En las calles, en el mercado, en la plaza acaso hubiera menos gente que en los sábados de cuarentena. Una vendedora callejera nos manifestaba su decepción tras salir el primero de los días en que las puertas de Tilcara se reabrieron al turismo. Un solo puesto de comida en la plaza, ninguno de souvenires, dos tamaleras en la puerta del mercado, uno o dos de comida al paso en el tinglado y poca gente comprando, todos vecinos del pueblo.
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En las calles, en el mercado, en la plaza acaso hubiera menos gente que en los sábados de cuarentena. Una vendedora callejera nos manifestaba su decepción tras salir el primero de los días en que las puertas de Tilcara se reabrieron al turismo. Un solo puesto de comida en la plaza, ninguno de souvenires, dos tamaleras en la puerta del mercado, uno o dos de comida al paso en el tinglado y poca gente comprando, todos vecinos del pueblo.
La cautela parece ser el signo de todas las opiniones. Pocos parecen querer especular más allá del ahora comercial que están viviendo.
Puertas adentro de los restoranes el panorama era algo distinto.
Con las mesas distanciadas y las precauciones pautadas, un grupo en uno de los locales, dos en el interior de otro que también tenía una mesa ocupada en la vereda.
Para algunos gastronómicos la cosa parece haber sido más sencilla porque sus nombres aún suenan en los oídos del público jujeño, son ellos los que mejor trabajaron.
Muchos locales cambiaron de rubro en estos meses, migrando hacia otras ofertas para abastecer al público local y poder seguir trabajando, de modo que no todos estaban en condiciones de retomar la atención. Hay, también, dudas en cuanto a cuánto va a durar esta apertura, pero todos estaban satisfechos con poder trabajar aunque no tuvieran demasiadas mesas ocupadas.
Las reservas no son malas. Algunos tienen cubierta la noche, otros el domingo dependiendo del perfil de cada uno.
El público también tiene sus características. Una de las primeras fotos que hicimos fue con un grupo llegado a Tilcara desde Perico.
Alguna otra vez, fotografiar a gente sentada en un restorán podía generar cierta resistencia, alguien que baja la mirada o da vuelta la cara, pero este sábado parecía ser distinto: se notaban más ganas de ser retratados.
Si comparamos las expectativas de este sábado con las del inicio de aquel "Jujuy para los jujeños", podría decirse que en ese se esperaba que fuera creciendo con el correr de los fines de semana, pero esta vez las opiniones que escuchamos son mucho más cautas, pocos parecen querer especular más allá del ahora comercial que están viviendo. En una proyección más inmediata, varios apostaban más al movimiento nocturno que al diurno.