Tras la bendición de las bandas en el templo tilcareño, los sikuris y los peregrinos empezarán, en la tarde de hoy lunes, su ascenso al Abra de Punta Corral.
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Tras la bendición de las bandas en el templo tilcareño, los sikuris y los peregrinos empezarán, en la tarde de hoy lunes, su ascenso al Abra de Punta Corral.
Desde hace cuarenta y nueve años, las procesiones de Tilcara, que baja del cerro la hechura mariana de Copacabana obra de don Edmundo Villarreal, y la de Tumbaya, en cuyo interior la Virgen guarda la piedra hallada en el cerro, en 1835, por don Pablo Méndez, se suceden con puntualidad.
Si el Domingo de Ramos baja la Mamita tumbayeña, la de Tilcara es buscada el lunes para regresar el miércoles. Una semana más y lo hará, precedida de samilantes, la réplica humahuaqueña de Cuchillaco, y entonces las tres hermanitas ya se encontrarán en lo bajo, en el atrio de sus respectivos templos.
Inicio de ciclo
Con la subida al Abra de Punta Corral se inicia uno de los ciclos tilcareños donde la religiosidad se entrelaza con la cultura local, al extremo de no quedar trazos claros que puedan diferenciarlas.
Acaso no sean cosas distintas, y el son de los sikuris, el ascenso de la procesión al cerro, la tirada de cuartos en el Abra, la pisada de la imagen a los fieles y, al regresar, las ermitas del Viernes Santo, jalonarán la expresión de fe.
Sikuris y coplas
Los sikuris, en Tilcara, son sin duda los protagonistas. Sus sones, que toman melodías actuales o aquellas de inspiración particular para volcarlas en la escala propia de sus vientos, que ejecutan con mitad del instrumento desde cada hilera complementándose, sonarán con fuerza de a millares ya en este día, cuando se hunden en la contundencia del cerro por los caminos de herradura.
Así, junto a una tonada de la copla que se tornó triste dejando atrás el sayal carnavalero, los tilcareños, reforzados por su fe, cumplen con esa promesa tácita que conocen, como algo natural, desde que son niños.