¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

22°
24 de Abril,  Jujuy, Argentina
PUBLICIDAD

Laberintos Humanos: La cosa se complicaba

Jueves, 29 de octubre de 2020 16:50

Solón me contaba que los dioses vivían tranquilos en lo alto de los cerros, donde no era que no sucedía nada sino que no recordaban lo pasado ni imaginaban lo por venir, pero de tanto en tanto, como para romper con esa monotonía de paraíso, ponían los ojos en una mujer humana y la cosa se les complicaba.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Solón me contaba que los dioses vivían tranquilos en lo alto de los cerros, donde no era que no sucedía nada sino que no recordaban lo pasado ni imaginaban lo por venir, pero de tanto en tanto, como para romper con esa monotonía de paraíso, ponían los ojos en una mujer humana y la cosa se les complicaba.

Hay fama entre las deidades de que no hay nada más bello que una mujer. Las diosas, dicen, no lo son tanto y en ello acaso radique mucho de su bienaventuranza. Las mujeres, en cambio, llevan entre sus cabellos y sus marcadas siluetas eso de recordar los pesares tanto como los dolores sufridos, del mismo modo que el temor por lo que vendrá.

No es patrimonio de las mujeres, le dije a Solón. Los varones no somos muy distintos, agregué y el hombre me respondió que ni haría falta decirlo, pero me estaba contando el cuento de esos dioses que, cada tanto, se enamoraban de una humana tanto como para ver zozobrar la paz en la que vivían.

Apolo, dicen, vio a Helena de entre las nubes que se acumulaban al pie del cerro. Usted recordará, me dijo, que por Helena se sucedieron los sangrientos combates de Troya, en el que no sólo fueron derrotados los troyanos sino que hasta los vencedores perecieron porque la guerra lo trastoca todo.

La vio y ella, que fuera esposa del rubio Menelao para luego irse con el príncipe Paris, lo miró con aquellos ojos que, aseguran, era capaz de enamorar a las mismas estatuas de mármol. Y ahí sucedió lo que tenía que suceder, que nada tiene que ver con Helena sino con el corazón de Apolo.

.

.

 

Temas de la nota