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Recordando al "Kolla" Mercado y los valores del arte

Rescatador del arte popular, autor delicado, intérprete respetuoso, fue acompañado en su aniversario.

Jueves, 07 de marzo de 2019 01:00

Un 5 de marzo nos dejaba José María "Kolla" Mercado. Lo hizo en Tilcara, donde quiso y donde descansan sus restos, y donde se lo recordó este Martes de Chaya junto a su tumba. Allí, un puñado de gente compartió junto a él un vino, su música, la música de esta tierra y alguito nomás de sus recuerdos.

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Un 5 de marzo nos dejaba José María "Kolla" Mercado. Lo hizo en Tilcara, donde quiso y donde descansan sus restos, y donde se lo recordó este Martes de Chaya junto a su tumba. Allí, un puñado de gente compartió junto a él un vino, su música, la música de esta tierra y alguito nomás de sus recuerdos.

Entre tantas otras, guardo un momento del "Kolla" Mercado que lo describe. Estábamos, años atrás, en la señalada de la hacienda de doña Premitiva Ramos, entre otras cosas una de las chicheras memorables de esta tierra, junto a la rama de un árbol enflorada con cintitas. Entre lo que copleaban los alegres, el "Kollita" me toma del brazo, me acerca la boca al oído y me recita: "Caminaba una hormiguita / por la punta de una rama / y al terminarla decía / caray que el mundo se acaba".

No voy a extenderme sobre el contenido existencial y profundo de esa copla, que daría para todo un ensayo. Para el caso, alcanza con recordar que, tras decirla, sonrió con ese placer que sentía por la cosa nuestra y por rescatar, de lo efímero, un saber verseado como aquel. Entonces le pregunto por qué eso de recitarla en vez de cantarla, y traté de entender que acaso sea una costumbre de su Abra Pampa natal.

"No -me responde- es que soy muy tímido para cantarla". Y esa timidez, que de alguna manera sabe a sabiduría, lo dibuja tal cual fue: compositor fino y delicado, tanto de melodías como de versos, estudioso y recopilador de nuestra cultura, interprete que cobijaba en su canto la modestia de las grandes obras.

Y allí estaba, sonriendo acaso bajo tierra, cuando quienes saben valorar su legado le rindieron un nuevo y merecido homenaje, y se comprometieron a poner en valor su obra, ya sea en el museo proyectado en Tilcara, en su casa de La Plata, en forma virtual. Es que quienes lo conocieron o acaban de conocer su obra, saben que se le adeuda un reconocimiento más extendido, pero por lo pronto, aquel cariñoso y entrañable de juntarse con arte junto a su cruz en el cementerio.