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Acuerdo Mercosur-Unión Europea es fruto de una política de Estado

Lunes, 08 de julio de 2019 01:02

El 10 de julio de 1999 entraba en vigencia el Acuerdo Marco de Cooperación Mercosur-UE, firmado el 15 de diciembre de 1995. Veinte años después, las largas, discontinuas y complejas tratativas entre las partes culminaron con la firma del acuerdo provisional suscrito en Bruselas el pasado 28 de junio.

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El 10 de julio de 1999 entraba en vigencia el Acuerdo Marco de Cooperación Mercosur-UE, firmado el 15 de diciembre de 1995. Veinte años después, las largas, discontinuas y complejas tratativas entre las partes culminaron con la firma del acuerdo provisional suscrito en Bruselas el pasado 28 de junio.

Su logro es resultado de lo que, de hecho, constituyó una política de Estado para la Argentina. Se inició con el referido acuerdo puesto en marcha bajo la presidencia de Carlos Menem. Luego de la crisis del 2001, fue reactivado durante la presidencia de Néstor Kirchner, en ocasión de una reunión ministerial en Lisboa, en octubre de 2004, donde los negociadores del Mercosur y la UE reiteraron el carácter prioritario de la negociación del Acuerdo de Asociación.

En la Cumbre de Madrid del 17 de mayo de 2010, durante la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, los jefes de Estado y de Gobierno de los países del Mercosur y de la UE acordaron formalmente el relanzamiento de las negociaciones. Entre el 29 de junio y el 2 de julio de 2010 se realizó, en Buenos Aires, la primera ronda de negociaciones.

Las tratativas tropezaron siempre con la oposición de un grupo de países europeos, con Francia a la cabeza, por temor a que se vieran comprometidos sus intereses agrícolas.

Finalmente, el 28 de junio pasado se anunció la culminación de tales negociaciones con la firma de un acuerdo (presidencia de Mauricio Macri). Dicho convenio deberá ser ratificado por el Parlamento europeo y los de sus 28 países miembros (27, si se concreta el Brexit) junto con los de cuatro integrantes del Mercosur. Ello implica que pasarán al menos dos años para que el acuerdo entre en vigencia y se requerirá de más de una década para la puesta en marcha de la totalidad de sus cláusulas.

El acuerdo firmado se inscribe en la tendencia mundial hacia el armado de grandes espacios económicos. La disyuntiva hoy no es pertenecer o no a alguno de ellos sino sólo a cuál integrarse, sin perjuicio de las relaciones con el resto de los bloques. Para la UE constituye la respuesta a la probable salida de Gran Bretaña. Para el Mercosur, una devolución de gentilezas al neo-aislacionismo del presidente Trump.

Si bien hay que esperar el desarrollo de las negociaciones a nivel técnico, pueden señalarse algunas características generales del acuerdo para la Argentina. Como en toda negociación hay sectores beneficiados y perjudicados. Los primeros son el agropecuario y el agroindustrial, que gozan de ventajas comparativas y verán ampliado su ingreso a un mercado de 500 millones de habitantes con un PBI per cápita superior a 35.000 dólares. Probablemente también lo sean algunos servicios del conocimiento como los contables y legales, de software y tecnología digital, de ingeniería y arquitectura, de gestión de empresas y de producciones audiovisuales.

En el reverso de la medalla se encuentran muchos sectores industriales que deberán enfrentar la competencia de sus pares europeos, que operan con niveles de productividad muy superiores y, por ende, costos mucho menores.

Su sobrevivencia dependerá de la capacidad para reconvertirse, más allá de las salvaguardas que se negociaron para algunas actividades en particular. Un cronograma de rebajas paulatinas de aranceles genera una ventana de oportunidad para realizar las inversiones necesarias, adoptar tecnología de punta y/o realizar fusiones que permitan tornar competitivas a industrias que perduraron detrás de una muralla de aranceles que ahora será derribada.