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La luna de miel de Alberto podría estirarse más de un año

Domingo, 12 de enero de 2020 01:03

Sin haber aplicado todavía medidas de fondo en materia económica, Alberto Fernández consiguió un logro sustancial en el primer mes de su Gobierno: pese a haber sido un histórico operador político sin votos propios, se transformó en el dirigente con mayor imagen positiva de todo el país. El dato, relevado por varias encuestas, no es para nada menor, ya que el presidente necesitaba generar empatía rápidamente con la sociedad para encarar las reformas estructurales que comenzará a aplicar recién a partir de marzo. 
Medidas como el congelamiento de las tarifas de los servicios públicos, el freno a la suba de las naftas y el bono para jubilados de la mínima y beneficiarios de planes sociales son parches que no representan políticas de Estado, pero que le permitieron a Fernández mantener una duradera paz social en las calles sin provocar desequilibrios en las cuentas fiscales. 
Diciembre pasado, con desempleo y pobreza en aumento, fue uno de los meses más tranquilos de los que se tenga memoria desde la crisis de 2001 en la Argentina. Incluso los sectores piqueteros más radicalizados del país, que no comulgan con el kirchnerismo, mostraron en los primeros treinta días una llamativa pasividad en sus protestas habituales.
El primer mes de Alberto y Cristina en el poder no estuvo alejado de polémicas ni de errores no forzados, pero la mayoría de éstos estuvieron en el plano de la política y no de la economía. No es ninguna novedad que la gente vota con el bolsillo y apoya o rechaza a un gobierno fundamentalmente por el bolsillo, por lo que el escándalo con las jubilaciones de privilegio y la innecesaria vuelta del caso Nisman al debate público hasta ahora no afectó la imagen del Gobierno. 
Un sondeo del encuestador Roberto Bacman arrojó un dato muy alentador para el jefe de Estado: un tercio de la población esperaría más de un año para que se reactive la economía. Es evidente que la luna de miel entre Alberto Fernández y la sociedad se encuentra en un momento de pleno auge, muy diferente a lo que sucedió en los últimos meses de Mauricio Macri, donde la ansiedad por frenar la caída en la actividad era extenuante para la opinión pública.
La inflación, a la que el Gobierno todavía no le encontró la vuelta, continúa siendo la mayor preocupación de los argentinos y nada hace prever que ese se vaya a modificar durante este año. “Nosotros no vamos a prometer tasas de inflación que no podemos cumplir como hizo Macri. Sabemos que 2020 será un año de alta inflación, por eso estamos poniendo tanto foco en los que menos tienen, que son quienes más padecen las subas de los precios”, aseguró ayer a El Tribuno un funcionario del Gobierno que pidió reserva de su identidad. 
En ese contexto, el relanzamiento de los “Precios Cuidados” fue presentado como una medida eficaz para aplicar valores de referencia en las grandes cadenas de supermercados, pero volvió a chocar contra las mismas paredes de siempre. Los empresarios aplicaron remarcaciones de hasta el treinta por ciento en muchos de los productos que estarían en las listas oficiales. Luego, se aplicó una baja promedio del ocho por ciento cuando se confirmaron los detalles del programa. En resumen: una gran cantidad de artículos de consumo masivo aumentaron más del veinte por ciento en las últimas dos semanas, con lo cual no habría mayor sacrificio de los supermercadistas en congelar por tres meses esos precios. 
En el interior del país, donde el consumo se da fundamentalmente en almacenes barriales que no están incluidos en el plan, todavía no están disponibles los “Precios Cuidados” y recién estarían operativos la semana próxima. Está claro que esta iniciativa está pensada sobre todo para las grandes urbes del país, pero que en las provincias más chicas -donde hay elevados índices de pobreza infantil- tendrá un impacto más simbólico que real.
Algo parecido sucederá con el adelanto de paritarias de cuatro mil pesos que decretó el Presidente la semana pasada. La mayoría de las pymes ya adelantaron que no podrán pagar esa suma fija por las deterioradas ventas que vienen padeciendo. En la Argentina, más del setenta por ciento del empleo está en cabeza de pequeñas y medianas empresas, por lo que esos fondos frescos para reactivar el consumo estarían seriamente comprometidos en muchos de los casos. 
A eso hay que sumarle que casi todos los gobernadores aseguraron que no cuentan con recursos para poder otorgar ese beneficios a los empleados provinciales. En distritos como Jujuy, Salta, Santa Cruz, Catamarca, La Rioja, Formosa, Misiones, La Pampa, Chaco, Río Negro o Entre Ríos, los empleados provinciales representan un elevado porcentaje de la masa salarial. Esos trabajadores provinciales y municipales, a diferencia de los nacionales, tampoco recibirán un centavo del anuncio. En el Gobierno admiten que esta situación existe y por el momento no hay mucho que puedan hacer para revertirlo, por eso es que están convencidos de que la recuperación económica podría llegar antes a las grandes ciudades que al interior profundo, donde la informalidad laboral llega a niveles exasperantes. La pregunta del millón es cuándo comenzará la generación de puestos de trabajo genuinos en la Argentina, que es la única manera de poner realmente en marcha la rueda de la economía

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Sin haber aplicado todavía medidas de fondo en materia económica, Alberto Fernández consiguió un logro sustancial en el primer mes de su Gobierno: pese a haber sido un histórico operador político sin votos propios, se transformó en el dirigente con mayor imagen positiva de todo el país. El dato, relevado por varias encuestas, no es para nada menor, ya que el presidente necesitaba generar empatía rápidamente con la sociedad para encarar las reformas estructurales que comenzará a aplicar recién a partir de marzo. 
Medidas como el congelamiento de las tarifas de los servicios públicos, el freno a la suba de las naftas y el bono para jubilados de la mínima y beneficiarios de planes sociales son parches que no representan políticas de Estado, pero que le permitieron a Fernández mantener una duradera paz social en las calles sin provocar desequilibrios en las cuentas fiscales. 
Diciembre pasado, con desempleo y pobreza en aumento, fue uno de los meses más tranquilos de los que se tenga memoria desde la crisis de 2001 en la Argentina. Incluso los sectores piqueteros más radicalizados del país, que no comulgan con el kirchnerismo, mostraron en los primeros treinta días una llamativa pasividad en sus protestas habituales.
El primer mes de Alberto y Cristina en el poder no estuvo alejado de polémicas ni de errores no forzados, pero la mayoría de éstos estuvieron en el plano de la política y no de la economía. No es ninguna novedad que la gente vota con el bolsillo y apoya o rechaza a un gobierno fundamentalmente por el bolsillo, por lo que el escándalo con las jubilaciones de privilegio y la innecesaria vuelta del caso Nisman al debate público hasta ahora no afectó la imagen del Gobierno. 
Un sondeo del encuestador Roberto Bacman arrojó un dato muy alentador para el jefe de Estado: un tercio de la población esperaría más de un año para que se reactive la economía. Es evidente que la luna de miel entre Alberto Fernández y la sociedad se encuentra en un momento de pleno auge, muy diferente a lo que sucedió en los últimos meses de Mauricio Macri, donde la ansiedad por frenar la caída en la actividad era extenuante para la opinión pública.
La inflación, a la que el Gobierno todavía no le encontró la vuelta, continúa siendo la mayor preocupación de los argentinos y nada hace prever que ese se vaya a modificar durante este año. “Nosotros no vamos a prometer tasas de inflación que no podemos cumplir como hizo Macri. Sabemos que 2020 será un año de alta inflación, por eso estamos poniendo tanto foco en los que menos tienen, que son quienes más padecen las subas de los precios”, aseguró ayer a El Tribuno un funcionario del Gobierno que pidió reserva de su identidad. 
En ese contexto, el relanzamiento de los “Precios Cuidados” fue presentado como una medida eficaz para aplicar valores de referencia en las grandes cadenas de supermercados, pero volvió a chocar contra las mismas paredes de siempre. Los empresarios aplicaron remarcaciones de hasta el treinta por ciento en muchos de los productos que estarían en las listas oficiales. Luego, se aplicó una baja promedio del ocho por ciento cuando se confirmaron los detalles del programa. En resumen: una gran cantidad de artículos de consumo masivo aumentaron más del veinte por ciento en las últimas dos semanas, con lo cual no habría mayor sacrificio de los supermercadistas en congelar por tres meses esos precios. 
En el interior del país, donde el consumo se da fundamentalmente en almacenes barriales que no están incluidos en el plan, todavía no están disponibles los “Precios Cuidados” y recién estarían operativos la semana próxima. Está claro que esta iniciativa está pensada sobre todo para las grandes urbes del país, pero que en las provincias más chicas -donde hay elevados índices de pobreza infantil- tendrá un impacto más simbólico que real.
Algo parecido sucederá con el adelanto de paritarias de cuatro mil pesos que decretó el Presidente la semana pasada. La mayoría de las pymes ya adelantaron que no podrán pagar esa suma fija por las deterioradas ventas que vienen padeciendo. En la Argentina, más del setenta por ciento del empleo está en cabeza de pequeñas y medianas empresas, por lo que esos fondos frescos para reactivar el consumo estarían seriamente comprometidos en muchos de los casos. 
A eso hay que sumarle que casi todos los gobernadores aseguraron que no cuentan con recursos para poder otorgar ese beneficios a los empleados provinciales. En distritos como Jujuy, Salta, Santa Cruz, Catamarca, La Rioja, Formosa, Misiones, La Pampa, Chaco, Río Negro o Entre Ríos, los empleados provinciales representan un elevado porcentaje de la masa salarial. Esos trabajadores provinciales y municipales, a diferencia de los nacionales, tampoco recibirán un centavo del anuncio. En el Gobierno admiten que esta situación existe y por el momento no hay mucho que puedan hacer para revertirlo, por eso es que están convencidos de que la recuperación económica podría llegar antes a las grandes ciudades que al interior profundo, donde la informalidad laboral llega a niveles exasperantes. La pregunta del millón es cuándo comenzará la generación de puestos de trabajo genuinos en la Argentina, que es la única manera de poner realmente en marcha la rueda de la economía