¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

22°
16 de Abril,  Jujuy, Argentina
PUBLICIDAD

"El Vestidor" se presentó en el Mitre

Jorge Marrale y Arturo Puig dieron muestras de la experiencia en las tablas, y transmitieron la historia con mucha intensidad.La obra se presentó el sábado en el Teatro Mitre, con algún incoveniente, que la agilidad y la experiencia salvaron.
Martes, 02 de julio de 2019 01:02

El bombardeo afuera y la salud deteriorada que hace que Bonzo, no esté en el inicio de la obra en la escena, van metiendo al público en un clima de incertidumbre que prevalece hasta el final.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

El bombardeo afuera y la salud deteriorada que hace que Bonzo, no esté en el inicio de la obra en la escena, van metiendo al público en un clima de incertidumbre que prevalece hasta el final.

Bonzo es un actor de larga trayectoria que está haciendo funciones de dos obras diferentes todos los días, pero en este momento está internado, y pareciera que por primera vez en años tendría que devolver las entradas. No es él mismo (interpretado por Jorge Marrale) quien delibera en la primera escena, sino su esposa y su vestidor Norman (Arturo Puig). Ella quiere suspender, él sólo quiere que su jefe siga en el tapete.

Así comenzaba la puesta de "El Vestidor", la pieza teatral de Ronald Harwood, que en esta versión argentina, ya tuvo su temporada de éxito en Buenos Aires, y que este año, en el marco de su gira nacional, llegó a Jujuy. La cita con la platea jujeña fue el sábado en el Teatro Mitre.

Es una compañía de teatro shakesperiana, que en la noche de la historia tiene que llevar a escena "El rey Lear", y que en otros días, hace "Othello", siempre con el protagónico en manos de Bonzo, un personaje de personalidad muy fuerte, tanto que socava en las historias de cada una de las personas (personajes) que lo rodean.

Además de su mujer, una asistente, una actriz joven que comienza su camino, y el vestidor Norman. Cada uno tiene una forma diferente de relacionarse y querer a Bonzo, que de alguna manera ejerce una autoridad que se basa sólo en su estrellato.

El actor, con su impronta de hombre superior que decide por sí sólo, siendo incapaz de aceptar sugerencias, entra en la escena, decidido a hacer la función, a pesar de que debería estar internado. Se dio el alta así mismo y apareció en el camerino, para susto de su mujer (que también es su partenaire en la obra que debe presentar Bonzo), y felicidad de su vestidor, que entiende que el artista debe seguir su camino siempre, porque él va detrás y vive en función de eso.

Cada uno de los personajes, ama e idolatra al protagonista de una manera especial. Desde el respeto, desde el afecto, desde la sinceridad, desde el temor, desde el secreto.

La increíble postura actoral de Jorge Marrale, para un personaje tan intenso, enérgico y profundo, es realmente penetrante. Tan adentro en el personaje, el actor puso en juego experiencia, training, tablas pisadas y salió de una situación muy particular que se vivió en Jujuy, cuando se rompió la silla de la escenografía que trae el elenco, y el actor quedó sentado en el piso. El arte de la improvisación en Marrale, sirvió para sumar este hecho real, a la compañía ficticia de Bonzo y "renegar" simpáticamente con la escenografía como si fuera el actor inglés hablando de su compañía, provocó la complicidad del público que entendió perfectamente el guiño. "Explotador!!!!..... hacer gira con esta mierda!!!! Expresó fuertemente mirando la silla rota", y después de un silencio, siguió hablándole a Normam "¿en dónde estábamos?", preguntó y siguió el parlamento. La obra continuó como si todo fuera parte.

Risueñamente, retomó el tema luego en medio del diálogo que el guión prevé con la joven actriz que admira a Bonzo en la historia, y volvió a generar un gesto con el público.

Lo cierto es que la velocidad y la genialidad de Marrale para esta situación fueron muy aplaudidas. El imprevisto no le impidió continuar con este personaje que se define con gestos como la necesidad de tener la corona en su cabeza quince minutos antes actuar; por la tembladera de sus manos, por el quiebre cuando descubre que no recuerda la letra de la obra, la necesidad de sentirse respaldado por Norman, querido por su esposa, apuntalado por su asistente y admirado por la joven actriz.

Siguiendo con la obra, Bonzo llega al teatro con la idea fija de no suspender la función, cosa que no hizo en 50 años, y entonces se desandan también los pormenores de la vida de un artista, sus obligaciones y "fantasmas", como lo definió Marrale en la entrevista previa a la función con El Tribuno de Jujuy. Algunos de ellos son el miedo al olvido, que le confiesa a Norman, y él le contesta que "tarde o temprano, va a llegar, esperemos que sea lo más tarde posible", o el temor a lo que va a venir que manifiesta inseguro, o la convicción de que "para ser actor, hay que dejar de lado eso que los demás llaman vida", tal como lo expresa Bonzo en este guión.

Los diálogos con cada uno de los personajes delatan motivaciones, filosofías y proyectos de vida, de perfiles tan distintos como el de la joven actriz aspirante, o el de un "marica viejo" que entregó su vida a secundar.

La sumisión y dependencia de Norman, un hombre entrado en edad, se traslucen muy claramente en el trabajo de Puig, que sin dudas, especialmente en el final, se luce enormemente. Norman ama en silencio, aguanta, comprende, acompaña, protege, y finalmente sufre intensamente por amor. Norman dice "soy consciente de mi suerte" y se queda en ese lugar en el que es sometido porque entiende que "en el teatro el dolor se tolera mejor". Norman termina tirado en el piso, igual que como comenzó la obra, cepillando la ropa de Bonzo.

Mientras tanto siguen los bombardeos afuera, es que están en Inglaterra durante la Segunda Guerra Mundial.

 

Temas de la nota