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Inflación y política monetaria

Martes, 16 de abril de 2019 01:03

Por Benito Carlos Aramayo, economista y profesor emérito de la Unju

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Por Benito Carlos Aramayo, economista y profesor emérito de la Unju

Según anticipa el Gobierno, mañana miércoles 17 del corriente anunciará un paquete de medidas para tratar de atenuar el costo de vida por el aumento de los productos básicos de la Canasta Alimentaria e incentivar el consumo.

No obstante ello, algunos informes indican que ante los anuncios diferentes empresas líderes de alimentos y bebidas ya hicieron remarcaciones en sus productos, por ejemplo, Molinos aumentó un 9 % sus yerbas y 5 % en el aceite Cocinero; por su parte Dos Anclas aumentó la sal en 12 %; La Paulina subió sus lácteos entre un 5 %, lo mismo harán empresas como La Serenísima o Sancor; en el arroz, Carogran aplicará un aumento del 12 %, de igual modo procederán los cuatro monopolios extranjeros que fabrican artículos de higiene para el hogar y abastecen el 85 % del mercado.

Con un dólar calmo por el ingreso del tramo del préstamo del FMI, como por los dólares de la cosecha de granos, la cuestión de la inflación es prioridad electoral del Gobierno, ya que se trataría de un "acuerdo" para controlar por seis meses los precios de 40 o 60 productos de consumo masivo. Ahora bien lo que se observa es que evitan hablar de "control de precios" o "congelamiento", y en nuestra historia económica (incluidos Gelbard-Lavagna), el principal control se hizo sobre el precio de la fuerza de trabajo, al mismo tiempo ya anticiparon para este año el aumento de la Asignación Universal por Hijo (AUH) en un 46 %.

El problema es que quienes gobiernan eluden en su política monetaria partir de la premisa que los precios dependen de la cantidad de dinero circulante y en depósitos, el que se ha envilecido vertiginosamente y perdido reputación de estabilidad, desde hace ya muchos años, incluidos el gobierno de los Kirchner. El dinero, como diría Horacio Ciafardini, el mejor economista marxista que tuvimos, al que la dictadura lo tuvo preso, "...ha quedado reducido a su función más vil, que es la circulación y su función más importante y exigente de todas que es el atesoramiento, no existe..." y ha sido reemplazado por el dólar. El dinero como circulante lo hace de una manera cada vez más acelerada, a la vez que se afecta la producción de bienes generando lo que se conoce como "inflación de oferta", fenómeno verificable.

Ahora bien volviendo a la cantidad de dinero emitido como factor del flagelo inflacionario, agregamos que fueron dos grandes economistas latinoamericanos, Julio Olivera, argentino, fallecido en el año 2016, candidato al Nobel de Economía y Osvaldo Sunkel, chileno, los que aportaron a la economía política la tesis de que en países dependientes como los nuestros, la inflación también tiene bases estructurales, como el grado de monopolización de producción de bienes, los "formadores de precios", la dependencia de insumos importados en dólares, la renta terrateniente o el predominio absoluto del capital financiero sobre el conjunto de la economía. En este sentido cabe destacar que el libro de Sunkel, "El Subdesarrollo Latinoamericano y la Teoría del Desarrollo", editado en 1970, fue en coautoría con Pedro Paz un gran economista jujeño.

Por lo así expuesto entendemos que el fenómeno inflacionario es un activo generador de pobres e indigentes y una de las medidas de política monetaria que se debería concretar es una profunda Reforma Monetaria, tipo de la que se hizo en Alemania en el año 1948, con la salvedad del tiempo transcurrido y por tanto como punto referencial. Esta Reforma fue política de shock contra el sector de la especulación monetaria y financiera, que entonces no tenía la dimensión que hoy tiene en nuestro país. El excedente de dinero que provocaba la inflación se eliminó de cuajo reduciendo el valor nominal del dinero efectivo y de los depósitos bancarios, pero manteniendo el nivel de los salarios y de los precios. Se concretó así la conversión forzosa de la vieja moneda (Reich Mark) por la nueva (Deustschk Mark), que fue establecida en proporción a la tenencia individual o jurídica. Así los asalariados y las familias, como los empresarios de la producción nacional convirtieron su dinero en uno a uno. No fue así con la especulación financiera (en nuestro caso los grandes bancos tenedores de la Leliq poseen $ 1,1 billones de pesos = millones de millones), a quienes fijaron proporciones variables, como por ejemplo de diez a uno. Con esta medida se rescató del circuito económico una enorme masa de dinero especulativo, en tanto que las asignaciones de dinero a las personas y empresas se inyectaron a la producción y al consumo para recuperar la capacidad industrial de Alemania, dando inicio al llamado "Milagro Alemán".

Para finalizar, en nuestro país, según un refrán criollo diríamos "difícil que el chancho silbe", dado el predominio absoluto del capital financiero en el gobierno y las imposiciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), cuyo acuerdo tiene dos ejes: déficit primario cero y pago de los intereses de la deuda, por lo que es poco probable vencer el flagelo inflacionario en el mediano y largo plazo, mientras tanto asistimos a discursos que dicen: "no hay otro camino para ser felices" (Macri) y sobre que "si hay paz y hay rumbo, hay futuro", en el caso del gobernador de Jujuy, que al parecer está convencido de que somos parte del territorio de Noruega.