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Una década de obras del artista Héctor Alemán

Una exposición inquietante que sugiere y asombra sin necesidad de decir.
Miércoles, 22 de mayo de 2019 01:00

Con el título "El Dibujo como Metáfora", "Culturarte" nos presenta, hasta el 3 de junio, una muestra de Héctor Alemán que abarca sus dibujos desde 1995 hasta 2005, diez años como para poder acercarnos, no ya a una muestra, sino a una obra. Hablar de una obra no es señalar un estilo, sino aquello que el poeta Jaime Saenz diría: "la obra en que vive el hombre es la obra; y por eso, el hombre en que vive la obra no es la obra".

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Con el título "El Dibujo como Metáfora", "Culturarte" nos presenta, hasta el 3 de junio, una muestra de Héctor Alemán que abarca sus dibujos desde 1995 hasta 2005, diez años como para poder acercarnos, no ya a una muestra, sino a una obra. Hablar de una obra no es señalar un estilo, sino aquello que el poeta Jaime Saenz diría: "la obra en que vive el hombre es la obra; y por eso, el hombre en que vive la obra no es la obra".

La generosidad de Alemán nos presenta una década de dibujos en la que, como al despertar, creemos recordar con certeza imágenes que, sin embargo, no dicen nada explícito. No es que la exposición, amplia en cuanto a un contenido que abarca la planta baja y el entrepiso, nos deje una sensación de vacío. Muy al contrario: sabemos que hay algo, como el ruido de esos pasos que nos siguieron en la noche pero que, al voltearnos, no lo vemos.

Si la palabra "abstracción" nos hace pensar en que el artista resume rasgos que sintetizan un objeto, no es una buena definición de los dibujos de Alemán, con su gama de grises y apenas el susurro aislado, casi obsesivo y minimalista, de rojos y amarillos. La idea es, más bien, de lo previo, de lo primitivo, del arte de un mundo imaginario en el que apenas se inventaron las palabras para nombrar las cosas.

OBRAS / LA MUESTRA PERMANECERÁ HABILITADA HASTA EL 3 DE JUNIO.

Sin embargo, y sin que pudiéramos dar ninguna prueba de ello, el mundo de la obra de Alemán es indudablemente urbano: hay destellos de algún parabrisas, sombras que no son de bosque sino de una calle nocturna, andares que no parecen ser de alguien que no anduviera una ciudad, como si se tratara de un relato que necesita ocultar parte de la verdad, algo que, de decirse, delataría el sentido del conjunto y que, paradójicamente, le haría perder su sentido.

Semeja el relato de un acusado ante la pregunta inquisitiva del inspector. Ambos saben que el autor de la obra conoce todos los detalles del crimen y que, justamente porque lo implican, los enrarece. Pareciera que hay una intención deliberada de no decirnos todo, de no decirnos lo fundamental, que se guarda cosas. ¿Lo hace? ¿Sabe Héctor Alemán que dice cada uno de sus cuadros?. Me animaría a decir que no, que en esos diez años el artista jugó con alejamientos que sólo pueden producir extrañeza, alguna vez angustia, las más de las veces asombro. Que no hay nada por saber pero que, por esa necesidad tan humana de que haya algo, lo intuimos.

Por ejemplo, hay dos cuadros apaisados, uno sobre la otro, uno enmarcado y otro no, que me dejan la certeza de estar inspirados en el Guernica de Picasso (son los dos únicos que no me hablan de ese misterio que no he podido definir). Si los vuelvo a ver, tal vez un aire de cabeza de caballo en uno de ellos me lo recuerde, pero creo que es más bien el ritmo, no parece haber otra cosa, y sin embargo, corriendo el riesgo de que sólo sea mi imaginación, me quedo con esa certeza.

Al apreciar esta muestra, el visitante tendrá que despojarse de toda pretensión de obtener una respuesta pero, a cambio, puede llevar su asombro a flor de piel. Esa es la importancia de visitar las salas de "Culturarte" antes del 3 de junio.