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El asteroide Bennu tendría el “corazón” vacío y temen que se desintegre

Las sonda OSIRIS-REx detectó que su núcleo es más débil que sus capas externas. El martes 20 tomarán muestras de su superficie.

Martes, 13 de octubre de 2020 12:05
En una semana, una sonda intentará extraer muestras de la superficie de Bennu.

En una semana, de no mediar un imprevisto, la misión OSIRIS-REx de la NASA aterrizará en el asteroide Bennu para acopiar material con el objetivo de traer esas muestras a la Tierra en 2023. Esta sonda que lo persigue desde hace unos años logró cosechar algunos datos clave. Uno de los que más asombra a los científicos es que su núcleo podría ser más débil y menos denso que sus capas externas. Lo que pondría en peligro su continuidad.

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En una semana, de no mediar un imprevisto, la misión OSIRIS-REx de la NASA aterrizará en el asteroide Bennu para acopiar material con el objetivo de traer esas muestras a la Tierra en 2023. Esta sonda que lo persigue desde hace unos años logró cosechar algunos datos clave. Uno de los que más asombra a los científicos es que su núcleo podría ser más débil y menos denso que sus capas externas. Lo que pondría en peligro su continuidad.

Uno de los seis artículos de la misión, publicados esta semana en la revista Science Advances, dirigido por el equipo OSIRIS-REx de la Universidad de Colorado Boulder, obtuvo valiosa información del interior del asteroide.

Las nuevas observaciones de la nave espacial construida por Lockheed Martin revelan que el terreno y los orígenes de Bennu son más intrigantes y complejos de lo que podrían haber supuesto los científicos. El próximo 20 de octubre, OSIRIS-REx buscará extraer una muestra de la superficie.

El equipo, integrado por a los profesores Daniel Scheeres y Jay McMahon, detectó serios inconvenientes en el corazón mineral de Bennu. El núcleo es más débil que su coraza exterior, un hecho que podría en riesgo la supervivencia en un futuro no muy lejano.

En el informe se sugiere que, tras la rocosa capa superficial que lo cubre, el interior podría ser tan débil como “un huevo de chocolate relleno de crema que vuela por el espacio”.

Al parecer, el giro cada vez más veloz del asteroide podría ser el responsable del vaciamiento de su cavidad interna.

Ese impulso de construcción podría, según Scheeres, estar alejando lentamente el material del centro y moverlo hacia la superficie. Bennu, en otras palabras, puede estar en proceso de hilarse en pedazos.

Este asteroide de 500 metros de diámetro, con una edad que oscila entre los 100 millones y 1.000 millones de años, podría ofrecer pistas claras sobre el origen de nuestro Sistema Solar, su evolución y el origen de la vida.

El asteroide Bennu podría morir antes de lo esperado, según las últimas observaciones realizadas por la NASA.

Bennu, como tantos otros cuerpos rocosos, forma parte de una población de asteroides que contienen moléculas orgánicas con carbono -ingredientes esenciales para la vida tal y como la conocemos en la Tierra- y minerales alterados en la presencia de agua.

"Sería difícil imaginar que tal vez en un millón de años o menos todo se desmorone y esa información se pierda", dijo Scheeres, profesor distinguido en el Departamento de Ciencias de la Ingeniería Aeroespacial de Ann y H. J. Smead.

Aunque muchas de las rocas que componen Bennu se remontan a la infancia del Sistema Solar, el propio Bennu es el producto de un caos más reciente.

En una semana, la misión OSIRIS-REx intentará obtener muestras del asteroide.

Ya que pertenece a una clase de cuerpos más pequeños que los científicos llaman asteroides de "pila de escombros" que, como su nombre lo anticipa, se asemejan a montículos de cascotes apilados.

La creencia más firme es que es producto de una gran colisión en el cinturón de asteroides y el impacto, que destruyó un objeto de 96 kilómetros de diámetro, dio forma a Bennu.

"Ningún asteroide ha permanecido inmóvil desde los albores del sistema solar. Están siendo cambiados por cosas como la luz solar que afecta la forma en que giran y las colisiones con otros asteroides" indicó el equipo.

Antes del descubrimiento de la eyección de partículas en Bennu en 2019, el equipo estaba preocupado por mapear el campo de gravedad del asteroide utilizando solo datos de seguimiento de naves espaciales.

"Si puede medir el campo gravitatorio con suficiente precisión, eso impone fuertes restricciones sobre dónde se ubica la masa, incluso si no puede verla directamente", dijo Andrew French, coautor del nuevo estudio y ex estudiante de posgrado en CU Boulder, ahora en el Jet Propulsion Laboratory (JPL) de la NASA.

Muchas de las rocas que componen Bennu se remontan a los primeros tiempos del Sistema Solar.

Los nuevos resultados de ese campo gravitatorio sugirieron que su interior no es tan compacto como se suponía. Para explicar esos patrones, es probable que ciertas partes del interior de Bennu tengan que estar más juntas que otras.

Y algunos de los puntos menos densos del asteroide parecían estar alrededor del bulto distintivo en su ecuador y en su mismo núcleo.

"Es como si hubiera un vacío en su centro, dentro del cual cabrían un par de campos de fútbol", dijo Scheeres.

Fuente: Clarin

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