Algunos afirman que el tiro es anterior al deporte institucionalizado, ya que existen registros históricos en los que afirman que Santiago de Liniers ya organizaba cierta práctica competitiva de tiro entre sus subordinados.
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Algunos afirman que el tiro es anterior al deporte institucionalizado, ya que existen registros históricos en los que afirman que Santiago de Liniers ya organizaba cierta práctica competitiva de tiro entre sus subordinados.
Es decir, desde los anales mismos del primer deporte olímpico argentino, se registra actividad de esta especialidad, derivada de viejas prácticas de aquellos inmigrantes suizos quienes fueron en definitiva los que introdujeron estas habilidades en nuestro país.
No en vano este deporte, olímpico por excelencia, fue introducido en la nómina de los programas de todos los Juegos Olímpicos que se desarrollaron a lo largo de la historia, promovido por el iniciador de los Juegos Olímpicos Modernos, el barón Pierre de Cubertin, eximio tirador y campeón francés.
El tiro deportivo jujeño fue evolucionando en su organización institucional, en su infraestructura y en las diferentes armas que se utilizan en sus respectivas competencias. Se amplió el campo de participación, como por ejemplo los Juegos Nacionales Evita o en los Juegos Olímpicos de la Juventud donde nuestros jóvenes obtuvieron buenos resultados, entre ellos una medalla de plata.
A nivel internacional y en particular en el campo olímpico, sucedió lo mismo, pero no debemos dejar de considerar que este avance no impide seguir recordando a don Eduardo Florentín Armella, tirador jujeño, perteneciente a la elite del tiro mundial pues su paso por el mismo no solo se circunscribe al deporte específicamente, sino también como juez, instructor y capacitador, a quien se recurrió permanentemente como un órgano de consulta autorizado en esta materia.
Hoy, el pasado martes se cumplió un aniversario más de su fallecimiento, y con él el permanente recuerdo del único representante del deporte jujeño en un Juego Olímpico, como fue el de Tokio 1964.
Sus sueños y anhelos deportivos, que tuvieron la misma sostenida pasión por su profesión de marinero, lo llevaron por distintos caminos, por tierra y por mar, hasta el mismo destino: la excelencia en cada una de sus obligaciones, como tirador, como juez o como instructor o con su uniforme de la marina, este yaveño enarboló sin pretenderlo, la bandera del deporte provincial.
Su recuerdo siempre presente en el corazón de los jujeños.
(Especial profesor Sergio Tolaba).