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El regreso de la garza bruja

Portadora de leyendas y dadora de fuertes gritos, pone sus nidos en los árboles
Jueves, 22 de octubre de 2020 01:04

Entre quienes regresan a la plaza de Tilcara tras la cuarentena, la acá conocida como zorro del agua, y en otros sitios como garza bruja, ya entramó su nido en las ramas más altas. El follaje no es tanto allí como para no verla, pero la distancia la oculta contra la luz del sol. De todos modos sus gritos nos hacen saber de su presencia, sonidos que por su rudeza contrastan con la belleza blanca de sus hembras.

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Entre quienes regresan a la plaza de Tilcara tras la cuarentena, la acá conocida como zorro del agua, y en otros sitios como garza bruja, ya entramó su nido en las ramas más altas. El follaje no es tanto allí como para no verla, pero la distancia la oculta contra la luz del sol. De todos modos sus gritos nos hacen saber de su presencia, sonidos que por su rudeza contrastan con la belleza blanca de sus hembras.

Allí camina en el equilibro del ramaje pero se la verá volar, al atardecer, hacia las aguadas para buscar su alimento.

Aquí no goza más que de la mala fama de sus deposiciones bajo el árbol, pero en el sur chileno se cuenta que son mujeres que, ejerciendo la brujería, se transforman tras beber un brebaje amargo. Los machos son de color oscuro y veteado, y algunos de sus polluelos pasearán en algún tiempo con su cuerpo ya desarrollado.

Fuera de su vuelo en las horas embellecidas por el contraste de la caída del sol entre los cerros, uno podrá atestiguar su particular pedagogía. Sobre una rama yerma, larga y alta caminará de espaldas el hijo atacado por el padre, que le lanzará picotazos. Parecerá ser una pelea, y uno sospecha que acaso fuera por alimento o por la hembra, pero al ver trastabillar al pequeño comprende la intención, que es obligarlo a lanzarse en su vuelo.

Dicen que su grito dio origen al nombre de la localidad boliviana de Huaqui, donde las tropas de la independencia sufrieran su primera gran derrota.

De vida preferentemente nocturna, salvo en tiempos de nidada, y de carácter migrante, ya ocupan su lugar por encima de la diagonal que va del centro de la plaza hacia el mercado, llamando la atención de vecinos y de turistas.

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