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El Colegio 22 de Cochinoca necesita un edificio propio

"El edificio está muy decaído, prácticamente es una escuela rancho", dijo Jesús Ramos, director del establecimiento.
Domingo, 31 de marzo de 2019 01:02

En el corazón de la Puna, más precisamente en el pueblo de Cochinoca, el colegio secundario pide a gritos un edificio escolar propio. Son diez años en los que los alumnos estudian como pueden: en espacios físicos pequeños cedidos por el Centro Vecinal.

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En el corazón de la Puna, más precisamente en el pueblo de Cochinoca, el colegio secundario pide a gritos un edificio escolar propio. Son diez años en los que los alumnos estudian como pueden: en espacios físicos pequeños cedidos por el Centro Vecinal.

El Colegio Secundario Nº 22 nació en el 2009, casi en acciones improvisadas, pero con la necesidad de poder contar con tal institución para que los egresados de las escuelas primarias de Cochinoca y lugares de influencia no emigraran hacia Abra Pampa u otras ciudades en busca de una educación secundaria. Fue con el sueño de que en un par de años contaran con su propio edificio pero están transitando los diez años de la institución y ese anhelo parece tornarse una quimera.

No es fácil afrontar el desarrollo pedagógico en sitios donde los alumnos no se encuentran cómodos por falta de espacio físico, tampoco lo es para el personal de servicio, más cuando alrededor de 30 chicos se albergan allí de lunes a viernes.

En el 2015 se esperanzaban con una positiva aprobación técnica, restando la parte presupuestaria. "Pasado ese tiempo ninguna autoridad del Ministerio se acercó al colegio con nada de nada", dijo Jesús Ramos, director del Secundario 22 de Cochinoca. "El colegio tiene muchas necesidades, especialmente edilicias, porque no tenemos nuestro edificio y la matrícula siempre fue de entre 40 y 60 alumnos". En la actualidad son 54 alumnos: 32 mujeres y 22 varones.

El establecimiento educativo funciona en un espacio físico prestado por el Centro Vecinal y un aula en la casa de una familia. "En realidad son cuartitos de 4 x 3,50 metros".

El albergue funciona en un salón de 14 x 14 metros y tres habitaciones. "Este año hemos optado por separarlos, por seguridad. Las chicas están en un salón y los varones en otro, de una casa familiar", relató Jesús Ramos con suma preocupación. "Por supuesto que tuvimos que refaccionarlo para que tengan dentro de todo un sanitario de primera para que puedan higienizarse. El edificio está muy decaído, prácticamente es una escuela rancho".

Se suma a eso, que cuentan con sólo dos sanitarios y dos calefones eléctricos de 20 litros cada uno, lo que hace difícil la higiene de los alumnos sobre todo después de Educación Física, por lo que piden la instalación de un calefón solar.

"En lo pedagógico por supuesto que nos damos vuelta junto al extraordinario plantel de docentes con que cuento, para que los chicos puedan salir con las competencias adecuadas, pero ya comenzará a azotarnos el frío que nos castiga todos los años", dijo Ramos por lo que subrayó el anhelo del edificio propio.

A fines del 2018 se conformó una comisión de padres pudiendo entrevistarse con la arquitecta Giménez de Infraestructura Escolar en ese momento, "nos dijo que para este año en abril iba a tener novedades. Espero que así sea", expresó Ramos.

Cabe aclarar que el espacio para la construcción ya está disponible.