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¿Cuál será el eje de trabajo que abordará sobre las neurociencias?
-Es un curso introductorio, vamos a ver aspectos generales porque la idea es continuarlo con cursos de formación y de postgrado el año que viene. Lo que vamos a ver es qué son las neurociencias y cómo pueden aportar a la educación tanto en el proceso de aprendizaje como en el de enseñanza, para luego pasar a ver las bases biológicas, o las bases del sistema nervioso que involucran a los aprendizajes y los procesos de enseñanza. Vamos a ver aspectos tales como atención, percepción, cognición, aprendizaje-memoria, y todo lo encaminado para hacer pensar a los docentes sobre cómo aprendemos y qué aplicamos cuando estamos pensando en nuestras programaciones de cátedra y en nuestras formas de enseñanza.
¿Cómo puede definir sintéticamente a las neurociencias?
-Las neurociencias es un conjunto de ciencias que aportan al conocimiento del sistema nervioso. Su principal función es ver cómo funciona el sistema nervioso. Tiene aporte de muchísimas ciencias, uno piensa enseguida en la física, en la química, la biología, pero también tiene mucho de sociología, de antropología, de psicología. Nos vamos a centrar concretamente en la parte vinculada a la psicobiología, que son las bases subyacentes a la conducta humana, y más aún en las neurociencias cognitivas, las bases que subyacen en los procesos de cognición en el ser humano.
¿Cuáles son las herramientas más importantes que les va a brindar a los docentes?
-En un primer momento es conocernos, porque todo el mundo se conoce por fuera pero no por dentro. La idea es entender que en cada conducta, en cada acto que hacemos está por detrás el sistema nervioso integrado. Es decir un sistema nervioso bastante complejo, sobre todo cuando hablamos de las funciones superiores porque llevan a cabo aspectos innatos, distintivos como también emocionales, de aprendizaje, culturales y sociales. Es ver cómo todo ese sistema en sus diferentes estructuras va aportando y va haciendo una configuración bastante compleja del procesamiento de la información. Eso para empezar, para saber cómo pensamos con el cerebro, no pensamos racionalmente únicamente, somos seres complejos. Luego la idea es ver cómo en todos nuestros procesos, en el aprendizaje tanto académico como fuera de él están implicados la atención, la percepción, y son la base de toda nuestra cognición. Está destinado a conocer cómo pensamos y qué está interviniendo cuando tomamos una decisión, y qué decisiones se pueden modelar e ir acomodando a la demanda cultural y del ambiente.
¿Hay algún tipo de proceso emocional que interfiera en el conocimiento, en su desarrollo?
-Interfiere y ayuda, nosotros cada vez que aprendemos, que procesamos algo, que le damos una interpretación al mundo, está interviniendo nuestra experiencia pasada, nuestro bagaje social y nuestras emociones, y todo eso interviene en nuestra toma de decisiones, nuestro planteo a futuro, lo que pensamos que podemos y que no podemos. Por eso es que se está metiendo mucho en todo lo que es educación el desarrollo de los lóbulos frontales, la estructura más compleja del sistema nervioso, la estrella de las funciones ejecutivas que le permiten ser un ser pensante, racional y social. Hasta allí van apuntados los avances de la educación mundial desde que la Unesco hace unos años apuntó a esta formación integral del individuos. En Argentina en el 2016 en Purmamarca, se pusieron las bases del desarrollo a lo largo de todos los ciclos de la educación y una formación transversal encaminada al desarrollo de capacidades.
¿Y cómo se fomenta el desarrollo del lóbulo frontal?
-Tiene que ver con la educación, con el arte, con la música, con conocernos íntegramente, con reconocernos como personas racionales y emocionales, que en toda toma de decisión, planteo, propósito o meta que yo haga o piense está implicado todo un sistema nervioso que no podemos desecharlo. Y están teniendo mucho énfasis las habilidades sociales y emocionales, es decir trabajar mucho con la conjunción entre lo racional y lo emocional.
En la Argentina hay una tendencia de dejar de lado las artes pero por otro lado en Europa se incluye la educación emocional...
-Exactamente, se le llama educación emocional pero es algo que durante muchos años se ha tenido relegado, pero no es otra cosa que poner énfasis en algo que durante muchos años se ha tenido relegado en las escuelas, dejado a la suerte a la buena intención del docente. Desde el encuentro de Purmamarca se está apostando a hacer consciente que todo eso influye en la toma de decisiones, y se quiere apostar a la formación de un individuo integral, donde aparte de las emociones tenga que ver lo cultural, lo artístico, la apreciación del arte, de la emocionalidad y que ese contenido sea transversal. Hay cosas que pueden perjudicar ese aprendizaje o beneficiarlo, en la relación del docente con el alumno o entre alumnos, hay aspectos racionales que se pueden trabajar y favorecer a la adaptación del individuo. Digo adaptación no sólo académica sino social.
¿O sea que dejar de lado lo artístico sería un error?
-Sí, lo que se está apuntando ahora es a aspectos más generales y conocidos, más vinculado al contexto cultural. Se viene hablando desde hace mucho en educación de acomodar los contenidos a los contextos culturales, pero es como que se sigue haciendo demasiado énfasis en el aspecto racional y estricto de los contenidos. Venimos de paradigmas que trabajan mucho contenidos pero hay que hacerlos con contenidos, actitudes y aptitudes, todos ellos hacen al aprendizaje.