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Recordando a Jacques Offenbach en su ciudad

Lunes, 15 de julio de 2019 09:54

Nuestro lector aficionado a la música clásica seguramente sabrá de quién estamos hablando. Pero el lector que nunca ha pisado un teatro o escuchado por casualidad un CD de música clásica seguramente ha escuchado alguna de sus obras, sobretodo si ha visto películas de gran taquilla, como las de Hollywood o incluso hasta en los comerciales de la televisión.

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Nuestro lector aficionado a la música clásica seguramente sabrá de quién estamos hablando. Pero el lector que nunca ha pisado un teatro o escuchado por casualidad un CD de música clásica seguramente ha escuchado alguna de sus obras, sobretodo si ha visto películas de gran taquilla, como las de Hollywood o incluso hasta en los comerciales de la televisión.

 Es que Jacques Offenfach, cuyo aniversario se celebra este año ha sido un prolífico compositor, francés de adopción, pues nació en Colonia, Alemania, desde donde se escribe esta columna semanal.

 Pues, la obra de este autor es más conocida de lo que se cree y debido a los medios, hasta los niños y la gente aficionada a la música popular ha escuchado y visto la danza del can-can francés. Sí, su autor es Jacques Offenbach y quién no ha visto (claro, en los ´80 y ´90) alguna película donde las bailarinas del Moulin Rouge de París levantaban las piernas con medias de nylon y hacían acrobacias con sus faldas de vuelos blancos. Incluso una publicidad de la TV argentina, de un televisor de cuya marca nuestro lector se acordará mostraba la danza y la música de Offenbach.

 Seguramente nuestro lector viajero ha visitado París y el barrio de Pigalle, asociado con la prostitución, los restaurantes árabes al paso y de poca monta, así como los sex shops pero sobretodo porque aquí se encuentra el célebre Moulin Rouge, templo mayor del entretenimiento para mayores de París, donde después del show musical y de destreza (que realmente vale la pena ver) se ven a las vedettes en poquísima ropa y portando abanicos de plumas para luego dar paso al clásico parisino: el baile del can-can.

 Para muchos la música de Offenbach, compositor alemán nacido en el seno de una familia judía en Colonia, fue asociada con música ligera, pues muchas de sus composiciones son operetas, y como su nombre lo delata, parecer ser el hermano bastado de la ópera. Aunque no es así.

 Llamado género chico o de varieté, la opereta quizás presenta una música menos elaborada pero es más accesible a la gente y trata temas más reales, algunos incluso comparables a una telenovela.

 El lector aficionado al cine también ha escuchado seguramente en alguna película alguna de sus obras. Es el caso de “La vita é bella”, una película italiana ambientada en la época de la ocupación nazi de Italia. Es que esta película introduce una noche en el teatro, donde la amada del personaje principal está en la ópera y escucha el duo “Barcarola” de “Los cuentos de Hoffmann”, una obra de Jacques Offenfach, para muchos considerada una ópera.

 Más allá de discutir si su música es de alta calidad o no, lo cierto es que muchos tenemos su melodía en los oídos. Los menos “ilustrados” por el can-can o por alguna canción que hemos escuchado en el cine. Los más adentrados dentro de la cultura musical europea o de vasta cultura general seguramente han comprado un CD con sus operetas o incluso quizás ha cantado el dúo “Belle nuit” o “Barcarola”, situado en la romántica Venecia.

 París es la ciudad donde se hizo famoso y reconoció fama mundial como compositor, pero su ciudad natal, Colonia, no lo olvida.

 Como se celebra su aniversario este año muchas orquestas y teatros le han dedicado su tiempo y energía. Sobretodo a revalorizar a un autor que se identifica con Francia pero que es alemán hasta la médula.

 Todos los años en verano, el corto verano europeo, tienen lugar diferentes fiestas populares celebrando el calor y las largas noches.

 Es el caso de “Kölner Lichter” o “Luces de Colonia”, una celebración de fuegos artificiales en la ciudad de Colonia durante el mes de julio, donde los barcos surcan el río Rin durante la noche con luces y a las 23.30 se ilumina el cielo con fuegos artificiales al son de la música. Cada año es un tema musical diferente. Una vez he escuchado a nuestra Mercedes Sosa cantando “Cambia, todo cambia” no pudiendo dejar de sentirme feliz de escucharla en mi ciudad de adopción pero también porque esta canción es un emblema de nuestra América Latina.

 Este año, como es de esperarse, estuvo dedicado a la música de compositores y músicos coloneses, entre ellos grupos modernos y jóvenes que hacen música de Carnaval, celebración importante en Colonia y de fama internacional. Pero durante la explosión de cohetes y luces de colores se escucharon los estruendos al compás de las obras musicales del compositor exiliado en París, pero colonés de corazón: Jakob Offenbach.

 

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