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La regla de oro debería ser el equilibrio

Lunes, 17 de junio de 2019 00:00

Decantan los resultados del 9-J, y mientras baja la espuma se suman los análisis de otra elección en Jujuy. Quedó claro: Cambia Jujuy ganó, ganaron Gerardo Morales, Carlos Haquim y Raúl Jorge. Cada uno se alzó con los votos para validar su continuidad, pero el conjunto perdió más de 60 mil sufragios con respecto a su triunfo anterior. Se disimularon por la performance tan excelente como inesperada de Carlos Haquim y un Primero Jujuy, que volvió del lejano segundo plano a donde había sido confinado por los propios radicales. Chuli Jorge se dio el enorme gusto de entrar a su cuarto mandato. El gusto incluyó silenciar voces de adentro que varias veces intentaron armarle internas y sucesores de manera tan torpe que nacían fracasados. Así sobre esas tres patas, Cambia Jujuy seguirá cuatro años más. Sin embargo, deberá revisar el pobre desempeño electoral de la lista de diputados de la UCR, con ocho ingresos, que logrará afirmarse como bloque mayoritario con el aporte de cinco socios de Primero Jujuy. Otro tanto le toca a Chuli, que directamente perdió el control del Concejo Deliberante, a manos del peronismo. ¿Errores en la elección de los nombres? Seguro. ¿Los electores -especialmente muchos correligionarios- se hartaron de tantos repetidores en las listas? Sí. ¿Exagerado entusiasmo municipal por abrir el juego a las colectoras que sumaron para la cabeza y desordenaron al conjunto? Por supuesto. Finalmente: ¿una saturación con la propaganda oficialista que tapó la provincia hasta casi asfixiarla? También. El combo les iluminó el camino del triunfo pero les generó por detrás un cono de sombras que indica que Cambia Jujuy deberá entrar en un análisis profundo y sincero del camino recorrido antes del armado de sus futuras trayectorias. Por ahora, el líder y gobernador, sigue muy pendiente de la rosca nacional, donde la fórmula de "Juntos por el Cambio" recuperó centralidad, calmó los mercados e insufló ánimo al oficialismo. Pero sabe que queda pendiente un balance descarnado. De no hacerlo, la UCR local podría caer en los mismos errores del peronismo local que corrió en círculos mordiéndose la cola hasta que su elitismo y autismo lo derrotaron.

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Decantan los resultados del 9-J, y mientras baja la espuma se suman los análisis de otra elección en Jujuy. Quedó claro: Cambia Jujuy ganó, ganaron Gerardo Morales, Carlos Haquim y Raúl Jorge. Cada uno se alzó con los votos para validar su continuidad, pero el conjunto perdió más de 60 mil sufragios con respecto a su triunfo anterior. Se disimularon por la performance tan excelente como inesperada de Carlos Haquim y un Primero Jujuy, que volvió del lejano segundo plano a donde había sido confinado por los propios radicales. Chuli Jorge se dio el enorme gusto de entrar a su cuarto mandato. El gusto incluyó silenciar voces de adentro que varias veces intentaron armarle internas y sucesores de manera tan torpe que nacían fracasados. Así sobre esas tres patas, Cambia Jujuy seguirá cuatro años más. Sin embargo, deberá revisar el pobre desempeño electoral de la lista de diputados de la UCR, con ocho ingresos, que logrará afirmarse como bloque mayoritario con el aporte de cinco socios de Primero Jujuy. Otro tanto le toca a Chuli, que directamente perdió el control del Concejo Deliberante, a manos del peronismo. ¿Errores en la elección de los nombres? Seguro. ¿Los electores -especialmente muchos correligionarios- se hartaron de tantos repetidores en las listas? Sí. ¿Exagerado entusiasmo municipal por abrir el juego a las colectoras que sumaron para la cabeza y desordenaron al conjunto? Por supuesto. Finalmente: ¿una saturación con la propaganda oficialista que tapó la provincia hasta casi asfixiarla? También. El combo les iluminó el camino del triunfo pero les generó por detrás un cono de sombras que indica que Cambia Jujuy deberá entrar en un análisis profundo y sincero del camino recorrido antes del armado de sus futuras trayectorias. Por ahora, el líder y gobernador, sigue muy pendiente de la rosca nacional, donde la fórmula de "Juntos por el Cambio" recuperó centralidad, calmó los mercados e insufló ánimo al oficialismo. Pero sabe que queda pendiente un balance descarnado. De no hacerlo, la UCR local podría caer en los mismos errores del peronismo local que corrió en círculos mordiéndose la cola hasta que su elitismo y autismo lo derrotaron.

El Frente Justicialista no ganó en los votos, pero despojado del triunfalismo que vuelve locos a los políticos, recién está comprendiendo que fue un gran ganador. El enorme hallazgo de la fórmula con un Julio Ferreyra que rompió todas las reglas de la tradición electoral, y el gesto de un Adrián Mendieta que declinó su candidatura principal para acompañar, se complementaron con el estilo del presidente del PJ Rubén Rivarola, hombre de empresas privadas exitosas, que trasladó a la política el pragmatismo, la decisión -y particularmente el coraje- que a la dirigencia tradicional le cuesta aceptar y digerir. Los tres soportaron estoicamente todo tipo de ataques y menosprecios y evitando entrar al juego sucio tuvieron su premio: El Frente Justicialista rompió los techos bajísimos que le fijaban los agoreros -de adentro y de afuera- y le dio un disgusto enorme a Cambia Jujuy, le empató los diputados entrantes, ganó en intendencias que asomaban como imposibles como Palpalá, Humahuaca, La Quiaca, y retuvo Monterrico, El Carmen, Purmamarca, y coprotagonizará la vida comunal en San Salvador de Jujuy. Volver así después de tantas derrotas casi humillantes de su historia reciente, es bastante. Un verdadero triunfo. De todo esto el Peronismo puede estar orgulloso. Ahora se vuelve importante que comience a ser responsable con su éxito, con autocríticas realistas, reconociendo a los que la remaron desde afuera, y mostrando gratitudes explícitas (algo a lo que nunca estuvo acostumbrado). Ahora hay que elegir los diputados nacionales (los más acelerados afirman que pueden llegar a ganar dos de los tres en juego), cuidando de no comprometer la magnífica elección de junio, con apetencias irresponsables y rencillas majaderas que siempre abrevan en ambiciones arrogantes y pretensiones engreídas. Los peronistas tienen trabajo: ¿qué harán "los guillermitos" de Juntos por Jujuy, las tropas de Alejandra Cejas y de Juan Manuel Esquivel? ¿Irán unidos para enfrentar a Macri/Pichetto?, ¿volverán al PJ, serán bien recibidos, o dispersarán los votos de nuevo? Ya brotaron de un lado los que se quieren almorzar la cena; y del otro, los que ya desayunaron, almorzaron y cenaron con postre y café, y quieren repetir, sin ponerle una silla a nadie más en la mesa donde el Justicialismo siempre ofrece oportunidades. Y sin pensar en una nueva generación de dirigentes y cuadros que consolide lo logrado el 9-J y traslade el entusiasmo a las próximas pruebas de las Paso y las generales de octubre. La sensatez y la humildad serán los valores más sustanciales que deberán complementar a la razonabilidad en el período que comienza.

La izquierda jujeña referenciada en Alejandro Vilca, irá casi toda unida detrás de Nicolás Del Caño y Romina del Pla. La derecha más dura que todavía no mostró adhesiones en la provincia va detrás del economista José Luis Espert. ¿Los massistas seguirán con Massa, quedarán con Cambia Jujuy y Macri, o les será más tentadora la fórmula Lavagna/Urtubey (los últimos coherentes con el rechazo a la grieta que hoy camino por el angosto sendero de herradura, exancha avenida del medio)? A los candidatos radicales los ordenará la decisión del GM, pero aún les queda resolver qué lugar ocuparán en la alianza nacional, que hoy parece estar muy lista para volver a usufructuarles la fuerza y muy poco dispuesta a ofrecerles una devolución importante. ¿Y cómo repercutirá eso en Jujuy? Jugar con nombres hoy es temerario. E irresponsable. ¿Los líderes exigirán disciplina, promoverán el debate o dejarán libertad de acción para las "listas cortas"? Para radicales y peronistas, la regla de oro debería ser el equilibrio intrafuerzas y entre fuerzas. Y ojalá trasladen esa armonía a la vida provincial. Gerardo Morales jefe del oficialismo y Rubén Rivarola jefe de la oposición, ahora tienen la responsabilidad de ser custodios y protagonistas de la ecuanimidad y la moderación tan necesarias en Jujuy.

 

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