Como todos los días al abrir un periódico, hay noticias que hablan de lugares lejanos, algunos casi desconocidos y que toman forma gracias a la noble tarea del corresponsal, palabra que tal vez pasa desapercibida y sin embargo tiene mucho que ver con el artífice de esa información. Y es que un corresponsal, no es tan sólo un comunicador o un periodista, es en su esencia, el nexo perfecto que permite a un medio de comunicación, en este caso a El Tribuno de Jujuy, vivir y sentir la hermandad y la unión entre los pueblos de la provincia toda.
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Como todos los días al abrir un periódico, hay noticias que hablan de lugares lejanos, algunos casi desconocidos y que toman forma gracias a la noble tarea del corresponsal, palabra que tal vez pasa desapercibida y sin embargo tiene mucho que ver con el artífice de esa información. Y es que un corresponsal, no es tan sólo un comunicador o un periodista, es en su esencia, el nexo perfecto que permite a un medio de comunicación, en este caso a El Tribuno de Jujuy, vivir y sentir la hermandad y la unión entre los pueblos de la provincia toda.
Los corresponsables, son esos hombres y mujeres, que desde la lejanía, bombean la sangre que llega al corazón mismo de la redacción central, son la máxima expresión de esa fuerza movilizadora que se levanta en busca del acontecer diario. Y con el voto de confianza puesto de manifiesto por sus superiores, que los eligieron para constituirse en la principal fuente de información del interior, se constituyen en testigos inmediatos de las noticias, recreando una realidad con una profunda mirada federal.
La belleza paisajística, los personajes, la cultura y la historia cotidiana, se vuelven presencia en las páginas, merced a la tesonera labor del corresponsal, que es el alma y la piel de cada región. No es un trabajador que llega a cubrir una nota y emprende el regreso apenas logra su cometido, el corresponsal vive, sueña, trabaja y camina con su gente.
Desde tempranas horas, comienza a recorrer las calles con su cámara, con su grabador, con su celular o con una lapicera y un papel, porque todo vale, todo sirve, todo ayuda y cuando faltan algunos elementos, surge la voluntad que como insignia va siempre por delante y lo lleva hasta donde está la noticia.
El corresponsal está pendiente de lo que sucede y no tiene un horario previsto porque la noticia tampoco la tiene. A veces lo encuentra la madrugada en medio de una ruta cubriendo algún trágico accidente, nadie lo obliga, pero el compromiso y su profunda vocación, lo lleva a levantarse a las 3 o 4 de la mañana para realizar la cobertura, que muchos leerán sentados a una mesa tomándose un café. Detrás de esa noticia, hay tiempo, respeto y la necesidad de que cada lector esté informado.
Cuando se tenga el periódico en las manos, sería bueno pensar que no se trata de un puñado de hojas sino de páginas en las que han quedado y queda mucha vida y mucho tiempo de los corresponsales que desde el interior, trabajan para poner al alcance de las manos la realidad de la provincia toda y reconocer a los hombres y mujeres que ya no están entre nosotros y que dejaron una ofrenda permanente que latirán por siempre en las páginas del diario.