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La educación y la moral de una sociedad ¿es condicionada por sus chistes?

Lunes, 13 de mayo de 2019 01:04

Por Martín Horacio Barrandeguy, abogado y experto en Relaciones Internacionales

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Por Martín Horacio Barrandeguy, abogado y experto en Relaciones Internacionales

Analicemos varios interrogantes:

¿Quién realiza al chiste?

 Sin entrar a juzgar el talento o la capacidad de los humoristas, es evidente de que existen algunos, que por esos mismos valores, reiterados en el tiempo han hecho del humorismo una profesión, publicando periódicamente en distintos medios y siendo reconocidos en el ámbito (local, nacional o internacional) por ejemplo Fontanarrosa, Quino, Caloi, Rep, etc.

¿Qué trascendencia y difusión tiene?

Puede llegar solo al receptor inmediato o ser publicado en "los medios", puede referirse a cuestiones banales, el partido del domingo, a una circunstancia indeterminada.

¿Qué sociedad tenemos?

En un artículo de la revista Cidobd'afers internacionals, Burhan Ghalioun, profesor de Sociologia Política de la Université de la Sorbone, Paris, dice: La generalización y la popularización a escala mundial de los valores de la sociedad de consumo, iniciada hace varios decenios, provocan un verdadero cambio de mentalidades, de costumbres y de ética, tanto en las élites sociales como en las clases más desfavorecidas. Si, para la gente del pueblo, el consumo continúa siendo un vector fundamental en la producción de sentido y de valores, los verdaderos valores que circulan en la cultura globalizada son el abandono del compromiso social, político y moral de las élites en favor de la búsqueda del triunfo personal y de estrategias carreristas. Tener éxito, superarse, ser eficaz y dinámico, constituyen ahora el núcleo central de la ética. Se rechazan los valores, las tradiciones y los conocimientos aparentemente difíciles de convertir en éxito, por carecer de interés y sentido.

¿Los chistes son fruto del estado de la sociedad?

Evidentemente el humorista abreva en esta fuente intensa, y va produciendo una escalada de chistes de acuerdo al efecto que producen. Su función es vender humor, si alguien o algo les proporciona inspiración para su trabajo, no lo suelen desaprovechar.

Contestadas estas preguntas, volvamos a la afirmación inicial, si se trata de un humorista de prestigio, a nivel nacional e incluso internacional, que publica chistes diariamente en diarios y revistas de una gran circulación, es evidente que lo que se relata, va a ser leído por personas que disponen de medios para la compra de estos diarios y revistas y que normalmente son decisores (por esos mismos medios de que disponen) en la sociedad en la que están insertos. Sumado a esto, el hecho de que esos decisores (en nuestro país) suelen leer mas chistes que literatura clásica, nos lleva a que se forme una masa crítica de gente con poder que instaura el chiste (o su contenido) en la sociedad.

¿Qué ocurre cuando el chiste alaba, resalta o enaltece un disvalor?.

 El caso que me hizo escribir esto, es un chiste de Fontanarrosa (autor al que admiré y admiro publicado en la revista Viva de Clarín), hace unos veinte años aproximadamente, en el que relataba las desventuras de unas gallinas que en medio de una huelga de posturas de huevos planteaban sus quejas a Inodoro Pereyra y Mendieta, con el siguiente dialogo sintetizado:

Gallina- No pongo más huevos, para qué voy a ponerlos si los cocinan o si llegan a nacer mis hijos, después los matan, mandándolos al asador.

Inodoro- No se preocupe señora, desde hoy voy a reparar ese error, prohibiendo inmediatamente esas conductas.

Gallina- Bueno, entonces dejamos la huelga y volvemos a poner huevos.

Quedando en el último cuadro Inodoro y Mendieta solos, con la siguiente reflexión: Que se le va a hacer, Mendieta, con la verdad crezco y con la mentira zafo.

Entiendo que se trata de una situación ficticia e inexistente, pero con qué facilidad se puede extrapolar dicha reflexión a otras situaciones de la vida reales y cotidianas.

Finalmente y como reflexión personal, podría preguntar:

¿Somos o queremos ser una sociedad?

¿Somos o queremos ser educados?

¿Somos o queremos ser morales?

¿Somos solo un chiste?

 ¿Qué es lo primero: la gallina, el huevo o los pollos al asador?

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