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19 de Abril,  Jujuy, Argentina
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"Soy el único argentino en toda la ciudad de Nacala"

Vive en Mozambique hace un año y medio pero mantiene su esperanza de asentarse alguna vez en el norte argentino.
Domingo, 23 de junio de 2019 01:01

A sus 35 años de edad, Alejandro Martínez Hansen "tiene más mudanzas que amigos", así lo expresó entre risas. Es que debido al trabajo de su padre, que era militar, vivió durante su juventud en varias provincias que se iban alternando por lo menos cada cuatro años, pero siempre el destino para las vacaciones de verano era Jujuy.

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A sus 35 años de edad, Alejandro Martínez Hansen "tiene más mudanzas que amigos", así lo expresó entre risas. Es que debido al trabajo de su padre, que era militar, vivió durante su juventud en varias provincias que se iban alternando por lo menos cada cuatro años, pero siempre el destino para las vacaciones de verano era Jujuy.

 

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De grande, Alejandro decidió seguir los pasos de su padre que lo llevó a continuar con ese ritmo de constantes viajes y nuevos destinos. Una rutina de vida que, aún habiendo dejado la carrera militar, mantiene hasta hoy por el trabajo en el que se desempeña.

Terminó la secundaria en Córdoba, en el Ejército se recibió de Oficial y como licencado en Administración de Empresas, y estando en Salta pidió la baja de esa fuerza. Durante 2011 trabajó en Neuquén para una empresa minera, la misma que lo promovió y lo destinó a Paraguay, donde estuvo cinco años y la que ahora lo mantiene viviendo hace un año y medio en Mozambique, país de África Oriental.

Alejandro vive en la ciudad portuaria de Nacala de la provincia de Nampula. "En esta ciudad soy el único argentino y en Nampula me he cruzado con uno, pero que sólo estaba de pasada", comentó.

Y detalló: "en la empresa que trabajo todos los extranjeros son brasileños. De los 150, 149 son brasileños y uno solo argentino, que soy yo".

EN LA OFICINA / UNA JORNADA HABITUAL CON SUS COMPAÑEROS DE TRABAJO QUE SE CONVIRTIERON EN SU FAMILIA.

El jujeño cuenta que al llegar tuvo que empezar de cero con el idioma pese a que ya estaba acostumbrado al portugués de sus compañeros brasileños, pero resulta que el de Monzambique es el "portugués de Portugal".

"El primer mes me estresé bastante, pero por la necesidad de comunicarme en el trabajo aprendí dentro de todo rápido el idioma", comentó.

Pese a que Alejandro se declaró como una apersona que no sufre el desarraigo, dejó entrever que siempre resulta necesario mantener cierto contacto para no olvidar las costumbres y las raíces.

"Cuando llegué a Monzambique me puse en la búsqueda de otros latinoamericanos que no fueran mis compañeros de trabajo, pero no encontré ninguno. Fui a la embajada argentina que queda en la capital que se llama Maputo y ahí encontré un grupo de argentinos que es hermoso y con el que mantengo contacto, pese a que están a 1.800 kilómetros de acá", contó el jujeño.

DE PASEO POR ESPAÑA / EN LA CATEDRAL DE SANTIAGO DE COMPOSTELA.

Así, con tanto camino recorrido y todavía con mucho más por recorrer, Alejandro se mantiene abierto a las oportunidades que le ofrece la vida y está dispuesto a trasladarse a cualquier lugar del mundo donde pueda desarrollarse y crecer.

Catamontaña, su lugar

Casi cinco años ya pasaron de la última vez que Alejandro visitó su tierra natal. Pero dispuesto a no perder más tiempo, se propuso a sí mismo hacerlo en agosto próximo, una visita necesaria para recargar esas energías que lo mantienen fuerte y estable lejos de su hogar.

Para su fortuna, Alejandro desde muy chico logró encontrar su lugar en el mundo. Un espacio cargado de hermosos momentos, travesuras de la infancia y del amor incondicional de su familia.

Este lugar que lleva en su corazón a dónde sea que vaya es Catamontaña, una finca de la familia en el departamento El Carmen y dónde pasó los mejores momentos de su niñez y en la que se siente pleno.

Así, con parte de su corazón siempre tirando para Argentina, Alejandro no puede pensar en otro lugar que no sea Jujuy o Salta para volver y apostar laboralmente en su país. "Estar cerca de la familia y de dónde me crié es una esperanza que tengo. Nunca me imaginé estar donde estoy y tampoco en los lugares que ya estuve y estoy agradecido por eso, pero espero poder en algún momento asentarme en el tierra de donde soy para volver a sentir el aire del Norte, la tonada que nos caracteriza y claro que también la comida", expresó el jujeño.

Alejandro destacó también la belleza de la costa del Océano Índico, que es ahora su hogar, por sus playas paradisíacas vírgenes a las que consideró más lindas que las de El Caribe, pero dijo que no cambiaría por nada las bondades del norteño.