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La vida es un viaje que se siente mejor al ir sin prisa

"Juanma" Jurado se animó y viajó en bici por Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia en una búsqueda personal para encontrarse.
Domingo, 05 de mayo de 2019 01:02

Él no lo sabía, pero su vida estaba marcada por un destino. Y un día de agosto del año pasado, sucedió. El viento sopló en favor de la libertad que estaba dispuesto a perseguir, primero desde una idea que pasó por diferentes estadios hasta ser impulso prometedor y convertirse en una realidad que transformó su vida completamente.

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Él no lo sabía, pero su vida estaba marcada por un destino. Y un día de agosto del año pasado, sucedió. El viento sopló en favor de la libertad que estaba dispuesto a perseguir, primero desde una idea que pasó por diferentes estadios hasta ser impulso prometedor y convertirse en una realidad que transformó su vida completamente.

Fue una apuesta. Una llave que, entendió, le abrió las puertas a un anhelo que tenía como itinerario principal, la travesía por Sudamérica. Y tomó las riendas de este sueño y se dejó llevar por el instinto. Algo que al principio dejaba mucho a lo incierto, empezó a tomar la forma deseada y a buscar su camino.

Él es Juan Manuel Jurado, quien de un momento a otro, se animó a salir de los carriles establecidos por la rutina, emprendiendo un sendero que lo llevaría en bicicleta hacia rutas marcadas por historias nuevas.

La decisión era un hecho y entonces, sin preámbulos, eligió vender el bar que administraba en Hipólito Yrigyen esquina Junín y dejar todo. Desprenderse.

"Cuando pensás que es propicio el tiempo, lo hacés y no cuesta. Esto me pasó y lo viví con ánimo. Hoy quiero poder transmitir mi fuerza, mi energía, mi luz luego del recorrido" dijo "Juanma". Y tiene razón, porque resulta que las personas somos instantes en el mundo, dispuestas a crecer y, sin saberlo aún, protagonistas de alguna aventura que, tampoco se sabe con certeza cuándo despertará.

"Aquí voy yo"

Fue el pensamiento desde el primer giro que dio con el pedal. Ya en marcha, sobre "la negrita" como llama a su "compañera de hierro" (literalmente) y con los sentidos enfocados en la ruta, se vistió con el traje de viajero y emprendió un rumbo para ayudar a despertar conciencias, entender en dónde están los actos que a priori, no se logran comprender e ir en la búsqueda de aquello tan importante, que lejos está de ser material. "Esto no es una competencia o que si viajás a Colombia, a China o a Rusia. El viaje está en uno mismo, en querer matar el ego para sanar el alma y curarse" dijo con seguridad. Así, dejó en claro el concepto que lo llevó a ampliar el espectro, el de guiar a aquél que no puede ver más allá de su propio cuerpo. "Hice varios kilómetros para entender que el mensaje está en lo que no podemos transmitir, eso tan bello y puro que es el amor", así define su viaje, con la intención de multiplicar la voz y, quién sabe, porqué no incentivar a que más personas se animen a ser cómplices de esta linda aventura.

Mientras era movilizado por los pensamientos, "Juanma" seguía acumulando kilómetros de ruta, coleccionando paisajes en su memoria, dejando atrás la ciudad y todo lo que conlleva el movimiento urbano local, para disfrutar del privilegio de respirar naturaleza en estado puro, deleitarse con sabores únicos y pintarse de aquellos colores que se tiñen de regocijo autóctono en otras urbes latinas. Es decir, lejos de lo superficial y más cerca de lo esencial que contiene el mundo. El hecho estaba en descubrir ese río que suena en el interior de cada ser y de hacerle caso, cual influencia inevitable.

En tanto el cuerpo se traslada, las emociones se movilizan... entonces el viajar transforma. La primera de las enseñanzas que cargó en sus alforjas fue que -sea cual sea el viaje- en el camino se va aprendiendo.

Bolivia fue el primer país que lo abrazó en esta travesía. Allí, Padcaya, Tarija, Oruro y Potosí, fueron las ciudades donde comenzó a encontrarse.

ECUADOR AL SOL / LA PLAYA COMO ESCENARIO NATURAL LLENO DE MAGNETISMO.

Hasta que al llegar a La Paz, la bienvenida fue con dos españoles incluidos. "Nacho" y Simón, los chicos de 260 Litros, conocidos en el ámbito del ciclo turismo y cuyo objetivo es pedalear contra el hambre hasta Alaska; unieron fuerzas y compartieron camino; recorriendo momentos inolvidables, entre risas, reflexiones y tiempo fraternal de calidad.

Pero sin dudas, uno de los momentos más importantes fue el paso por Willka Uta. Un portal bidimensional donde los aires místicos se apoderan del encanto tibio de todo lo que pasa. Inserto en una montaña, este lugar se entrelaza para siempre con el rito ancestral, punto esencial desde donde jamás se vuelve igual. "Se siente mucha paz espiritual como para que pueda sanarse cualquier persona. Después de esa experiencia, estaba dispuesto a enfrentarme a lo que podía venir con menos miedo. Me di cuenta de que hay que romper la estructura conservadora de creer que hay nombres propios, apellidos, madres o padres que regulan los intereses de sus hijos, que ya no somos un pueblo donde amedrentan con intereses mercantiles. Ahora la libertad se encuentra en la conciencia" afirmó el viajero.

Y es que es la propia naturaleza, la que nos une como seres humanos y sólo quiere eso mismo, evolucionar mientras se va haciendo camino.

Entonces, al fin y al cabo, el objetivo del ciclo turista no es el llegar a la meta, sino transitarla y vivir las experiencias para sentir ese crecimiento a flor de piel. Compartiendo, disfrutando, uniendo intuiciones... sin miedos y que la libertad, esa que nos hace tan únicos, se manifieste como vía para brillar desde el espíritu.

Las flechas le seguían indicando más lugares a seguir. El lago Titicaca, Perú, Puno, Copacabana, Cuzco... escenarios inmediatos y en los que se daba el gusto de sentir en primera persona.

"La conciencia es el universo"

Es la frase que más atesora y que está presente en la motivación de cruzar rutas y trascender las barreras geográficas. Pero también las mentales. Aquellas que se naturalizan con palabras suspendidas en el aire, en los nuevos vientos que ninguna red puede contener.

"Oxigenémonos, salvemos nuestra respiración, viajemos y nos encontremos ahí donde nadie puede observarnos más que nosotros mismos para sentirnos plenos, sabiendo que hacemos lo correcto" dijo "Juanma" que durante el trayecto se reconoció como un ser dispuesto a aprender de lo vivido, pero también de los miedos. "Vengo a hacerme feliz y si la vida es un teatro quiero actuar de la mejor manera. Si puedo transmitirlo con experiencias de lo que viví, mejor".

Su pedaleo no cesó. Y el camino lo llevó hasta Barrancas, ciudad en la que se encontró con ciclo turistas neuquinos; Antonella Santorelli, Renzo Scattone y la perrita de ambos, Ona. Entonces juntos dejaron sus huellas y unieron su suerte hasta Piura.

Allí, le permitió descansar a su bicicleta, para adentrarse en el Amazonas, Nauta e Iquitos y ser testigo de ceremonias amazónicas que hicieron a su cambio de vida.

Una energía distinta que conecta lo emocional con lo elemental. Y donde lo mental pasó a las filas del pálpito momentáneo.

"El viaje me dio la posibilidad de conocerme a mí mismo, de no tener a nadie a lado para que decidiera por mí y no suponer nada, que todo esté previsto en ese momento. Aprender de las culturas, el saber que la medicina está en la naturaleza, en el campo, en el monte, en el agua" aseguró.

Así, todo empieza desde la vibración inicial.

El mundo es, entonces, el motor único que puede estimular el movimiento en la energía de cada ser; porque uno es todo y todo es uno en el universo.