargo de las mías. Es un cambio inesperado pero seguramente va a ir formando mi corazón de sacerdote, debo ir creciendo y madurando, la distancia y los cambios nos duelen porque siempre tenemos personas cercanas con las que queremos seguir compartiendo cosas, pero dejo todo en manos de Dos y Él sabrá qué hacer. Mi mensaje para esta comunidad se resume en una sola palabra, gracias. Siempre se manifestó muy cercana, afectuosa, me trató bien, fue bueno sentirme acompañado. A la nueva comunidad le pido que me tenga paciencia y que caminemos juntos, que me ayuden a formarnos y que seamos un equipo para poder hacer un bien trabajo pastoral. Mi agradecimiento al padre Héctor Martínez por su apoyo", finalizó el joven seminarista, que llego a la capilla de Fátima siendo un niño para integrar la escuela de monaguillos formada por la secretaria pastoral e integrante del ministerio de música Natalia Alcaraz, quien anhelaba formar monaguillos para que ayuden al sacerdote en las celebraciones litúrgicas. Finalizado el secundario, Emanuel ingresó al seminario y ya cursa el segundo año.

Emanuel Ortega llegó siendo un niño a la parroquia San Andrés a la que pertenecía por jurisdicción, por residir en barrio San Francisco. Por aquellos años, Natalia Alcaráz, quien colaboraba a la comunidad, como secretaria parroquial y en el ministerio de música, presentó un pedido ante el sacerdote para formar una escuela de monaguillos, siendo ella la responsable y la que les transmitía conocimientos. Con esa firme intención de formar monaguillos para que ayuden al sacerdote en las celebraciones litúrgicas, fue a la capilla San Francisco de Asís a invitar y así integró a Emanuel a la comunidad de Nuestra Señora de Fátima de barrio Belgrano, donde se fue fortaleciendo en la fe y en el servicio.