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Salieron por seis meses y nunca volvieron: llevan 17 años viajando en un bus escolar por América

Son de San Nicolás, provincia de Buenos Aires. Partieron en 2003 para cumplir un sueño y se enamoraron de la vida nómade. En el camino tuvieron una hija. “La esencia de este viaje fue mutando, aunque el propósito inicial siempre fue explorar las raíces de los pueblos originarios de cada lugar”

Jueves, 29 de octubre de 2020 11:41
Patricia no viaje sola, está con su marido Germán (54), y su hija Inti (11). Este trío conforma Amunches

“No tenemos itinerario marcado, ni mucho menos un récord para alcanzar. La esencia de este viaje fue mutando, aunque el propósito inicial siempre fue explorar las raíces de los pueblos originarios de cada lugar”, le cuenta a Infobae,Patricia Fehr (46) desde Nayarit, México. A su lado se encuentran su marido, Germán (54), y su hija Inti (11).

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“No tenemos itinerario marcado, ni mucho menos un récord para alcanzar. La esencia de este viaje fue mutando, aunque el propósito inicial siempre fue explorar las raíces de los pueblos originarios de cada lugar”, le cuenta a Infobae,Patricia Fehr (46) desde Nayarit, México. A su lado se encuentran su marido, Germán (54), y su hija Inti (11).

“Hay muchas maneras de vivir la vida, nosotros elegimos poder estar en contacto con otras culturas ancestrales. Lo pensábamos hacer por seis meses y se extendió a diecisiete años”, agrega, Germán.

Casi dos décadas atrás, la pareja dejó su “estructura” en San Nicolás (provincia de Buenos Aires) para sumergirse en una travesía diferente. Y fue hace 11 años que una nueva tripulante se sumó al periplo, Inti. Ahora los tres conforman Amunches, que significa viajeros en lengua mapuche. Y cada kilómetro lo hacen arriba de un bus escolar. Una idea “loca” que se gestó sin brújula ni destino, con un sólo deseo: salir a conocer el mundo.

Felices, en el desierto de Cuatrociénagas

Patricia y Germán se conocieron cuando ella tenía 16 y él 24. Enseguida proyectaron vivir juntos. Pero antes de dar el paso de la convivencia optaron por probar algo nuevo. “Todos nuestros amigos ahorraron para comprarse una casa, nosotros decidimos invertirlo en un viaje. Nadie de nuestro entorno nos apoyó, pero nos fuimos igual. Tardamos casi diez años en poder organizar la partida”.

Ella trabajaba en una escuela y él en un banco. Renunciaron a todo, se desprendieron de los bienes materiales y salieron. Llenos de ilusiones y ansiosos por descubrir pasajes desconocidos, el 10 de marzo de 2003 pusieron primera desde la Argentina a bordo de una camioneta Land Rover. “Nos fuimos con algo de plata para los seis meses que teníamos previsto que durara, una carpa para dormir en el techo y un mapa… ¡todavía no existían los GPS! Sin rumbo definido empezamos a parar en escuelas rurales o cerca de la montaña. Todo fue aprendizaje".

Cuando aún era dos por British Columbia, Canadá

Una vez en la ruta no tardaron en percibir que querían vivir así. La filosofía del “aquí y ahora” los convenció. Cada parada, cada kilómetro, cada amanecer era distinto.

A diferencia de otras parejas viajeras, ellos descubren lugares pocos turísticos, aislados como las comunidades ancestrales que visitan. Los puntos que trazaron en el mapa como sitios de interés se multiplicaron en incontables historias. “Una América tan maravillosa como real comenzó a transformar la forma de ver y entender un continente conectado por muchas similitudes, y a la vez con colores y tradiciones únicas en cada pueblo originario. Eso es lo que ha ido guiando nuestro viaje”.

Como una forma de registrar la experiencia, Patricia decidió coleccionar esos momentos únicos a a través de una cámara pocket de rollo, que ahora tomó forma de libro digital. “De a poco todo fue creciendo. Personalmente me enamoré de la fotografía y con el tiempo la fui perfeccionando”.

Con la venta del libro de fotos, de brindar talleres en escuelas y las charlas motivacionales en colegios, universidades, ferias de libro, festivales y empresas solventan su travesía. “No hay otro secreto, no son vacaciones", aclaran.

Monument Valley, Arizona

Patricia y Germán siempre soñaron con ser padres. La idea inicial era hacerlo a la vuelta del gran viaje, aunque todo se prolongó. La llegada de Inti vino a derribar todos los mitos de una crianza en movimiento. “Cuando pisamos Alaska yo tenia una panza enorme de siete meses, disfrutamos mucho ese último destino previo a ser padres”.

La menor del clan nació en España y a los pocos meses decidieron volver a la ruta. “Nosotros pensábamos que tener una hija no sería compatible con nuestro viaje, pero comprobamos lo contrario en la ruta. Nos preguntamos ¿por qué no? No hay una sola manera de vivir la vida. Así que lo deseemos, lo planificamos y llegó Inti".

La única diferencia fue el espacio. Vendieron la camioneta y sumaron un nuevo integrante: un autobús escolar comprado en Texas, Estados Unidos. “No teníamos idea cómo hacerlo... pero nos volvimos animar, y hoy es nuestro hogar”. Para eso tuvieron que armar los cuartos, un baño seco que no utiliza agua (lo sólido se transforma en compost), una cocina con heladera a gas. También tiene un panel solar que alimenta algunas de las luces para cargar las baterías. Lo distintivo del bus es que su interior está decorado con una muestra fotográfica itinerante de cada rincón visitado, una manera de seguir viajando en plena ruta.

Patricia embarazada de Inti

Entre parada y parada, Inti no deja de estudiar. "Está anotada en el curso a distancia del Ministerio de Educación de la Nación. Cada dos meses mandamos las evaluaciones por correo a Argentina y nos mandan las correcciones. También sigue otro programa menos convencional de Monterrey, pero lo que aprende en movimiento es invalorable. “Ojalá hubiéramos sido criados así” coinciden ambos.

Abandonar el sueño, nunca

“Estamos enamorados de lo que elegimos hacer, y lo disfrutamos a pesar de los grises que puedan aparecer”, reconoce Germán, que es cordobés.

Colores, diversidad de estilos y un espacio único, así es el autobús escolar por dentro

La llegada de pandemia los obligó estar dos meses sin moverse, estacionados en un Auto Parque en Nayarit, México, algo jamás experimentado por esta familia. El resto -la educación virtual, el distanciamiento social y el trabajo- no se vieron modificados. “En estos años aprendimos el poder de la adaptación, por lo que no nos costaron tanto los desafíos de la pandemia. No somos ajenos a lo que sucede”.

En este tiempo de pausa aprovecharon para nutrirse de conocimiento. “Estudiamos, nos ordenamos y nos dedicamos, como otros, a hacer todo eso que en movimiento lo fuimos posponiendo”. Desde junio volvieron a las rutas de México.

Los retratos tomados por Patricia Ferh en México

Sin destino fijo, esperan seguir su camino por Centroamérica y, quizás más adelante, dar el salto a Europa y luego “ir a África, India, Medio Oriente... Es un sueño que tenemos como el que estamos haciendo ahora. Y darle la posibilidad a Inti de que pueda conocer otra cultura, otras historias”.

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Fuente: Infobae

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