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"No molesta el lenguaje inclusivo, lo que molesta es el feminismo"

Es escritora y doctora en Letras. Realizó estudios de postgrado en Italia y México, con diversas becas. Es docente e investigadora en la Facultad de Humanidades de la Unju desde 1993. Compartió su visión sobre el lenguaje inclusivo, e indicó que la lengua refleja una manera de pensar de la sociedad y a su vez conforma un pensamiento. Un modo de expresión nunca es inocente.
Domingo, 26 de enero de 2020 01:01

En las últimas semanas se generó el debate en la opinión pública sobre el uso del leguaje a raíz de diferentes organismos que decidieron comunicar con lenguaje inclusivo como Pami, y la Universidad jujeña que analiza un proyecto al respecto.

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En las últimas semanas se generó el debate en la opinión pública sobre el uso del leguaje a raíz de diferentes organismos que decidieron comunicar con lenguaje inclusivo como Pami, y la Universidad jujeña que analiza un proyecto al respecto.

Lo primero que se observa es un rechazo.

¿Porque cree que esto ocurre?

No creo que exista una preocupación por el lenguaje. Nadie se queja de otros asuntos ni se debate en las redes sociales la aceptación por parte de la RAE de “almóndiga” o del femenino para “calor” y cuando se advierte acerca de evitar usos racistas o etnocentristas no se reacciona mal.  Por ejemplo, no fue difícil entender el mal uso de palabras como “sudaca”, “mogólica”, “puto”, “puta”,  “maricón”, “autista”, “negra”, “boliviano”, “turco”, “judío”, “chino”, “tano”, “gorda”, “gordo”, “torta”  y en general, salvo quienes mantienen una gran ignorancia al respecto, a nadie se le ocurre usar esas palabras como insulto.  Además, jugamos y nos reímos de la academia, no nos preocupa no pronunciar las eses, evitar la pronunciación de ciertos grupos consonánticos y decir: “dotor”, “setiembre” (ya incorporado hace mucho), incluir miles de palabras inglesas e inventar los términos que nos hagan falta: whatsapear, balconear, cervecear, lupear.  Las personas adoramos jugar con el lenguaje y deformarlo: “el frío corazón de eia”, “tamos creisi”, “ahre”.  Nadie se enoja por esto. Me parece que en el caso del lenguaje inclusivo se trata de una lucha de poderes y eso es lo que genera la reacción.  Una vez leí en alguna parte que el Ku Klux Klan no habría existido si les esclaves no hubiesen luchado por liberarse.

Todo cambio en las estructuras, toda innovación (y eso vale tanto para las sociedades como para el lenguaje) genera una reacción opuesta. Si les esclaves quieren ser libres, sobrevendrá un grupo que castigue, sobre todo a quienes beneficia ese sistema y lucran con esa explotación.  Hemos reaccionado a aspectos del lenguaje que nos discriminan y someten; hacemos lo que podemos para sacudir todas las estructuras y el lenguaje es la más difícil porque es la más fuerte y carcelaria.

Les escritores igual que les adolescentes trabajan en todas las épocas por romper esas normas que heredamos del padre y hacer que el lenguaje suene extranjero y se rebele a los diferentes sistemas: les adolescentes crean jergas todo el tiempo para liberarse de la ley de les adultes y así también la poesía: pensemos por ejemplo en el lenguaje transracional de Oliverio Girondo : En la eropsiquis plena de húespedes entonces meandros de
espera ausencia”.
  Toda la poesía busca romper ahí donde percibe algo que la somete “El traje que vestí mañana/ no lo ha lavado mi lavandera” (escribía el gran César Vallejo) y nuestro querido poeta Groppa hablaba “de mí conmigo”.  Pero luchar por los derechos de inclusión es otro tema. No molesta el lenguaje, “molesta” el feminismo.

¿Por qué cree que entre las reacciones ante una noticia de un abuso sexual a una mujer integrante del ejército, preocupa más que la periodista que la escribió usara el término “soldada” que el abuso en sí mismo? 

El abuso es parte de la estructura social patriarcal: el hombre y la sociedad han usado a las mujeres y se han sentido dueños de sus cuerpos, el abuso es parte del poder que otorga esa “propiedad”, entra en lo que la sociedad ve como posible en su sistema y nadie se indigna por lo “normal”.  Una periodista que trata de sacudir esa estructura en algún resquicio es una rebelde que señala la ausencia, la falta de esa sociedad. No hubo rebeldías para asumir el femenino en el participio de presente “sirviente” / “sirvienta” pero ese no es un lugar de fuerza o de poder. Ocurre que decir “soldada” o “presidenta” instala lo femenino en un lugar en el cual la sociedad no desea vernos.

¿Qué opina de las personas que cuestionan el uso de “todes, chiques” indicando que inclusión es otra cosa como el respeto al acceso a la comunicación a personas con discapacidad, por ejemplo?

                 Todes tenemos alguna discapacidad, todes buscamos incluirnos y siempre habrá grupos que se crean con más derecho que otros de ser considerados. En el caso del feminismo hay más resistencia porque se busca igualar espacios de poder político y económico y eso siempre provocó serias reacciones. Durante cierto período de la Edad Media, la iglesia prohibió a las mujeres ser dueñas de su propio dinero cuando enviudaban o morían los padres y así se apropió de las fortunas de quienes morían en las cruzadas y arrebató a las mujeres la influencia que tenían en la economía y en la política.  Esa estructura no se termina de reestablecer. Reconocer los derechos de las capacidades diferentes no afecta el espacio del poder.

¿Qué tiene el lenguaje inclusivo que genera tantas reacciones en contra? ¿Qué es lo que se combate? ¿Quiénes cree que encaran esas resistencias? ¿Cree que esa resistencia es consciente?

En todas las épocas y en todas las lenguas existen dos tendencias que luchan entre sí:  una tendencia popular innovadora y una tendencia de elites conservadora.  Si, por ejemplo, en cierta zona es más frecuente no pronunciar las eses al final de las palabras y decir “pué” en vez de “pues” y si, en ciertos grupos de sonidos, se cambia la bilabial por su correspondiente nasal y se dice “almóndiga” en vez de “albóndiga”, la escuela, los espacios educativos y los grupos de cultura letrada enseñarán y corregirán estos aspectos en las escuelas. Llegará un momento en que, si este fenómeno es adoptado por mucha gente, la RAE lo registrará y entonces ya no se corregirá en la escuela pero esto no significa que todes vayan a usar la palabra “almóndiga”.  Esta función conservadora ayuda a que nos podamos seguir entendiendo los millones de hablantes del español pues la escritura no evoluciona tan velozmente como las formas habladas (si vemos la escritura del francés, es notable ese viaje, pues la escritura quedó fijada en un momento en que se pronunciaba muy diferente).  Si siguiéramos la tendencia de modificar la escritura al paso del modo de hablar, en pocos años, les habitantes del NOA y del NEA  posiblemente no nos entenderíamos.  

El uso del lenguaje inclusivo está en una etapa inicial. Trastabilla.  Acabo de leer un libro de cuentos de gente joven que ganó concursos y el uso del lenguaje inclusivo es utilizado en estos textos literarios: aparece la “X” que no se puede leer en voz alta y la “e” presenta ciertos problemas gramaticales como las confusiones con “les” del objeto indirecto y suena todavía algo extraña. Es cuestión de insistir, buscar, encontrar formas. Habrá alguien que, usando el lenguaje inclusivo, creará una obra que nos seduzca y de a poco las cosas irán acomodándose.

La tendencia conservadora del lenguaje obra en contra de la libertad artística: Dante escribió la Divina Comedia en la lengua en que se hablaba en las calles en vez de hacerlo en el modo “literario” de la época;  las literaturas en lengua árabe conservan una escritura que se distancia del modo hablado como la lengua de Cervantes de la nuestra y claro, les escritores jóvenes empiezan a rebelarse y a indignar a los círculos conservadores escribiendo de modo más suelto; el poeta Catulo fue muy criticado por Cicerón por las innovaciones poéticas. La poesía de cada época siempre fue revolucionaria y siempre indignó a la camada anterior.  De eso se trata el viaje de las lenguas: de cambios aceptados y rechazados, de una lucha casi invisible a veces, más obvia en otros casos.  ¿Qué se combate en todos los casos? La ley heredada, la costumbre, la normativa, el orden del padre. Ya no es Dios, ya no es la ley religiosa; pero la lengua que recibimos es tan opresora como la inquisición y tan liberadora como el arte.  Bien lo saben les adolescentes que inventan lenguas para no ser entendidos o para expresar lo que las lenguas que heredan les impiden decir. Bien lo sabe la poesía de todo el mundo que vive de romper las reglas para poder decir lo indecible, para ayudarnos en nuestra discapacidad de poder expresar aquello que sentimos. Y ahora hace falta hablar de libertad y de inclusión, se pretende que el arte de las mujeres aparezca en los museos, que la música que componen e interpretan se escuche, que otros géneros ocupen los espacios de decisión. Es necesario hablar de lo indecible de siglos de quemas, sometimientos, dolores, prisiones, desamores, ausencias y explotación; para eso hay que romper muchas reglas:  sociales y lingüísticas y es lógico esperar la reacción inquisitorial de mucha gente que tendrá miedo, tendrá odio. Los cambios de un orden social y la libertad de les sometides generan miedo y odio porque altera el status quo y quienes son dominantes no quieren perder sus privilegios. Querrán burlarse, ignorar, matar, quemar, castigar como lo hicieron con las brujas que nos regalaron la medicina moderna.  La vanguardia es la primera línea en un frente de batalla y es la que recibe más ataques. Se hace lo posible para que quienes vengan detrás la tengan más fácil. Será un legado para las generaciones venideras: disminuir los daños.

Por supuesto no se trata solo de pelearla en el lenguaje: hay que moverse en todas partes. La lucha va en todos los frentes, incluyendo el propio interior de una misma, el espacio cotidiano en el que vivimos; pero el lenguaje no es un campo de batalla menor: los derechos y las reivindicaciones siempre necesitaron exponerse con claridad y entusiasmo, buscaron nuevas formas de lenguaje.  a retórica se inventó para defender derechos.

 

 ¿Cuál es el rol que cumple el argumento de la aceptación o no de la RAE sobre el uso o no de cambios en el lenguaje?

La RAE registra las innovaciones cuando ya se generalizan y no queda otra. Cuando la RAE reconoce un término como “almóndiga” o una forma como “la calor” esas innovaciones ya no se corrigen en las escuelas; pero la RAE, como academia, es conservadora y demora todo lo posible las inclusiones aunque en los últimos años este proceso se aceleró un poco.  César Fernández Moreno decía en uno de sus ambages: “Cuidado con los académicos: es gente que cada cien años, cambia de opinión”

¿Cree que en Jujuy hay muchas causas silenciadas por el lenguaje? ¿Qué piensa de la casi desaparición de las lenguas como al quechua, aymara, guaraní?  ¿Además del lenguaje, cree que también desaparecen comunidades, culturas, reclamos y demandas?

Desde siempre, la lengua se asoció con la cultura. Los romanos aceptaban e incorporaban la mitología y las religiones de los pueblos que sometían, pero imponían el latín y con eso se aseguraban la rendición. Lo mismo ocurrió aquí con las lenguas de los pueblos americanos. Se trata de eliminar la lengua para someter a la cultura. Me parece que quienes viven en zonas de bilingüismo no pueden esperar el permiso de nadie para enseñar y alfabetizar de manera bilingüe. Ya el Ministerio tardará su tiempo en incorporar las modificaciones como la RAE.  Toda sociedad tiene sus oscuridades: abusos, sometimientos, explotación. Siempre hay grupos habilitados para el poder y otros que quedan excluidos y esas realidades se construyen y visibilizan en las formas que adopta el lenguaje.  Pensamos a través de las estructuras del lenguaje: si en una lengua es natural el masculino y el femenino debe construirse a partir de ahí, esa lengua refleja una manera de pensar de la sociedad y a su vez conforma un pensamiento. Un modo de expresión nunca es inocente.

  ¿Qué podemos hacer como hablantes para contribuir a la visibilización de sectores sociales que a través del lenguaje han sido ocultados o invisibilizados?

Quizás se trate de eso, de hablar, de no callar, de denunciar en todos los discursos, en el periodismo, en el ensayo, en el arte. Sobre todo de educar. Buscar nuevas formas de pensar y de decir. Crear. Tendremos que ser muy creatives y no asustarnos de lo que no salga del todo bien. Iremos ajustando las formas, corrigiendo. Habrá que debatir, discutir, exponer, escuchar.

                Uso el lenguaje inclusivo para responderte y tengo dudas, repaso, me parece que lo hago mal, que fracaso; pero sigo intentando. De todos modos, fracasar no es algo nuevo en literatura ni en nada y sin ese riesgo no se crece ni se cambia nada.