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Un punto de inflexión en la campaña de Alberto Fernández

Domingo, 14 de julio de 2019 01:03

Pese a que sigue encabezando las encuestas de cara a las Paso, el kirchnerismo atraviesa su momento de mayor confusión política en lo que va de la campaña, originado en su dificultad para conseguir votos de centro y en la incipiente recuperación económica que está mostrando el Gobierno en los últimos tres meses. 
Toda la campaña de Alberto Fernández a la presidencia y de Axel Kicillof a la gobernación bonaerense está centrada en mostrarse como la antítesis del derrumbe financiero que se generó durante la gestión de Mauricio Macri, pero ese eje comienza a hacerse cada vez más difuso con la persistente estabilidad del dólar y la lenta pero constante reducción de la inflación. Si a eso se le agrega la enorme cantidad de dinero que el Presidente volcó al consumo durante la campaña y el congelamiento momentáneo de las tarifas, la situación es aún más compleja.
Al igual que le ocurrió a Daniel Scioli hace cuatro años, a Fernández se le está haciendo muy difícil correr a Cristina Kirchner del centro de la campaña, aún cuando ella mantiene un profundo silencio de radio durante largas semanas. Ayer, de regreso de Cuba, la expresidente presentó su libro en Río Gallegos y denunció una “campaña sucia” por parte del Gobierno, en sintonía con lo que vino sosteniendo una buena parte de su espacio. Ese tipo de declaraciones destinadas a la victimización ayudan a profundizar la polarización, pero siguen poniéndole un freno a la sumatoria de nuevos apoyos. 
¿Cuál sería la fórmula para acercar a los desencantos del kirchnerismo? Instalar un eje de campaña en materia de gestión que logre seducir al electorado y sea reproducido masivamente por los medios de comunicación. Ni Alberto Fernández ni Macri han prometido una sola medida concreta que rompa el molde monocorde de esta campaña. 
La mayoría de las consultas periodísticas que recibe el exjefe de Gabinete tiene que ver con sus furibundas críticas anteriores a la expresidente y también con las resonantes denuncias de corrupción que pesan contra ella. Es ahí cuando el exjefe de Gabinete pierde la moderación que busca tener para seducir a los sectores desencantados con Macri y que no están convencidos de apoyar a un candidato cristinista. Sin dudas, ese es el electorado que puede inclinar definitivamente la balanza para un lado o el otro de la grieta.
El solo hecho de que Alberto Fernández se haya cruzado malamente tres veces en día con distintos periodistas muestra a las claras la incomodidad que está atravesando el candidato para difundir su discurso proselitista. La relación con los medios de comunicación será una de las claves de la eventual presidencia de Fernández, ya que durante el kirchnerismo ese vínculo siempre fue tirante y él prometió cambiar esa situación. Las contradicciones exhibidas hasta ahora provocaron una reunión de urgencia de los equipos de campaña del Frente de Todos con el objetivo de unificar el mensaje para captar los votos necesarios que le permitan tener chances de imponerse en la primera vuelta. Ocurre que los sondeos de opinión están reflejando un crecimiento sostenido en la imagen del Presidente y también un escenario de virtual empate técnico en el balotaje, en donde Juntos por el Cambio tendría a priori más chances de captar nuevos apoyos que el kirchnerismo. ¿Por qué podría ocurrir esto? Básicamente porque los encuestadores midieron para dónde irían los votos de Roberto Lavagna, José Luis Espert y Juan José Gómez Centurión en una eventual segunda vuelta, y el resultado es altamente favorable a Macri. Alberto Fernández sólo acapararía la mayoría de los votos de Nicolás del Caño y de Manuela Castiñeira, quienes entre ambos no sumarían más de cinco puntos en las elecciones de agosto. En diálogo con El Tribuno, uno de los analistas políticos más experimentados del país señaló ayer en off the record que “si en las Paso hay una diferencia menor a los siete puntos a favor de los Fernández, en octubre podría pasar al frente Macri gracias al voto útil”. El especialista considera que las fuerzas que queden por fuera de la polarización tenderán a deshilacharse en la primera vuelta hacia alguno de los dos extremos de la grieta, aumentando las posibilidades de que alguno de los dos candidatos alcance el 45 por ciento que se necesita para imponerse sin balotaje. Un dato que alienta la posibilidad de un triunfo de Alberto Fernández o Macri en la primera vuelta es la baja performace que está teniendo Consenso Federal, la fuerza que lleva a Roberto Lavagna y Juan Manuel Urtubey en la fórmula presidencial. Las encuestas ubican al exministro de Economía por debajo del diez por ciento, menos de la mitad que sacó Sergio Massa en las elecciones de 2015.

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Pese a que sigue encabezando las encuestas de cara a las Paso, el kirchnerismo atraviesa su momento de mayor confusión política en lo que va de la campaña, originado en su dificultad para conseguir votos de centro y en la incipiente recuperación económica que está mostrando el Gobierno en los últimos tres meses. 
Toda la campaña de Alberto Fernández a la presidencia y de Axel Kicillof a la gobernación bonaerense está centrada en mostrarse como la antítesis del derrumbe financiero que se generó durante la gestión de Mauricio Macri, pero ese eje comienza a hacerse cada vez más difuso con la persistente estabilidad del dólar y la lenta pero constante reducción de la inflación. Si a eso se le agrega la enorme cantidad de dinero que el Presidente volcó al consumo durante la campaña y el congelamiento momentáneo de las tarifas, la situación es aún más compleja.
Al igual que le ocurrió a Daniel Scioli hace cuatro años, a Fernández se le está haciendo muy difícil correr a Cristina Kirchner del centro de la campaña, aún cuando ella mantiene un profundo silencio de radio durante largas semanas. Ayer, de regreso de Cuba, la expresidente presentó su libro en Río Gallegos y denunció una “campaña sucia” por parte del Gobierno, en sintonía con lo que vino sosteniendo una buena parte de su espacio. Ese tipo de declaraciones destinadas a la victimización ayudan a profundizar la polarización, pero siguen poniéndole un freno a la sumatoria de nuevos apoyos. 
¿Cuál sería la fórmula para acercar a los desencantos del kirchnerismo? Instalar un eje de campaña en materia de gestión que logre seducir al electorado y sea reproducido masivamente por los medios de comunicación. Ni Alberto Fernández ni Macri han prometido una sola medida concreta que rompa el molde monocorde de esta campaña. 
La mayoría de las consultas periodísticas que recibe el exjefe de Gabinete tiene que ver con sus furibundas críticas anteriores a la expresidente y también con las resonantes denuncias de corrupción que pesan contra ella. Es ahí cuando el exjefe de Gabinete pierde la moderación que busca tener para seducir a los sectores desencantados con Macri y que no están convencidos de apoyar a un candidato cristinista. Sin dudas, ese es el electorado que puede inclinar definitivamente la balanza para un lado o el otro de la grieta.
El solo hecho de que Alberto Fernández se haya cruzado malamente tres veces en día con distintos periodistas muestra a las claras la incomodidad que está atravesando el candidato para difundir su discurso proselitista. La relación con los medios de comunicación será una de las claves de la eventual presidencia de Fernández, ya que durante el kirchnerismo ese vínculo siempre fue tirante y él prometió cambiar esa situación. Las contradicciones exhibidas hasta ahora provocaron una reunión de urgencia de los equipos de campaña del Frente de Todos con el objetivo de unificar el mensaje para captar los votos necesarios que le permitan tener chances de imponerse en la primera vuelta. Ocurre que los sondeos de opinión están reflejando un crecimiento sostenido en la imagen del Presidente y también un escenario de virtual empate técnico en el balotaje, en donde Juntos por el Cambio tendría a priori más chances de captar nuevos apoyos que el kirchnerismo. ¿Por qué podría ocurrir esto? Básicamente porque los encuestadores midieron para dónde irían los votos de Roberto Lavagna, José Luis Espert y Juan José Gómez Centurión en una eventual segunda vuelta, y el resultado es altamente favorable a Macri. Alberto Fernández sólo acapararía la mayoría de los votos de Nicolás del Caño y de Manuela Castiñeira, quienes entre ambos no sumarían más de cinco puntos en las elecciones de agosto. En diálogo con El Tribuno, uno de los analistas políticos más experimentados del país señaló ayer en off the record que “si en las Paso hay una diferencia menor a los siete puntos a favor de los Fernández, en octubre podría pasar al frente Macri gracias al voto útil”. El especialista considera que las fuerzas que queden por fuera de la polarización tenderán a deshilacharse en la primera vuelta hacia alguno de los dos extremos de la grieta, aumentando las posibilidades de que alguno de los dos candidatos alcance el 45 por ciento que se necesita para imponerse sin balotaje. Un dato que alienta la posibilidad de un triunfo de Alberto Fernández o Macri en la primera vuelta es la baja performace que está teniendo Consenso Federal, la fuerza que lleva a Roberto Lavagna y Juan Manuel Urtubey en la fórmula presidencial. Las encuestas ubican al exministro de Economía por debajo del diez por ciento, menos de la mitad que sacó Sergio Massa en las elecciones de 2015.