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25 de Abril,  Jujuy, Argentina
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Hace 90 años nacía el padre Tarcisio quien podría convertirse en el primer santo en tierra jujeña

La documentación de la causa pidiendo su beatificación fue entregada al Vaticano.
Lunes, 06 de mayo de 2019 21:01

Hace 90 años en un pueblo de Italia, nacía el misionero migrante Tarcisio Rubín, quien en abril de 1974, cruzo el mar para afincarse definitivamente en Argentina, dedicando toda su vida al servicio de los pobres, eligiendo particularmente, a los trabajadores golondrinas que iban desde la zafra a la vendimia y al trabajo en las compañías mineras en el sur.  En la segunda semana de enero, monseñor César Daniel Fernández, acompañado del postulador de la Causa, el Vice Postulador y el General de los Scalabrinianos, entregó la documentación recabada, testimonio de numerosos jujeños, en la Sagrada Congregación para las Causas de los Santos, en la ciudad del Vaticano. Ahora los científicos se encuentran estudiando la vida del misionero para luego recomendar al Papa, quien dará a conocer su decisión.

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Hace 90 años en un pueblo de Italia, nacía el misionero migrante Tarcisio Rubín, quien en abril de 1974, cruzo el mar para afincarse definitivamente en Argentina, dedicando toda su vida al servicio de los pobres, eligiendo particularmente, a los trabajadores golondrinas que iban desde la zafra a la vendimia y al trabajo en las compañías mineras en el sur.  En la segunda semana de enero, monseñor César Daniel Fernández, acompañado del postulador de la Causa, el Vice Postulador y el General de los Scalabrinianos, entregó la documentación recabada, testimonio de numerosos jujeños, en la Sagrada Congregación para las Causas de los Santos, en la ciudad del Vaticano. Ahora los científicos se encuentran estudiando la vida del misionero para luego recomendar al Papa, quien dará a conocer su decisión.

Sin lugar a dudas, fue tan grande y generosa la entrega del misionero de la sotana raída, la barba blanca y sandalias de caucho que caminó sin descanso buscando a los más necesitados, que habiendo transcurrido 36 años de su fallecimiento en la capilla de Alto Calilegua, Valle Grande, su serena figura sigue presente en las comunidades jujeñas y en las de otras provincias donde desando sus huellas evangelizando con obras. 

Esa gente humilde fue quien brindo sus testimonios y pidió a la iglesia que lo reconozca formalmente como un santo. Las numerosas pruebas de milagros atribuidos a su intercesión y por el testimonio de vida de los que tuvieron contacto con él, aseguran su santidad. La iglesia lleva adelante un proceso desde hace 10 años en el que sigue los pasos para la canonización.

El padre Tarcisio Rubín, nació el 6 de mayo de 1929 en el pueblo de Loreggia, provincia de Padua, Italia y fue ordenado sacerdote, el 21 de marzo de 1953. El 9 de abril de 1974, llegó a la Argentina, sin más equipaje que su devoción a los pobres y el evangelio de amor que prodiga misericordia. No tuvo cargo de párroco, vivió su sacerdocio con la libertad de un niño, deambulando dondequiera que se necesite la palabra de Dios. No había iglesia o capilla que él no conociera, puerta de casa parroquial o convento que él no abriera con la silenciosa llave de su mirada, su sonrisa y la luz inagotable de su espíritu misionero.

A fines de septiembre de 1983, el misionero cayó gravemente enfermo y fue derivado a un centro especializado en Córdoba, desoyendo a toda prescripción médica, cumplió el que sería su último sueño, volver a Jujuy. Al llegar a San Pedro siguió hasta San Francisco de Valle Grande, allí pidió a la comunidad que preparara todo para la fiesta patronal del día siguiente y partió a visitar las familias de Alto Calilegua. El 2 de octubre, la directora y un grupo de niños fueron a recibirlo y luego de celebrar la misa se retiró rezar a la capilla. Al día siguiente, los niños encontraron su cuerpo sin vida tendido frente al altar, delante del Santísimo. Sus restos fueron trasladados hasta San Pedro de Jujuy y descansan en la capilla del cementerio municipal Cristo Rey.